La maestra murió de dos disparos

LA PLATA.- Fueron dos tiros los que acabaron con la vida de Silvia Prigent, la maestra que fue hallada muerta anteayer en un campo de Tigre tras once días de búsqueda. Los investigadores trabajan sobre la hipótesis de un crimen por encargo.

La familia de ella insiste en sus sospechas sobre el esposo, Daniel Sfeir, que, aunque es objeto de investigación, por ahora no está acusado de nada. El, en tanto, pidió ser tomado como particular damnificado en la causa y ya planea el contraataque: su letrado dijo ayer a LA NACION que sospecha que detrás del homicidio están eventuales competidores suyos en el negocio de la recolección de residuos, que tiempo atrás intentaron amedrentarlo. Promete aportar datos y nombres.

El cuerpo exánime de Prigent, de 50 años, vestido con las mismas prendas que llevaba el 29 de diciembre -día de su desaparición, y posiblemente, del asesinato- y cubierto con ramas, fue hallado por un baqueano en una zona de bañados de Dique Luján, en el límite entre los partidos de Tigre y Escobar, en la que ayer hubo nuevos rastrillajes en busca de más rastros y del arma homicida, un revólver calibre 38 del que salieron los dos proyectiles que alcanzaron a la docente en el oído y en la sien izquierdas, por orden de los fiscales Cosme Iribarren y Marcelo Fuenzalida, según explicó a LA NACION una fuente del caso.

Contrato para matar

Los investigadores creen que se trató de un crimen por encargo, pero mantienen el mutismo a la hora de hablar de la motivación del asesino. Se analiza la posibilidad de que tres o más personas hayan participado.

En la causa judicial hay un detenido: Juan Carlos González, dueño de un local de venta de celulares en Escobar, en cuyo poder se encontró el celular de la víctima, sin el chip. El fiscal quiere saber cuál fue el camino de ese teléfono desde las manos de Silvia hasta las de González.

Ayer, investigadores consultados por LA NACION negaban de plano una versión publicada por un matutino: que se hubieran pagado 20.000 pesos a sicarios para eliminar a Silvia.

Daniel Prigent, uno de los hermanos de la maestra asesinada (que tenía otras dos hermanas, Graciela y Gladys), insistió ayer en sus sospechas sobre el viudo, con quien la familia de la docente no mantenía una buena relación. "Hay algo que sabe y que no dice", acusó, en declaraciones televisivas. Dijo que su hermana "no tenía enemigos" que pudieran querer matarla y consideró que se está "cerquita" de llegar a esclarecer el caso.

Sfeir quedó en la mira porque el cuerpo apareció tapado con ramas en un lugar donde, según vecinos, los camiones de la empresa que posee, dedicada a recoger residuos de barrios cerrados del norte del Gran Buenos Aires, suelen arrojar, justamente, restos de poda. Una mujer con la que le atribuyen una relación sentimental -que él niega enfáticamente- vive cerca de ese lugar. Según otra versión por ahora negada por los investigadores, esa mujer aparecería en una filmación en la que se la vería intercambiando su auto con el de Sfeir en una estación de servicio de General Pacheco. Daniel Prigent repite: "Son muchas coincidencias".

La versión de la venganza

Daniel Sfeir no está acusado del crimen de su esposa. Pero ni él ni su abogado ignoran las sospechas de la familia y de los propios investigadores, que ya analizaron llamadas telefónicas en las que intervino su celular. Ayer, el viudo se presentó como particular damnificado en la causa judicial y su abogado, Marcelo Adámoli, ofreció una hipótesis para el crimen que a la vez que postula la inocencia de Sfeir en el crimen, lo sitúa como su catalizador: quien mató a la mujer, especuló, lo hizo en presunta venganza contra su cliente o para incriminarlo falsamente y perjudicarlo.

Silvia Prigent no tenía enemigos, pero su marido sí, afirmó ayer Adámoli. "Habría que averiguar cómo es el negocio de la recolección de basura. Los barrios cerrados de la zona norte son un lugar muy codiciado entre los competidores", dijo el letrado a LA NACION. En ese sentido, abundó en su teoría: dijo que Sfeir había sido intimidado hacía meses por gente de "una empresa competidora no legal" que lo persiguió durante un rato mientras manejaba su auto. Ese incidente, aclaró no fue denunciado, pero están en condiciones de aportar el nombre de fantasía de la empresa.

DANIEL SFEIR

Esposo de Silvia Prigent
Profesión: empresario
Edad: 51 años
Origen: argentino
Estuvo casado 23 años con la docente, con la que tuvo un hijo, de 14. Desde hace 13 es dueño de Transportes Daniel, empresa de recolección de residuos en barrios privados que tiene 15 empleados y cinco camiones.

Preguntas y respuestas sobre el caso

P.- ¿Hay algún imputado como autor del crimen? R.- Hasta ahora, no. Pero la familia de Silvia Prigent sospecha del esposo de la víctima, Daniel Sfeir, cuya actividad previa y posterior a la desaparición de la maestra es investigada por la Justicia, aunque no esté formalmente acusado. Por otra parte, la policía sólo detuvo al hombre que tenía el celular Nokia (sin chip) de la docente.

P.- ¿Para qué se allanó nuevamente el lugar donde apareció el cadáver? R.- La autopsia determinó que Silvia fue ultimada con un revólver calibre 38. Ahora se busca esa arma o cualquier elemento que pueda brindar datos sobre el revólver o sobre el asesino.

P.- ¿Qué dice el viudo que hizo el día de la desaparición de su mujer? R.- Que esa tarde volvió de trabajar y que entre las 18.45 y las 21 durmió frente al televisor de su cuarto con su hijo, Nahuel. Sospecha que detrás del crimen están competidores desleales de su negocio de recolección de residuos, que lo habrían intimidado meses atrás y podrían haber cometido el crimen para inculparlo o vengarse.

P.- ¿Cuál sería el papel de la mujer a la que atribuyen una relación con Sfeir? R.- Una versión sugiere que podría haber colaborado con su coartada, intercambiando vehículos en una estación de servicio. Sfeir dice que ella sólo trabaja con él y que no es su amante.

Con la colaboración de Marina Hermann

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