La historia de la casa de la virreina vieja en Monserrat
Entre 1912 y 1914 se construyó el simbólico edificio Otto Wulff en la esquina noroeste de Perú y Belgrano, en el barrio porteño de Monserrat. El terreno donde se levanta esta obra exponente de la escuela Jugendstil –versión nórdica y germana del Art Noveau– fue comprado en una subasta por los empresarios Otto Wulff y Nicolás Mihanovich. El proyecto fue encargado al arquitecto danés Morten Rönnow. Pero, en este caso, vamos a concentrarnos en la casa que ocupó este solar, antes de que se edificara esta obra.
Se conocía como "la casa de la Virreina Vieja". Llevaba este nombre por Rafaela de Vera y Mujica, la segunda esposa del virrey Joaquín del Pino, octavo virrey del Río de la Plata.
La casa había sido construida en 1782. Tenía veinte ambientes y caballeriza. Se cuenta que su primer propietario no la habitó, pues fue encarcelado. Enseguida pasó a manos de Pedro Medrano, tesorero y secretario de la gobernación del Río de la Plata, quien luego la vendió al citado virrey, que murió en 1804. Doña Rafaela, su viuda, le dio nombre popular al inmueble. Al principio era la "Casa de la Virreina Viuda" pero luego, con la llegada de nuevas virreinas, el adjetivo trocó en Vieja.
En 1807, durante la Segunda Invasión Inglesa, la casona fue uno de los sitios en que las tropas que defendían la ciudad lograron matar gran cantidad de enemigos que la habían utilizado como refugio. El recuerdo de aquellos días la evoca con ríos de sangre corriendo por sus paredes.
Una de las hijas de Del Pino, Juana, se casó con Bernardino Rivadavia y hay historiadores que aseguran que habitaron esta morada, aunque no hay bases concretas. Lo cierto es que, ante la muerte de Rafaela, en 1816, la casona volvió a la familia Medrano y se transformó en residencia obispal, pues vivió allí el prelado Mariano Medrano.
Joaquín Almeida, y luego su viuda Juana Cazón, la ocuparon hasta que tras su muerte en 1848, fue cedida en renta para beneficio de algunas instituciones caritativas. Treinta años más tarde se abrió aquí el Monte de la Piedad de la Provincia de Buenos Aires, una entidad oficial de préstamos. Una década después se la transfirió a la ciudad y se llamó Banco Municipal de Préstamos y Caja de Ahorros.
En 1909, el progreso de la ciudad determinó la mudanza de la institución financiera y la vieja casona se transformó en conventillo hasta que en 1910 fue demolida para la construcción del gran edificio que desde entonces ocupa esta esquina.
Al comenzar el proyecto del edificio Otto Wulff, el arquitecto Morten Rönnow, realizó el primer relevamiento material de un edificio histórico en la Argentina. Entre las pertenencias se encontraban once láminas en tinta más una acuarela en perspectiva de la casa de la Virreina Vieja. El mencionado arquitecto las donó a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires en 1950. En ellas pueden verse objetos como el aljibe, herrajes, puertas y demás detalles únicos para un edificio colonial.
La reliquia estuvo en pie casi 130 años. Lamentablemente, no fue preservada. Pero, gracias a Rönnow, más algunas fotografías, hoy podemos conocer un exponente de una vivienda de clase acomodada anterior a la independencia argentina.
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