Estudio: Qué rasgo de las personas se asociaría con el apoyo a las medidas contra la Covid-19
Sin fármacos que lo neutralicen ni vacuna que lo prevenga, la receta que se puso en práctica en todo el mundo para detener el coronavirus apeló a conocimientos ancestrales: mantener distancia física, y mejorar la higiene individual y ambiental. Pero a meses de los primeros casos, cada vez se vuelve cada vez más difícil seguir manteniendo la estrategia del confinamiento, no solo por el desastre económico que implica, sino por la propia naturaleza humana. ¿Es posible saber a qué tipo de personas les resulta sencillo mantenerse aisladas, y cuáles lo consideran una afrenta insoportable? ¿Y cómo deberían ser los mensajes para concitar más adhesión?
Aunque son preliminares y todavía están en revisión, los resultados de un gran estudio en 67 países y 47.000 participantes arrojan algunos indicios para contestar esas preguntas y comprender el entramado psicológico que nos hace apoyar o rechazar las normas colectivas que impone esta situación inédita. Según la ambiciosa iniciativa lanzada por el psicólogo Jay Van Bavel, de la Universidad de Nueva York, que se plantea reunir a académicos de todo el mundo en la Colaboración Internacional sobre la Psicología Social y Moral de Covid-19 (ICSMP, según sus siglas en inglés), la identificación con la propia nación, más que con una ideología política, fue el mejor predictor de compromiso con medidas críticas de salud pública y apoyo a las políticas para detener la propagación de la pandemia.
"Los resultados, aunque hay que esperar que se confirmen, son muy sólidos; el efecto está presente en los 67 países, eso es lo que más nos sorprendió –destaca el neurocientífico argentino Agustín Ibañez, director del Centro de Neurociencias Cognitivas y de la nueva Licenciatura en Ciencias del Comportamiento de la Universidad de San Andrés e integrante de esta colaboración–. Nos centramos en factores como las creencias en las teorías de la conspiración, la cooperación, la percepción del riesgo, la pertenencia social, la humildad intelectual, la identificación nacional, el narcisismo colectivo, empatía, cognición social y otros para generar datos masivos que sirvan como bien público para la los gobernantes".
Según el investigador, el narcisismo nacional y la ideología política también tuvieron efectos, aunque en menor grado: "Los participantes más inclinados hacia una postura conservadora informaron niveles más bajos de las tres medidas de protección –cuenta Ibañez–. Sin embargo, el factor más robusto y homogéneo a lo largo de todos los países fue la identificación nacional, que predice de manera contundente no solo el apoyo a las políticas contra el coronavirus, sino también el cumplimiento de las pautas de contacto e higiene personal. Esto sugiere que en una pandemia, la noción colectiva de ‘nosotros’ y su relación con la adhesión y el apoyo a las políticas antivirus no están necesariamente alineados con nuestra identidad política, sino más bien con nuestra identidad nacional".
Al contrario, cuando el enfoque cambia de un sentido de identidad compartida a enfatizar la excepcionalidad nacional, el llamado "narcisismo colectivo" (una creencia en la grandeza de un grupo que no es apreciada por los demás, también conocida como "patriotismo ciego"), se observan efectos opuestos: se tienden a minimizar los riesgos de la pandemia.
Empatía y moralidad colectiva
Para Pablo Richly, director del Centro de Salud Cerebral (Cesal), que no participó en el trabajo, considera que la investigación "es interesante, aunque tiene obviamente muchas limitaciones y hay que evitar sacar conclusiones apresuradas". Entre las dudas que le surgen está que no queda claro cómo se seleccionó a los sujetos ni si son representativos, y que las escalas tienen una confiabilidad moderada, tal como afirman los autores.
En otro estudio, aun en revisión, los científicos encontraron que las personas que presentan mayores niveles de empatía y moralidad colectiva, son las que mejor respetan y acatan las normas de salud pública, higiene y cuarentena. Sin embargo, son también las que se sienten más expuestas, con más riesgo de depresión y mayor sobreestimación de los riesgos del contagio. Si bien estos resultados son preliminares y aun no se publican, están en consonancia con estudios previos que sugieren que la identidad nacional, la cooperación, la moral al servicio del bien común, son los factores psicológicos más robustos asociados con los comportamientos requeridos para afrontar la pandemia.
Según explica Ibañez en un artículo para Intramed.net, una de las razones por las que se nos hace tan antinatural mantener el distanciamiento físico es que nuestro cerebro evolucionó en comunidad, en constante interacción con otros, y su adecuado desarrollo depende críticamente del entramado social. "La socialización es nuestra mejor fuente de regulación emocional, ayuda a atenuar el estrés y a desplegar resiliencia –escribe–. La soledad (percibida) crónica es un determinante de la salud general, que incrementa el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, inmunes, psiquiátricas y neurológicas. Las redes sociales, si bien pueden ayudar, son más bien un complemento y expansión de nuestras redes sociales no virtuales. Cuando las primeras no interactúan con las últimas, pueden empeorar los sentimientos de soledad y desamparo".
Por último, cabría preguntarse cuál es el papel que juega el temor como condicionante de comportamientos colectivos. Para Ibañez, "los mensajes basados en el miedo al virus o a la enfermedad no obtienen los mejores efectos. Sirven para una reacción inicial, para generar conciencia y hacer un cambio rápido en la sociedad. Pero la respuesta sostenida en el tiempo tiene que basarse en mecanismos de cooperación. Para mantener el compromiso tiene que haber una recompensa social, uno tiene que sentir que es parte de algo, que está ayudando, y eso con mecanismos de miedo no se logra. La cuarentena no debe ser vivida como una restricción forzada de la libertad o como una respuesta ante la amenaza de vida, sino como una forma de compromiso social. Las decisiones altruistas y prosociales nos hacen sentir bien y dan sentido al sufrimiento. Cuando las acciones individuales se realizan en pos del bien común, las restricciones se pueden sobrellevar mejor. La persuasión y el liderazgo deberían estar basados en una identidad social compartida, que debiese ser promovida por líderes (religiosos, políticos, e influencers). Los mensajes sobre los beneficios para la comunidad deberían ser más frecuentes que aquellos con un tiente amenazante. Hay que instar a esforzarse por el bien común".
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