“La llamada del vacío”: la perturbadora idea que tienen muchos en la cima de una montaña, en un balcón o en un puente
Según los especialistas no está relacionado al pensamiento suicida y nadie está exento de sentirlo
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“Cuando estás ahí y ves el agua cayendo, el agua te llama”, escribió Marcos, un usuario de Twitter cuyo comentario recogió más de 38.000 “me gusta” e interpeló a miles de personas que le respondieron que tuvieron un sentimiento similar al conocer la Garganta del Diablo, el salto más impresionante de las Cataratas del Iguazú, pero también en otros lugares: en un balcón, en lo alto de una montaña o de un puente.
Ese sentimiento, el de contemplar un vacío desde cierta altura y pensar qué pasaría si uno se arrojara tiene un nombre: la “llamada del vacío”. Este fenómeno, que los franceses llamaron l’appel du vide, es, según los expertos, una experiencia bastante común que no tiene nada que ver con la ideación suicida.
“La “llamada del vacío” es un tipo de pensamiento intrusivo de tinte agresivo que invita al que lo padece en determinadas situaciones a querer saltar al vacío”, explicó Elsa Costanzo, jefa de Psiquiatría de Adultos y Niños de Fleni.
Me quedé mirando la Garganta del Diablo y me sentí realmente abrumado, raro. Espectacular, si. Al volver el del taxi me dice "No sé si notaste, cuando estás ahí, y ves el agua cayendo. El agua te llama. Si no tenés la cabeza fuerte, ojo". Me contó algunas historias conmovedoras.
— 🧉 Marcos 🧉 (@JitePastafrola) July 14, 2023
De acuerdo con la especialista, existe “algo” de correlato científico que demostró que hay una clara diferencia entre imaginar la posibilidad de saltar desde un lugar elevado y querer actuar en consecuencia. “Hay un estudio publicado en 2012 que examinó el fenómeno en unos 400 estudiantes universitarios y sus resultados demostraron que no existía un vínculo exclusivo entre experimentar pensamientos repentinos relacionados con ponerse en peligro inminente y las ideas suicidas. Este fenómeno parece no ser peligroso ni patológico, pero si lo refieren más a menudo personas con síntomas de ansiedad corporal como temblores, ligeros mareos y/o sacudidas musculares”, dijo.
El estudio, dirigido por la doctora en psicología de la Universidad de Notre Dame, Jennifer L. Hames, y publicado en el Journal of Affective Disorders, llamó a la experiencia “fenómeno de lugares altos” (HPP, por sus siglas en inglés) y planteó como tesis central que el HPP se experimenta por igual entre los ideadores suicidas y los no que no lo son. Por lo tanto, las personas que informan haber experimentado el fenómeno no son necesariamente suicidas, sino que más bien, la experiencia puede reflejar su sensibilidad a las señales internas y, de hecho, afirmar su deseo de vivir.
María Teresa Calabrese, médica endocrinóloga, psiquiatra y psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), explicó que nadie está exento de sentir la “llamada del vacío” porque está relacionada a una regresión del individuo a una etapa fundamental de la vida.
“La ‘llamada del vacío’ remite a lo que Freud llamaba ‘sentimiento oceánico’, una sensación que tiene el individuo cuando los límites de la persona se confunden o se juntan con los límites del universo. Cuando el bebé se gesta en el vientre materno hay una indiferenciación entre el bebé, el líquido amniótico y la madre. Es decir, el niño y el mundo son uno solo. Después, en la evolución del ser humano vamos aprendiendo a que lo exterior no es parte de uno. Estos ‘llamados del vacío’ tienen que ver con una regresión a esas etapa”, expuso.
Sin embargo, Calabrese dijo que vivir la experiencia no quiere decir que se trate de algo patológico ni que esté relacionado al suicidio. “Puede haber casos de intercurrencia, pero en general todos podemos tener en algún momento de la vida esta sensación”, agregó.
Francisca Benites, por ejemplo, una joven de 28 años, experimentó la “llamada del vacío” al conocer las Cataratas del Iguazú. “Cuando me asomé a la Garganta del Diablo sentía que la caída del agua me hipnotizaba. Pensé ‘esto es una maravilla’, pero automáticamente ‘qué pasaría si uno se tira, a dónde va tanta agua’”, contó.
“Muchas personas sienten vértigo cuando se encuentran a una altura elevada y la fantasía de lanzarse al vacío, pero en muchos no hay conciencia de que eso lleva a la muerte. Es como algo que en ese momento es más grande que la muerte y que les quita la sensación de pequeñez e indefensión”, dijo Ricardo Rubinstein, médico psiquiatra y autor del libro Psicoanálisis, cultura y malestar contemporáneo, quien también aclaró que se trata de algo muy distinto a la rumiación suicida. “Esa es otra configuración psíquica”, planteó.
Si bien Costanzo reiteró que la sensación no es considerada un trastorno, sino un fenómeno, dijo que es más probable que se de en pacientes con ansiedad o incluso con depresión. “Si esta ideación persiste o se mantiene no hay que dudar en consultar a un equipo de salud mental”, advirtió.
¿Adicción a la adrenalina o llamada del vacío?
Los especialistas explicaron que otro factor a tener en cuenta a la hora de analizar lo que sucede en “la llamada del vacío” tiene que ver con la liberación de ciertos neurotransmisores y hormonas ante el riesgo o peligro: “La adrenalina o la dopamina, por ejemplo, son hormonas que tienen que ver con el placer y, en casos extremos, puede haber una adicción a ellas. Las personas que practican deportes de alto riesgo suelen encontrar satisfacción al largarse al vacío y superarlo. En esa situación se refuerza la liberación de esas hormonas, pero tiene sus riesgos”, dijo Calabrese.
Por su parte, en el capítulo “Erotización del peligro, aventura y adicción a la adrenalina” de su libro, Rubinstein explica que, dentro de los malestares de la cultura contemporánea aparecen las personas que erotizan el peligro, en ocasiones poniéndose en riesgo. “Muchas personas conflictivas, en estados de angustia extrema, al tener que enfrentar situaciones de riesgo en la naturaleza como trepar montañas, andar a mucha velocidad o meterse en la jungla buscan generar situaciones de fuerza y poderío que les den bienestar y así contrarrestar las angustias que sienten”, dijo.
En cuanto a la tasa de prevalencia, los especialistas coincidieron en que se no conoce esta medición. “Sin embargo, todos ponemos sentir esta sensación porque tiene que ver con la evolución de individuo”, concluyó Calabrese.