La lactancia materna, clave para reducir el riesgo de enfermedades crónicas
Especialistas destacan la reducción de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, además de prevenir la obesidad infantil, diabetes y deficiencia cognitiva
Año tras año, las campañas a favor de la lactancia materna buscan hacer tomar conciencia e informar a las madres sobre el hecho de que la leche materna es el mejor alimento para el recién nacido, porque contiene elementos que no se encuentran en otras leches alternativas que se ofrecen.
Los factores inmunológicos, celulares, hormonales, de anticuerpos y por las proteínas, grasas, minerales, vitaminas y agua, que aportan hacen cada vez más recomendable seguir los consejos que brinda la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los períodos para dar el pecho.
La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y, a partir de ahí, seguir dando el pecho junto con otros alimentos hasta los 2 años, ya que durante este periodo continúa siendo una fuente importante de energía, nutrientes de calidad y anticuerpos.
Fernando Burgos jefe de Pediatría Ambulatoria del Hospital Universitario Austral explicó a LA NACION que el primer año de vida es el período de mayor crecimiento y desarrollo de una persona, por lo que la demanda nutricional es muy intensa y la leche materna es, por excelencia, el alimento más completo para el recién nacido.
Óptimo desarrollo
“Está demostrado que la leche humana asegura un óptimo desarrollo psicológico, nutricional, hormonal e inmunológico, ya que contiene más de 370 componentes específicos y nutrientes que disminuyen los riesgos de contraer ciertas enfermedades o infecciones tales como: síndrome de muerte súbita, obesidad infantil, diabetes, problemas digestivos, deficiencia cognitiva, cáncer, infecciones en las vías urinarias, diarrea, enfermedades respiratorias y cardiovasculares”, afirmó Burgos.
En líneas generales, en el primer año de vida el niño multiplica su tamaño y triplica su peso. Además, los órganos comienzan a madurar, con lo cual aumenta la demanda de nutrientes. Por eso resulta importante que durante los primeros seis meses, y siempre que sea posible, reciba lactancia materna exclusiva.
“Un número cada vez mayor de estudios demuestran que la lactancia materna tiene, tanto a corto como a largo plazo, efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular materno, pues actúa sobre factores de riesgo, tales como el nivel de lípidos, la obesidad, la presión arterial, la insulina y los niveles de glucosa”, precisó el especialista, que pertenece a la red de pediatras "Niños sanos, niños felices".
Y agregó: “Uno de los anticuerpos más importantes es la inmunoglobulina A, que es sintetizada y almacenada en el pecho. Su función es recubrir las superficies mucosas del aparato digestivo del bebé para impedir la entrada de bacterias patógenas y enterovirus. También brinda protección contra la escherichia coli, salmonella, estreptococo, estafilococo, neumococo, el poliovirus y el rotavirus”.
La leche materna es segura e higiénica, tiene la temperatura adecuada y se digiere más fácilmente que cualquier otra leche o alimento. Especialistas coinciden en que amamantar es uno de los mayores actos de amor entre madre e hijo y una forma más de continuar el estrecho vínculo creado durante los nueve meses de gestación.
A su vez, estudios comprueban que la leche materna no sólo contribuye a la salud y el bienestar de la niño y su madre, sino que también tiene un impacto social a futuro ya que reduce la mortalidad infantil y previene enfermedades en la vida adulta como el asma, obesidad, diabetes, colitis, ulcerosa, enfermedad de Crohn, arterioesclerosis e infarto de miocardio.
Menos enfermedades respiratorias
La lactancia materna brinda una enorme, y aún no totalmente comprendida, cantidad de factores que promueven el crecimiento y la maduración de los mecanismos de defensa del organismo, lo que redunda en un mejor desarrollo de las estructuras y funciones relacionadas con la respiración de los niños.
“Llevando un orden cronológico a partir del nacimiento, el primer efecto es la disminución del riesgo de muerte súbita infantil. La muerte súbita infantil es la principal causa de muerte infantil en las comunidades en que están controladas las patologías infecciosas”, indicó la doctora Ana María Balanzat, médica pediatra neumonóloga y jefa del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas “José de San Martín”.
Según un informe de la Sociedad Argentina de Pediatría, la lactancia materna reduce en un 50% el riesgo de hospitalización y muerte por enfermedades respiratorias.
“En neonatos y lactantes, disminuye el riesgo de desarrollo de bronquiolitis (infecciones virales) y neumonía (infecciones bacterianas), y disminuye también la severidad de estos cuadros en los niños que los presentan, habiendo sido amamantados durante los primeros seis meses de vida. Este efecto se manifiesta también en los prematuros, que son proclives a cuadros de mayor severidad”, enfatizó la especialista, que es miembro de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).
Según la experta, la inexistencia de vacunas para la mayoría de las enfermedades mencionadas, la promoción de la lactancia materna, sumada al control del tabaquismo, aparecen como los principales elementos de prevención de las infecciones respiratorias en el primer año de vida.
“En etapas más tardías del desarrollo, la lactancia se asocia con un mayor crecimiento de los pulmones y las vías respiratorias, y esto se mantiene aún en niños que presentan rasgos hereditarios para enfermedades respiratorias como el asma. Incluso en niños con una patología respiratoria crónica severa, como la fibrosis quística, la lactancia materna disminuye el número de infecciones en su evolución”, agregó Balanzat.
En relación a las enfermedades alérgicas, se ha mostrado un efecto preventivo en el desarrollo de eczema, conjuntivitis, y rinitis, aunque todavía no está del todo definido este efecto a nivel bronquial.
La lactancia materna, además de los beneficios relacionados con la promoción del vínculo madre-hijo y la interacción entre ambos es la más efectiva, natural, sencilla, y económica forma de prevención y disminución de la severidad de las enfermedades respiratorias más frecuentes en la niñez.
La Red de Enfermería por la Prevención destaca la importancia del amamantamiento natural como método para evitar enfermedades respiratorias en bebés. Desde la ONG, aseguran que la leche humana contiene propiedades inmunológicas que ayudan a reducir el riesgo de enfermar y sufrir complicaciones por Virus Sincicial Respiratorio (VSR), principal agente de contagio en menores de dos años.
Y desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, explican que cientos de mujeres asisten al Hospital Sardá para aprender a dar el pecho, compartir las complicaciones que tuvieron y obtener información de por qué es vital alimentar al bebé con leche materna.
Salida de un estado crítico
En niños nacidos en condiciones de alto riesgo (por parto prematuro, con cardiopatías congénitas o problemas pulmonares serios) está comprobado, también, que la lactancia materna les posibilita salir con mayor facilidad de su estado crítico, superar la inmadurez general con la que nacieron y crecer en buenas condiciones.
De todas maneras, se recomienda igualmente seguir otras medidas para la prevención de infecciones respiratorias: la inmunización pasiva, evitar el humo, mantener perfecta higiene, ventilar los espacios cerrados, incorporar el lavado de manos sistemático antes de tocar al bebé y tener al día el calendario de vacunación.
Este año, el lema de la Semana Mundial de Lactancia Materna lanzado por la OMS es “Lactancia Materna: clave para el desarrollo sostenible” lo cual significa que satisface las necesidades del presente sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras. En este sentido, la lactancia es clave, ya que no sólo satisface los requerimientos nutricionales del niño, sino que también garantiza la seguridad alimentaria, la obtención de suficiente alimento para mantener una vida productiva y saludable, hoy y en el futuro.
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