En la esquina de Reconquista y Bartolomé Mitre un extraño edificio de hormigón, como una nave nodriza a punto de despegar, irrumpe entre los más tradicionales del microcentro porteño. Actualmente es la sede central del Banco Hipotecario, pero fue construido entre 1960 y 1966 para el Banco de Londres bajo el mando del arquitecto Clorindo Testa y el estudio SEPRA. Pese a la rigidez que aparenta, es una estructura flexible que se adaptó a las transformaciones en las modalidades de trabajo y atención al público. Tal como pedían los pliegos del concurso de 1959, este edificio es audaz sin pasar de moda, característica que define a muchas obras de Testa.
El Banco de Londres era uno de los líderes internacionales en la época y tenía una reputación de integridad y eficiencia que quería reflejar en la arquitectura del edificio. En el concurso se solicitaba que la construcción no quedara obsoleta en poco tiempo, que las áreas de trabajo fueran flexibles, que pudieran ser espacios para distintas actividades. La propuesta de Testa y SEPRA abarcaba todos los requisitos y hasta superó las expectativas de los organizadores. La inauguración fue todo un evento: vinieron representantes de la corona inglesa y se la leyenda dice que las invitaciones a la fiesta anunciaban una presentación en vivo de los Beatles que nunca ocurrió.
Se suele decir que el edificio forma parte de la corriente brutalista, pero si bien el hormigón armado es el gran protagonista no es exactamente un bréton brut, el término que en francés se usa para el cemento sin terminar, sino que tiene rasgos escultóricos más que brutalistas. Las piezas que conforman la estructura fueron desarrolladas en moldes realizados por ebanistas y diseñados por un equipo especial dispuesto por la constructora, que documentaba cada pieza según el pedido de los proyectistas.
El arquitecto y docente de morfología de la UBA y la UNSAM Juan Campanini se considera un fanático fortuito del ex Banco de Londres, ya que el edificio aparece cada tanto en sus investigaciones. Hace poco le pidieron que lo dibujara en perspectiva para un material de difusión que lanzó el Hipotecario y tuvo que investigar muchos documentos viejos. Fue así que encontró algunos datos curiosos y pudo ver la perfección y prolijidad de cada elemento. "No acuerdo mucho con las corrientes historiográficas que categorizan a los edificios pero yo diría que tiene mucho de high tech, ya que si bien es un movimiento de 1970, el sistema de conductos, de pasado de cables y de aires acondicionados es de primera".
El edificio plantea una combinación de dos sistemas estructurales distintos, ideados según la función que tendrían los espacios al momento del encargo. Por un lado, la planta baja y el primer y segundo pisos, destinados al público, están hechos de piezas macizas esculturales de hormigón armado. Por otro lado, están los tres niveles superiores colgantes desde la cubierta mediante tensores metálicos. Todos los pisos balconean a un espacio central vacío, de gran altura, hoy ocupado por mesas de trabajo colaborativo.
"Lo más lindo del edificio es que resuelve grandes espacios sin que uno perciba la estructura, las patas exteriores uno no las identifica como columnas sino como una piel, las escaleras son estructuras fundamentales pero funcionan como escaleras y los tensores de donde cuelgan las bandejas son finitos y están camuflados, entonces a simple vista no se entiende cómo se sostiene", dice Campanini.
Desde el área de prensa y comunicación del Banco Hipotecario cuentan que le dan mucha importancia al valor histórico y patrimonial del edificio, sienten el orgullo y la responsabilidad de la puesta en valor de lo que para ellos es su lugar de trabajo, por eso, hace unos años que empezaron a participar en La Noche de Los Museos y Open House.
Cada intervención se hace con el mayor compromiso y mientras Clorindo Testa estuvo vivo (falleció en 2013), fue consultado para las reformas. El área de arquitectura y diseño del banco tiene desafíos todos los días, desde la adaptación del espacio para la llegada de 528 empleados en 2018 (en total trabajan 1201 personas) hasta el pasado de cables de computadoras y servidores, elementos que en los años 60 no existían.
Hoy el edificio se parece más a como Clorindo Testa y el estudio SEPRA lo pensaron, poniendo en valor los espacios abiertos: mesas largas de trabajo, salas de reunión vidriadas y una visual infinita. En 1997, cuando los empleados del Hipotecario se mudaron desde el edificio de Plaza de Mayo (que hoy ocupa la AFIP) se sentían raros, ya que en las oficinas anteriores todo estaba compartimentado y en estos espacios enormes se sentían observados, entonces iban buscando recovecos que les dieran un poco de privacidad.
La adaptabilidad del espacio sigue sorprendiendo a los que trabajan allí: "Desde que entrás, sentís que esto podría ser un museo"; "vas a una oficina de coworking construida hace un año y ves algunas similitudes", dicen los empleados. El área de arquitectura y diseño destaca la plasticidad del edificio para sumar áreas o adaptar zonas para las nuevas maneras de reunirse y trabajar, aunque cada reforma plantea el desafío de no atentar contra el valor histórico y estético.
Clorindo Testa es uno de los arquitectos más reconocidos de Argentina y eso puede opacar el trabajo de sus colegas Santiago Sánchez Elía, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini, pertenecientes al estudio SEPRA, ya muy prestigioso en la época. "Al investigar los planos originales, entendí que los arquitectos por más geniales que fueran no hubieran podido llevar a cabo esta obra sin el gran trabajo de los ingenieros Hilario Fernández Long y Horacio Reggini", dice Campanini, que tiene hace varios años un estudio de arquitectura junto a su socia Josefina Sposito.
En la terraza jardín del sexto piso se ve la influencia de Le Corbusier y los macetones dejan entrever las cúpulas de los edificios vecinos. Los arquitectos respetaron la altura y no tuvieron que hacer una gran torre para ser audaces, continuaron el tejido urbano pero en otro lenguaje. El diálogo con sus pares se ve en el interior y en el exterior. El mayor contraste es posiblemente con el Banco Nación del arquitecto Bustillo, más academicista y cerrado. "El ex Banco de Londres es un ejemplo perfecto, junto a la casa matriz del Banco Ciudad, del cambio de paradigma en los bancos, en esta idea de transparencia e invitar a los clientes a ver cómo se trabaja. Si estás caminando en la vereda es una vidriera, en el caso del Ciudad se podía ver el tesoro desde la calle. Es abrir el interior como espectáculo", dice Campanini.
El color sepia que predomina adentro del banco se corta con los conductos rojos en forma de flor que inyectan el aire acondicionado, los caños de agua azules y el amarillo en las parte superior de los escritorios o sillas que agregó el Hipotecario en la última reforma. En un principio los pisos eran rojos, lo que resultaba visualmente más dramático. En el exterior también hay un cubo de color celeste que parece suspendido en el aire; corresponde a las oficinas de la dirección del Banco Hipotecario y al mismo tiempo cubre la plaza seca que recibe a quienes entran por Reconquista 101, hoy lugar de encuentro de fumadores o de clientes que se retiran a hablar por celular.
El contraste del edificio se ve a una cuadra de distancia, se diferencia de los edificios vecinos por su característica plástica en términos escultóricos, la piel de vidrio, material frágil y trasparente dialoga con la cáscara de columnas de hormigón. Al interior, la calidez de las barandas de madera y el brillo del mármol acompañan el recorrido de las escaleras de hormigón opaco y frío. "La destreza y la complejidad tecnológica hecha de manera bella creo que es la característica más importante del edificio", concluye Campanini.
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