María Luisa Dose tenía casi 70 años cuando decidió volver a su Buenos Aires natal para vivir junto a sus hijos en la casa de sus sueños. Después de una vida entre Biarritz y París junto a su marido Maurice Larivière, "Memita", como le decían en la familia, había imaginado una casa de estilo francés y fue luego de enviudar que finalmente tomó la decisión de instalarse en Argentina.
Cuando les contó a sus hijos Luis, Juan y Felipe el proyecto que tenía en mente, trataron de disuadirla porque todo sonaba muy ambicioso. Pero la personalidad de María Luisa, una señora elegante, menuda y de baja estatura, pudo con todo y convocó al prestigioso estudio Acevedo, Becú y Moreno para que construyeran esta residencia de cuatro pisos ubicada en Figueroa Alcorta 3102, donde hoy funciona la embajada de España. Memita siguió de cerca la obra, trajo materiales, muebles y obras de arte desde Europa y entre 1936 y 1939 se fue construyendo la Residencia Larivière.
El Arquitecto Juan Pablo Pekarek viene trabajando sobre construcciones de esta época en el marco de la maestría de Historia y Cultura de la Arquitectura de la Ciudad de la Universidad Di Tella, y encontró que esta residencia se diferencia de algunas de sus hermanas de Barrio Parque. De afuera tiene una arquitectura clásica francesa de hôtel particulier "que es un tipo de residencia urbana que Buenos Aires toma de referencia de la Francia del siglo XVIII pero que en este caso, resulta un híbrido entre el tradicional estilo francés y el confort norteamericano. Parece una casa pero no lo es, es un edificio de departamentos, algo de avanzada para la época y para el barrio", explica Pekarek.
En efecto, la cabeza moderna de Memita pensó una residencia en la que ella y sus hijos tuvieran cada uno su departamento y su independencia. La planta baja y el segundo piso eran casi mellizos: salones de recepción en los que se hacían fiestas, cenas y hasta bailes; hoy esos espacios se mantienen como salones y desde la Embajada se organizan eventos ocasionales como los festejos del 12 de octubre, la fiesta nacional española.
En ese entonces las cenas eran casi semanales, se preparaban mesas redondas y los chefs de cada familia se ponían a trabajar para los 200 o 300 invitados que llegaban elegantes a disfrutar de la hospitalidad de la familia. En el primer piso, ocupado por la señora Larivière, estaba su dormitorio, baños, una habitación con ropero, un salón privado con chimenea, un office y la cocina. El tercer piso también tenía dormitorios, living room y cocina. Todo estaba duplicado. El cuarto piso era la mansarda, donde estaban los dormitorios del personal, las salas de lavado y planchado, todas habitaciones que dan al exterior. los techos son más bajos y solamente el ascensor de servicio llega hasta allí. En ese entonces había un patio en el medio. Hoy es todo cubierto y en el cuarto piso la embajada tiene las oficinas de los becarios que vienen a hacer pasantías.
Solamente Felipe Larivière residía en Argentina. Los otros dos hijos de María Luisa iban y venían de París. Meme Villegas de Larivière, casada con Maurice, hijo de Felipe, vivió cerca de ocho años en la residencia y recuerda que era una casa en la que "se recibía mucha gente de la cultura francesa, diplomáticos o simplemente amigos pero era una casa siempre viva, cálida. Incluso había una mesa abierta todos los días, uno pasaba y se servía", cuenta Meme desde Bariloche, donde vive actualmente.
La casa era prácticamente un centro social, se agasajaba a muchos extranjeros. Por ejemplo, los actores de la Comédie Française eran siempre recibidos allí en su paso por Buenos Aires. Los niños cantores de Viena actuaron en la casa, así como Dave Washington, el célebre músico de jazz. Para la inauguración de la residencia Larivière habían organizado una gran fiesta con baile que tuvieron que suspender porque coincidió con la invasión de Hitler a Polonia y muchos de los asistentes venían de Europa y sus barcos fueron utilizados para el envío de tropas.
Los salones de la Embajada española están muy bien mantenidos, en uno de ellos hay retratos de la Reina Sofía, el Rey Juan Carlos y Felipe VI hechos por el grupo de artistas Mondongo, que convive con las molduras y puertas ventanas francesas; mientras que otro de los salones conserva un estilo más tradicional con algunos muebles originales y la sala china, donde hoy funciona el área de turismo de la embajada, con obras de arte y objetos de chinoiserie , el arte decorativo preferido de María Luisa, símbolo de distinción en muchas casas de la aristocracia.
El arquitecto Pekarek, que también trabaja en Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos de la Secretaría de Cultura de la Nación, cuenta que Juan Manuel Acevedo, uno de los arquitectos de la residencia, era de clase acomodada, casado con Inés Anchorena. Por ser alguien conectado con ese mundo, conseguía muchas de estas obras importantes y ya para mediados de 1930, cuando empezaron a trabajar con Memita, tenían experiencia en Palermo Chico, en esa época llamado Grand Bourg, el barrio diseñado por Carlos Thays, de calles curvas y árboles autóctonos. En la parte sur de este barrio está la residencia Larivière, de las últimas en construirse. Las primeras son de 1912 y eran todas unifamiliares.
La casa tiene 3 ascensores (uno de ellos pertenecía solamente a María Luisa) y, a diferencia de otras casas de le época, tenía espacios más estancos y compactos, organizados como un departamento moderno. "Los arquitectos de ese entonces, describen la fachada como de estilo borbónico pero con ornamentación simplificada y ahí está la tendencia modernizadora para la época, la tradición francesa se va depurando. En ese entonces estaban en el último suspiro de la tradición historicista y se estaba abriendo la puerta al racionalismo", dice Pekarek.
Felisa Larivière es una de las bisnietas de María Luisa, y si bien solamente vivió un año en esa casa, su familia siempre hablaba de la residencia y de su bisabuela. "Me contaron que para ella fue duro cuando mi abuelo Felipe se alistó con 17 años durante la Primera Guerra Mundial y sus cartas se esperaban con mucha ansiedad, tengo algunas de esas cartas, son muy emocionantes", cuenta. Como otras mujeres de su época, comprometida a ayudar en un contexto de guerra, "María Luisa montó un hospital de sangre en París, el primero de su tipo en Francia. Muchos de los oficiales y soldados atendidos ahí le siguieron mandando cartas y fotos agradeciendo su apoyo, por el resto de sus vidas".
En 1988, la casa fue el escenario de Casa FOA y luego pasó a manos de la Fundación MAPFRE. En 2003, la embajada española -que funcionaba a pocas cuadras sobre la Avenida Libertador- se mudó a Figueroa Alcorta y el otro edificio hoy es la residencia del embajador. En la inauguración de la embajada estuvieron los reyes Sofía y Juan Carlos.
Meme Villegas jamás olvidará sus años en la residencia Larivière: "Para mí fue un privilegio vivir en esa casa, no solamente por los lujos sino por la hospitalidad y generosidad de Memita. Era alguien de una personalidad muy especial, todas las noches venía a saludarnos después de cenar, se quedaba charlando con nosotros y sus bisnietos. Durante el día siempre visitaba algún hospital para ayudar a los enfermos y daba gran parte de su tiempo a ese tipo de tareas solidarias".