La intimidad de los 133 días de Maradona en la Clínica del Parque
Los hábitos, los conflictos y el entorno
“El futuro de Maradona es incierto; todavía no tomó conciencia de su enfermedad”, casi como una sentencia, la frase de los médicos psiquiatras de la Clínica del Parque, donde el ex futbolista permaneció internado por poco más de cuatro meses, detallaron por primera vez cómo fue su tratamiento para controlar su abstinencia a las drogas y qué le espera en su futuro inmediato.
En una entrevista exclusiva con LA NACION, los doctores Osvaldo Brennan, Adriana Bolzán y Feder Rey revelaron los convulsionados días de internación de Diego, que en su arribo permaneció atado y medicado, y que llegó a amenazar con golpear a los médicos con el mástil que sostenía su suero.
“Decidimos hablar ahora para no interferir antes en discusiones mediáticas. Nuestro logro fue que él estuvo cinco meses sin consumir drogas, que ingresó muy grave en una ambulancia y se fue caminando y sonriente. Además, recompusimos su vínculo familiar. Eso no fue poca cosa”, dijeron.
“Recibimos muchas críticas, incluso de gente que nunca lo vio a Maradona. La intención es aclarar la verdad de lo que se vivió aquí, reservándonos, obviamente, informaciones que tienen que ver con la confidencialidad”.
–¿Por qué asumieron la responsabilidad de tratar a Maradona cuando nadie quiso recibirlo?
–Otras instituciones se negaron por la cantidad de actividad que representaba Maradona, pero nosotros pensábamos que podíamos hacerlo.
–¿En qué condiciones físicas y psíquicas llegó?
–Estaba muy grave; es posible explayarse mucho, pero corresponde a una información confidencial.
–¿Cómo se controló su abstinencia a las drogas?
–El objetivo del grupo tratante fue controlar su abstinencia y realizar un proceso de desintoxicación por su adicción a las drogas. Apenas ingresó, Maradona estuvo muy excitado y se oponía a todo tipo de tratamiento; estaba confuso y no dormía. Se puso violento con terceros, pero no se agredió a sí mismo.
–¿Es cierto que estuvo atado y con chaleco de fuerza?
–Estuvo atado los dos o tres primeros días, pero no con chaleco de fuerza. Ya no se usa esa modalidad. Lo que ocurre es que Maradona estaba con un tratamiento clínico y psiquiátrico con medicación intravenosa y él se quitaba las vías. Por eso hubo que sostenerle las muñecas para evitar males mayores. Después comenzó a recuperar su conciencia y eso posibilitó comenzar con medicación oral.
–¿Era violento?
–Primero no aceptaba el tratamiento y mostraba agresividad. Incluso, en los primeros días nos daba panzazos y nos amenazaba con pegarnos, pero eso nunca llegó a concretarlo. Después, decidimos tratarlo con métodos menos ortodoxos como entrevistas coloquiales y actividades grupales.
–¿Compartía su rutina con pacientes con otras patologías?
–La mayoría de los pacientes, ocho de cada diez, tenía una problemática similar a la de él. No eran adictos, pero eran pares conductuales. Maradona destacó ante la prensa a una paciente que no podía hablar, pero muchos internos dialogaban con él e, incluso, criticaban alguna de sus conductas. El participaba en las terapias grupales, cantaba y animaba.
–¿Hizo terapia psicológica?
–No, no permitió el abordaje porque no tiene conocimiento adecuado de lo que es un proceso psicoterapéutico. Además, no posee conciencia de su enfermedad. Incluso, en cada entrevista siempre pidió que lo acompañara otra persona, generalmente depositaba su confianza en su ex mujer.
–¿El paciente tuvo necesidad de consumir drogas?
–Con seguridad, tuvo mucha necesidad de consumir, pero no se lo informó a los médicos. Sólo se acercaba a nosotros cuando se asustaba por algún contratiempo físico, como molestias estomacales. El tenía conciencia de la enfermedad del cuerpo, pero no del alma.
–¿Las salidas fueron decididas por los médicos tratantes?
–A medida que fue evolucionando, se concretaron salidas programadas y supervisadas para jugar al golf, hacer natación y gimnasia. Cada movimiento era comunicado al tribunal de Morón. Salvo las salidas a grabar los programas de TV (en Canal 9 y en Canal 13) como la nota en un helicóptero, que no fueron autorizadas.
–¿Se escapó?
–No, nunca se escapó. Pero su entorno montaba un operativo de distracción en las salidas y, en un momento dado, Maradona estaba arriba de un auto con destino incierto. Nosotros nos opusimos por el riesgo que ello implica, pero las cosas se dieron así… La responsabilidad en cada salida terapéutica era de la familia.
–¿Puede asegurar, entonces, que Maradona no consumió drogas durante su internación?
–Sí, porque se le hicieron controles diarios de sangre y de orina.
–¿Tuvo algún otro tipo de restricciones?
–Su entorno se acercó para pedir que Maradona tuviera sexo, pero no fue autorizado. No hubo trato sexual en la clínica. Estábamos de acuerdo con que tuviera actividad sexual, pero no con personas que no considerábamos beneficiosas para él.
–¿Sintieron que estaban en medio de una puja entre su familia y su médico personal?
–Hubo muchas internas; la disputa fue un escenario constante. Cahe tenía una influencia muy grande sobre Maradona, más que la familia. Claudia Villafañe era la segunda.
–¿Y su cuestionado entorno?
–Lo vieron sólo durante la última parte, entraron aquí tres amigos, pero los estábamos controlando. Eran hombres de confianza de él. Uno, en una ocasión, lo filmó y después de eso no entró más a la clínica.
–¿Qué evaluación hacen de la evolución de la salud de Maradona?
–Maradona entró en una ambulancia y sonriendo. Eso lo dice todo. Pero consideramos que el futuro de él es incierto. Es un ídolo y tiene un entorno muy conflictivo que está muy arraigado a su historia. Tiene rasgos de personalidad que no van a modificarse, además de tener una patología adictiva, que no es poca cosa.
–¿Cómo se sintieron cuando dijo que la clínica era un pocilga?
–Fue una impertinencia, el lujo no hace a la calidad del tratamiento. La institución tiene una infraestructura agradable y una trayectoria importante. Lograr el objetivo de herir es sintomático.
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