La historia detrás del bastón de mando con los cinco mastines que eligió Javier Milei
Se trató de un trabajo de los orfebres Hugo y César Pontoriero, que son padre e hijo
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Durante la ceremonia de Asunción del nuevo Presidente, hubo un pequeño instante de complicidad. Se produjo entre Cristina Kirchner y Javier Milei, en el Congreso de la Nación. Fue el único momento en el cual la ex mandataria sacó las manos de los bolsillos del pantalón rojo que llevaba, y dejó de bambolearse: sonrió y pareció algo relajada por un instante.
Los gestos y las sonrisas que intercambiaron se concentraban en algo grabado en la parte de arriba del bastón de mando del flamante Presidente y generaron asombro e intriga en quienes seguían la ceremonia por televisión. En pocos minutos, las imágenes se viralizaron. Algunos imaginaron la abundante melena del león, comentada como posible ornamento del bastón del nuevo Presidente, hecho por el orfebre Juan Carlos Pallarols.
Con el correr de las horas, el secreto fue revelado, en parte, pues todo se había gestado en el mayor de los silencios. Al día siguiente de que Javier Milei ganara las elecciones, luego de una charla con Karina Milei y Hugo Pontoriero, el verdadero artesano del flamante bastón de mando, junto a su hijo César, quedaron decididos algunos detalles.
Fue Santiago Oría, hombre de las comunicaciones de Milei, quien estaba permanentemente en contacto con los artistas. Luego de un primer boceto firmado por Hugo Pontoriero, se avanzó en el diseño.
En el año 1932 se establecieron las normas para la confección de los bastones de mando presidencial argentinos. Se estableció que la madera debía ser de caña de malaca barnizada; la empuñadura, de 8 centímetros de largo, debía ser de oro macizo de 18 quilates y debía tener el escudo nacional esmaltado; la longitud dependería de la altura del mandatario; y el regatón que recubre el extremo inferior del bastón también debía ser de oro.
Desde el retorno de la democracia en 1983, con la asunción del expresidente Raúl Alfonsín, el bastón fue confeccionado por el orfebre Juan Carlos Pallarols, quien aplicó un diseño que él mismo ideó. Pero ya el Presidente Mauricio Macri había roto esta tradición al encargarlo al orfebre Damián Tessore.
Años después, el Presidente Alberto Fernández volvió a usar el Bastón creado por Pallarols, pero con una inscripción agregada: “Argentina de pie”.
Lo cierto es que Juan Carlos Pallarols entregó este año su propio bastón, aparentemente sin que nadie lo reclamara, mientras que se gestaba el otro.
Encargo oficial
“El encargo oficial fue el que le hicieron a mi padre. Tenemos un gran respeto por el trabajo de todos los orfebres, pero en este caso decidió el Presidente. Está bien que un jefe de Estado tenga varias opciones y pueda elegir”, dijo Hugo Pontoriero, curador del Museo de Arte Decorativo, e hijo de Hugo.
El bastón de madera de petiribí tonalizada y lustrada, de 92 centímetros de largo está, hecho en plata 900 y oro de 18 quilates y cincelado a mano. Tiene el Escudo Nacional esmaltado en oro y el monograma del presidente, que son las iniciales JGM enlazadas, también en oro.
Las guardas de laurel “simbolizan el triunfo del país y el de todos los argentinos”. En la parte superior del bastón, está el “círculo rojo” que despertó la sonrisa de la vicepresidente saliente: los cinco mastines ingleses de Milei, sus hijos de cuatro patas, armando un círculo. En el centro, arriba, Conan y a su alrededor Murray, Milton, Robert y Lucas, “sus cables a tierra emocionales” como el mismo los definió. El bastón había sido entregado en una caja de terciopelo y cuero, con el escudo Nacional cincelado en plata, a mediados de la semana pasada.
“Nos sorprendió la convocatoria. Primero nos llamaron desde el sector de Protocolo de la Casa Rosada y luego mi padre tuvo una conversación con Karina Milei”, recuerda, el curador del Museo.
Don Hugo trabaja desde hace 60 años en su taller, ubicado en su misma casa, en villa Devoto. Su especialización es el diseño de alhajas: anillos, brillantes, placas, dijes. Así lo contó Hugo su hijo, que también detalló que su padre trabajó para importantes empresas y para la fuerza Aérea.
Aunque, sin dudas, este fue el encargo más importante que tuvo. César, su hijo, fue elegido como discípulo, y trabaja codo a codo con él desde que tiene 18 años. Es su discípulo y el que continuará con su oficio.
Quienes conocen a don Hugo saben del celo, dedicación y excelencia que aplica en cada uno de sus trabajos. Desde el más pequeño, al más grande. “Me sorprende la repercusión que tuvo todo esto. Yo siempre trabajé igual, y seguiré haciéndolo de la misma manera”, dice, sonriendo, Don Hugo, con una particular bonhomía.
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