La historia detrás del cambio: renombrarán la estación Echeverría del subte B para homenajear a cinco religiosos asesinados
Desde el sábado, a la terminal se le sumará la denominación “Mártires Palotinos” para recordar a tres sacerdotes y dos seminaristas acribillados el 4 de julio de 1976 durante la última dictadura militar
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A partir de este sábado, la estación Echeverría de la línea B de subtes pasará a denominarse “Echeverría - Mártires Palotinos” en homenaje a los sacerdotes y seminaristas de esa congregación católica que fueron asesinados durante la última dictadura militar.
El renombramiento se hará con un acto oficial a partir de las 17 en la estación de subte, ubicada en avenida Triunvirato 4200. A continuación, los asistentes serán invitados a una peregrinación hasta la parroquia de San Patricio (Estomba y Echeverría), donde se hará una misa a las 19.
Los sacerdotes Alfredo Leaden, Pedro Dufau y Alfredo José Kelly, y los seminaristas Salvador Barbeito Doval y Emilio José Barletti fueron acribillados en la madrugada del 4 de julio de 1976 en la casa parroquial de San Patricio, en el barrio de Belgrano.
“La nueva denominación de la estación de subte es muy importante. Es muy significativo seguir construyendo memoria, dejando instalados símbolos de la memoria en el espacio público como se viene haciendo desde hace muchos años. Ya en 1996 el nombre del pasaje Sancti Spiritu, que está a la vuelta de la parroquia San Patricio, pasó a llamarse Mártires Palotinos. Luego se hizo el memorial, se pintó un mural en la esquina del pasaje y Echeverría, se colocaron las baldosas con los nombres de los mártires en la puerta de la parroquia, entre otros hitos. Y ahora, que los nombres de los miembros de nuestra comunidad martirizados estén en una estación de subte por la que pasan miles de personas todos los días, es trascendental”, dice a LA NACIÓN Ramiro Varela, miembro de Palotinos por la Memoria, la Verdad y la Justicia.
La decisión de renombrar la estación de subte de la línea B fue tomada en mayo por la Legislatura porteña a partir de un proyecto de Claudio Ferreño, presidente del bloque de legisladores del Frente de Todos. El legislador forma parte de la comunidad palotina: “A los 13 años jugaba a la pelota en representación de la parroquia en los campeonatos interescolares que se hacían en Namuncurá, cerca de Ezeiza. Tengo grandes amigos en la comunidad. Esto surgió hace dos años, con la idea de visibilizar lo que pasó en San Patricio, porque hay muchos vecinos nuevos que no conocen la historia”.
Este sábado, en la estación “Echeverría - Mártires Palotinos” se colocará un crucifijo con los rostros de los cinco mártires, así como una placa explicativa sobre sus vidas y el contexto en que fueron asesinados.
El 7 pasado, la Legislatura porteña aprobó una iniciativa que busca rebautizar la estación Callao de la línea D del subte y sumarle el nombre de Raquel Liberman, una ciudadana polaca que logró escapar y desbaratar una de las redes de trata más poderosas de América del Sur en la década del 30.
El hecho
El 4 de julio de 1976 fue domingo. Un grupo de tareas ingresó a la casa parroquial de San Patricio y asesinó a los tres sacerdotes y a los dos seminaristas. Dispararon más de 200 balas. En las paredes escribieron: “Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Venceremos. Viva la patria” y “Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son MSTM [Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo]”.El organista Rolando Savino, de 16 años, encontró los cinco cuerpos horas después, cuando llegó a la iglesia para preparar la misa dominical.
“Ese domingo cambió la vida de la comunidad, nos conmovió a todos. Pedro Dufau era el párroco y Alfie Kelly era el rector del colegio secundario. Yo tenía 22 años y era seminarista de la rama alemana de los palotinos, mientras que la parroquia San Patricio pertenece a la rama irlandesa. Y si bien yo vivía en Santa Isabel de Hungría, una parroquia que está en Caballito, teníamos mucho contacto. Nos enteramos esa mañana de los asesinatos y cerca del mediodía fui a la parroquia. Los cuerpos habían sido llevados a la morgue judicial y a la tarde fueron devueltos en cinco ambulancias escoltadas por la Policía. La calle estaba llena de gente, el velatorio fue masivo”, recuerda Juan Eduardo García.
Desde 2005, el asesinato de los curas y seminaritas palotinos se tramitaba en el marco de la megacausa ESMA. Sin embargo, el año pasado, el testimonio de Víctor Luchina imprimió un giro en el caso. El arrepentido integrante de la estructura de Coordinación Federal –como se conocía a lo que Jorge Rafael Videla rebautizó Superintendencia de Seguridad Federal– declaró en diversas causas.
En la que investiga la masacre de San Patricio, Luchina declaró que escuchó a sus compañeros de Coordinación Federal jactarse de haber sido ellos quienes habían cometido los asesinatos.
“Ese testimonio se suma a una serie de elementos que orientan la causa de Coordinación Federal. Los asesinatos de los palotinos ocurrieron dos días después del atentado al comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal. Hubo una serie de represalias por ese hecho. Y ese fue el contexto de la masacre de San Patricio, que tuvo un modus operandi muy particular, más asociado con el accionar de la Policía que con el de la Armada”, señala Varela.
El referente de Palotinos por la Memoria, la Verdad y la Justicia suma que, a partir del testimonio de Luchina, el juez Ariel Lijo –quien instruye la megacausa ESMA– deslindó parcialmente su competencia en estos cinco asesinatos y los derivó al juez Daniel Rafecas, a cargo del Juzgado N°3. En julio pasado, Rafecas asumió la investigación de la masacre de San Patricio y está avanzando con la investigación.
En ese marco, Varela fue citado para prestar declaración testimonial este martes sobre la Masacre de San Patricio, hecho que ahora se investiga como parte de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por la Superintendencia de Seguridad Federal en el marco de la megacausa del I Cuerpo del Ejército. Varela declaró cerca de tres horas y aportó una carpeta de 326 páginas con documentación.
“Creemos que hay elementos de prueba suficientes para retomar lo que en su momento fue la línea de investigación de Aníbal Ibarra cuando fue fiscal de la causa. Los partícipes necesarios de la masacre, los que garantizaron las condiciones para que pueda ser perpetrada, son los efectivos de la Comisaría 37 de Belgrano, que deberían estar procesados, en especial, el oficial ayudante Miguel Ángel Romano, porque el comisario Rafael Fensore, que en ese momento estaba a cargo de la seccional, ya falleció”, dijo.
Además, desde Palotinos por la Memoria, la Verdad y la Justicia insisten en que se cite a declarar al comisario retirado de la Policía Federal Víctor Hugo Randazzo, que se desempeñaba como oficial principal en la Comisaría 37. “Este fue el mayor hecho de sangre cometido contra miembros de la Iglesia en la República Argentina. No solo apuntamos a condenar a los autores materiales, sino también a los partícipes necesarios de este aberrante hecho”, cierra Varela.