Día Mundial del Agua: la historia de la casita del Río de la Plata
A 800 metros de la costanera norte, sobre el Río de la Plata y frente al Aeroparque Metropolitano, se ve una pequeña casita de cemento. La puerta principal está conectada con el río por una escalera y no tiene ventanas. Pocos saben la historia detrás de esta pequeña construcción, que no es otra que la del origen del proceso por el que el agua llega a los hogares porteños.
Los vecinos que circulan por la zona creen que puede tratarse de una casa de fin de semana abandonada, que perteneció a algún aristócrata que quiso construir en el medio del agua. Otros piensan que es un edificio que quedó sumergido en alguna inundación. También hay mitos que hablan de que allí vivió y murió un señor muy ermitaño.
Pero ninguna de esas teorías es cierta. La casita que se ve en el río y que hoy es parte del patrimonio de la Ciudad tiene más de 140 años. Se construyó cuando el cólera y la fiebre amarilla eran amenazas en Buenos Aires y urgía la expansión del sistema de aguas corrientes. Esta construcción buscaba proveer de agua potable a unos 400.000 porteños.
Unos metros más adentro hay otras dos casitas que pertenecen a AySA, la empresa de agua que hoy funciona bajo la órbita del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la Nación. Una de ellas está en funcionamiento y es la que extrae el agua que hoy beben millones de personas. "A medida que crece la ciudad, quedan muy cerca de la costa por lo que hay que ir cada vez más adentro después de una determinada cantidad de años", explica Nicolás Soldati, jefe del departamento de control de de agua de la empresa.
El camino del agua
El agua que absorbe la toma llega desde Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Es por esta razón que los eventos que afectan el recurso hídrico del cual se sirven los porteños pueden ocurrir lejos de Buenos Aires. Por ejemplo, las crecidas del Río Bermejo que han provocado estragos en las provincias del norte argentino hicieron que el agua llegue a Buenos Aires con niveles de turbidez más elevados.
El agua del río captada a través de torres de toma llega a las plantas para ser sometida a un tratamiento que permite la eliminación de componentes físicos, químicos y biológicos indeseables. Una vez finalizado el proceso, el agua ya potabilizada se almacena en reservas.
La distribución se hace a través de un sistema integrado por una red de ríos subterráneos, que la transportan por gravedad hacia las estaciones elevadoras. Desde estas estaciones, y por baterías de pozos de bombeo, el agua es impulsada a la red primaria -formada por conductos de gran diámetro- y de allí a la red secundaria, que la lleva hasta los usuarios.
Los operarios de AySA tienen un barco que les permite acercarse a la torre de toma más lejana. Maximiliano Guido, bioquímico en AySA desde hace 12 años, cuenta que el pequeño crucero se compró en 2004, porque ya no alcanzaba con controlar el agua una vez que entraba a la planta, sino que había que salir a monitorear las aguas del Río de la Plata para detectar cualquier anomalía antes de que ingresara a la planta potabilizadora de Palermo.
Son dos los motivos que explican esta necesidad: el cambio climático, que trae consigo eventos extremos cada vez más frecuentes como inundaciones, y el avance de las actividades industriales que exigen un mayor control sanitario. Por eso el barco Orion tiene un tablero de calidad que refleja en su pantallas de manera instantánea las mediciones de conductividad eléctrica, turbidez, oxígeno disuelto, PH y temperatura. En la parte trasera está instalado el equipamiento para extraer agua del río que después irá sin escalas al laboratorio para hacerse análisis de calidad más profundos.
"Ni el color marrón del agua ni el hecho de que haya lugares en donde esté prohibido bañarse quieren decir que el agua esté contaminada", asegura Nicolás Soldati.
El monitoreo no se hace únicamente cuando el agua de los distintos ríos forman la cuenca del Río de la Plata. A lo largo del Río Paraná hay instaladas "estaciones de monitoreo" que analizan el agua que llegará a las canillas porteñas en diferentes etapas de su largo recorrido.
La empresa tiene en sus planes construir otras 12. Hasta el momento fueron levantadas cinco en Itatí, Corrientes, Paraná, Escobar y Dique Luján.
El consumo de agua, en números
En la Argentina, el promedio de consumo por habitante por día es de 317 litros. Es el país que más altos niveles de consumo tiene en la región. Chile y Brasil vienen atrás con un consumo de 168 y 164 litros respectivamente.
Es una cifra que puede parecer desmesurada para quien no sabe que, por ejemplo, en una ducha de 10 minutos o en un ciclo de lavarropa se gastan 100 litros de agua, en una descarga de inodoro 16 y una manguera abierta durante una hora deja correr 1140 litros.
Por el Día Mundial del agua y para generar conciencia sobre el cuidado de este recurso, Aysa realiza hoy entre las 8 y las 17 una serie de actividades en Diagonal Norte y Cerrito.
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