USHUAIA, Tierra del Fuego.– En la entrada de esta ciudad, 180 familias trabajan día a día en el ensamble de microondas y televisores de última generación. La inmensa planta, y también sus asociados, tienen una historia de lucha y reivindicación del trabajo comunitario. Se trata de la Cooperativa Renacer que se formó para recuperar la antigua fábrica de Aurora Grundig. Entre 2009 y 2014 llegaron a hacer 240.000 microondas por año.
La década del 80 fue el apogeo de Aurora Grundig. La empresa tenía cinco grandes plantas industriales en Ushuaia. Donde ahora está Renacer se hacían los lavarropas. La planta era una pequeña ciudad: en los 24.000 metros cuadrados se producía el 80% de este electrodoméstico, y solo se importaba el 20% restante. "Acá teníamos matricería, soldadoras de punta, baño de cataforesis, tornería: todo lo hacíamos nosotros. Entregábamos un lavarropas que podía durar 30 años", cuenta Mónica Acosta, de 45 años, nacida en Córdoba, y presidenta de la Cooperativa Renacer.
Esto no duraría mucho. La década del 90 tuvo apertura de importaciones y sucesivas crisis económicas, como el Efecto Tequila, que atentaron contra la industria nacional. "Nos invadieron productos asiáticos", recuerda, Acosta.
En 1996, cuando nadie lo esperaba, la poderosa Aurora Grundig cerró. En ese momento 750 trabajadores conformaban el plantel de la fábrica. El golpe fue duro. Sorprende ver incluso hoy como la fábrica fue abandonada de un día para otro: las oficinas administrativas aún tienen carpetas, lapiceras, planos y computadoras con una gruesa capa de polvo. "Acá trabajaba", dice Jorge Arreseygor, obrero de 68 años, y señala un escritorio. Más allá, las máquinas que producían el lavarropas que en una época más se usó en la Argentina están inactivas. Aunque muchas de ellas, con el debido mantenimiento, podrían volver a funcionar.
La fábrica, no bien cerró, fue tomada por sus trabajadores, y durante, un tiempo, administrada por un sindicalista. La empresa quebró en 1998, y no se pagó ninguna indemnización a sus empleados. "Teníamos la espada de Damocles: todo estaba en situación de remate, incluido los obreros", sentencia Acosta.
De la desesperanza a la lucha
La desesperanza comenzó a ganar el ánimo de los trabajadores, hasta que las mujeres tomaron las riendas de la situación y organizaron una Comisión de Lucha. Montando guardia dentro de la fábrica, organizaron una resistencia pacífica que tenía objetivos concretos: garantizar la fuente de trabajo y el acceso a créditos para la compra de insumos y así poder continuar produciendo. "Subestimaron a las mujeres, que fuimos las que impulsamos la lucha", dice Acosta.
La crisis institucional del 2001 aceleró un proceso que terminó en la idea de expropiar para poder tener el control de la fábrica. La ONG Liberpueblo, a través de la abogada Beatriz Slaen, los representó ante el inminente remate. En el 2003 conformaron la Cooperativa Renacer, y ese año también consiguieron la transferencia de la Ley de Promoción Industrial Ley 19.640, que los habilitaba a fabricar 50 clases de electrodomésticos, sin cupo para la exportación, además de los beneficios tributarios. "Hubo que reconstruir todo desde cero", recuerda Acosta.
Finalmente, en el año 2004, la fábrica se puso de pie y volvió a producir.
La Ley 19.640, llamada de Promoción Industrial en la isla Grande de Tierra del Fuego, creó el marco jurídico ideal para que se instalaran grandes industrias, especialmente de tecnología. El cuerpo de la norma establecía la exención de impuestos con la única condición de producir en la isla. Aurora Grundig y el gigante Newsan fueron algunas de las industrias que se acogieron a esta Ley y que sentaron las bases del desarrollo en la provincia más joven del país.
"Nuestro primer sueldo fue de 430 pesos", recuerda Acosta. Solo 80 familias lograron sobrevivir los largos años de la resistencia. Muchos quedaron en el camino, algunos enfermaron y los fallecidos por cáncer son recordados en un cuadro en una de las oficinas. A la fábrica le habían cortado el agua y el gas, solo tenían electricidad. "Trabajábamos congelados en invierno, con temperaturas bajo cero", afirma Arreseygor.
Ocuparon un tercio de la inmensa estructura y concentraron allí las actividades. Ansiosos, comenzaron a tomar trabajos a fasón para Newsan. Llegaron a hacer 100.000 gabinetes por año para los viejos televisores de tubo de vidrio. Tuvieron que reinventarse y, dueños de su propio destino, establecieron alianzas. En el año 2009 les llegó el título de propiedad y con él, el trabajo, y el crecimiento. En el 2012, de la Cooperativa salieron 240.000 microondas y lo que marcó la mejor época de la cooperativa. Pero luego la actividad comenzó a declinar.
Directo de fábrica
La cooperativa Renacer es querida en la isla, aunque resistida por las empresas líderes porque desde el año 2014 comenzaron a fabricar televisores. "Es un producto que deja mucha ganancia y quisimos desnudar la cadena de costo", dice Acosta. Un televisor 65 pulgadas 4K lo venden a $26.000 en la propia fábrica. El precio es al contado, y a pesar de que muchos vecinos puedan comprarlo, mucho más caro y en cuotas, en las cadenas de supermercados, eligen buscarlo en la Cooperativa. "Reconocen el esfuerzo y nuestro gesto de haber mostrado cómo encarecen un producto". Hace unos días hicieron una venta comunitaria en Río Grande: vendieron 200 en solo un fin de semana. "La tecnología que usamos es la misma que la que tienen las primeras marcas", afirma Acosta.
Los microondas, al igual que los televisores, vienen desarmados desde China. Los 180 operarios que trabajan en la Cooperativa hacen algo más que ensamblarlos. Las mujeres son mayoría. Clasifican el material, hacen soldadura, arman el panel de control, cargan el software y unen 200 piezas en forma manual. "Antes fabricábamos todo. No hay independencia económica si dependemos de China", resume Acosta.
La devaluación los golpeó muy fuerte, al igual que la suba en las tarifas. El gas les llegó con un aumento de 1400%, pero hicieron un amparo y lo ganaron. "El problema más grave es el mercado recesivo. Lo que primero deja de comprar la gente son los electrodomésticos", apunta Acosta. Para poder mantener los salarios (todos cobran lo mismo) deben fabricar 1000 electrodomésticos por día. A pesar de la crisis, pudieron concretar la entrega de viviendas para algunos de los asociados, y este año comenzó en la planta el bachillerato popular para aquellos operarios que debieron dejar la escuela. Así, en el mismo lugar de trabajo, pueden terminar sus estudios. Para seguir trabajando tomaron un crédito a tasas elevadas, que les permitirá comprar 3000 televisores, que con suerte llegarán en diciembre. Hasta entonces, la fábrica estará paralizada.
"Hemos pasado varias crisis, sabemos cómo termina esto, pero vamos a salir adelante", afirma Acosta. Su principal activo es un remanente de Smart TV que quedó del último mundial, y que esperan vender pronto.
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