La historia de las “casas baratas” sobre la avenida San Juan que hoy son un ícono del estilo racionalista
Casa América integra una serie de edificios que nacieron como viviendas populares en la década del 30
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Paredes curvas de hormigón armado, jardines, accesos abiertos y amplios espacios de aire hacen del edificio Casa América uno de los íconos de la arquitectura racionalista en Buenos Aires. Sin embargo, quien transite por la Avenida San Juan al 200 probablemente jamás imagine que esta moderna construcción de San Telmo en realidad nació como vivienda colectiva popular para obreros, que integraba la serie de Casas Baratas que se construyeron a lo largo de la ciudad de la década del 30.
Lo primero que llama la atención en la esquina de Balcarce, sobre la mano derecha, es un pintoresco jardín escondido, rodeado de edificios bajos, de líneas geométricas, blancas y funcionales. Pero la simetría es solo aparente. Dado que la cuadra donde se ubica tiene una marcada pendiente hacia la avenida Paseo Colón, se buscó evitar que el edificio parezca inclinado y se incorporó una planta más en el extremo más bajo, por lo que tiene cuatro niveles del lado de la calle Balcarce y cinco del lado de la Avenida Paseo Colón.
Casa América se ubica en la Comuna 1, a pocos metros de Puerto Madero, de la Plaza Dorrego y del Museo de Arte Moderno. Por detrás está la Autopista Ricardo Balbín. Se compone de tres bloques con entradas independientes por un gran jardín común con un total de 98 departamentos en casi 10.000 metros cuadrados cubiertos sobre un terreno de casi 3400 metros cuadrados.
Según detallan los arquitectos de Moderna Buenos Aires, una de las características es que la esquina tiene una planta en forma de U abierta hacia la avenida, que toma la línea municipal y las esquinas con fuerte carácter. “El espacio central presenta un borde de árboles que separa virtualmente el espacio privado, que es acceso a las viviendas, con el espacio público urbano que se enriquece con la parquización poco frecuente en el barrio”, dice el grupo de expertos.
En Avenida San Juan 270, al fondo del parque, están las escaleras de la entrada principal del conglomerado con la inscripción Casa América y la fecha de inauguración: 1937. Al 250 de esa avenida, funciona una dependencia del Ministerio de Educación de la Ciudad que forma parte del edificio, con un garaje actualmente en venta, según indica el cartel.
Pilar Alcalá tiene 89 años y transita por el jardín del complejo con su andador motorizado, dispuesta a disfrutar del sol invernal. Está orgullosa del lugar donde vive: “Es un edificio histórico y hasta ganó un premio en París por ser racionalista”, le cuenta a LA NACION.
Lo que más le gusta es la luz que ofrece el lugar donde habita desde hace más de 20 años. “Todos los departamentos son muy luminosos”, asegura la mujer. Esto se debe a que en este tipo de construcciones racionalistas se considera que uno debería poder pasar la mayor parte del día sin necesidad de recurrir a la luz eléctrica.
Pero también se integran a la naturaleza, procurando no afectarla, con diseños que presentan aberturas opuestas para facilitar la higiene y la circulación del aire, con espacios comunes confortables y aprovechables, y con lugares flexibles, poco estructurados, que permitan transformar esos sitios.
Algunos de los vecinos de Alcalá fallecieron, pero durante los últimos tiempos también llegó a Casa América gente joven, por lo que se pueden ver habitantes de diferentes edades saliendo a pasear el perro, volviendo de la oficina o de la escuela. Esto sucede tanto en los departamentos de dos ambientes, que son de unos 50 metros cuadrados, como en los de tres, de unos 80 metros cuadrados, detalla la mujer.
Sobre las Casas Baratas
Casa América fue construida entre 1935 y 1937 por la Comisión Nacional de Casas Baratas, una de las instituciones públicas que buscaron combatir la escasez de vivienda obrera en la Argentina a comienzos del siglo XX. Tenían por objetivo modificar las malas condiciones en las cuales se habitaba en los conventillos e inquilinatos de la ciudad.
Según el arquitecto noruego Alejandro Christophersen, autor del Palacio San Martín, el objetivo de la institución era “luchar tenazmente para desterrar esos slums o pocilgas antihigiénicas e inmorales, donde conviven en peligroso hacinamiento grandes y chicos dentro de un marco de suciedad y de miseria”.
Para ello el organismo creó una serie de viviendas individuales y colectivas en puntos estratégicos, a bajo costo, pero con comodidades, ya que “el propietario requiere una habitación sana dentro de un ambiente de dignidad humana al que tiene una justa aspiración y un justo derecho”, señala el arquitecto cuyas palabras son citadas por Moderna Buenos Aires.
Casas Baratas nació en 1915 y fue disuelta en 1944 para ser reemplazada por la Comisión Nacional de Viviendas. Gracias a la gestión de ese organismo estatal se llevaron a cabo nueve intervenciones en la ciudad, con un total de 891 viviendas, colectivas e individuales, en igual cantidad.
La primera construcción de esta serie fue la de Valentín Alsina, frente al Parque Patricios. El último de estos proyectos fue Casa América, considerada “una rareza” de Estanislao Pirovano (1890-s/d), su única obra racionalista. El arquitecto, que cultivó diferentes estilos, desde el francés hasta el gregoriano, es autor del exedificio del Diario LA NACION de Florida 373, luego sucursal de Falabella hasta su reciente cierre.
Un dato curioso es que Casa América, obra ganada por concurso por Pirovano, fue el primer edificio de la Comisión de Casas Baratas en tener ascensores para llegar a los pisos superiores.
Joya del racionalismo
Casa América pertenece al grupo de obras de arquitectura moderna y blanca de los años 30, con reminiscencias náuticas por sus formas redondeadas. En Buenos Aires dejó una impronta bien especial, admirada por muchos visitantes y reconocida en los ámbitos académicos arquitectónicos más importantes del mundo.
Si bien al hablar de un edificio moderno se lo relaciona de inmediato con el racionalismo, el concepto es amplio y abarca diferentes estilos, entre ellos el de la Serie Blanca-Náutica, la alemana de la Bauhaus, y la Roja que incorpora un el ladrillo visto, y la Internacional, vinculada a obras emblemáticas de Le Corbusier de los años 30.
“Es decir que nuestra arquitectura posee la calidad de “mestiza”, en la que se funden estilos para formar un híbrido distintivo de una época precisa: los años 30 y 40″, señala el arquitecto Alberto Petrina.
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