La Gran Mortandad: descubren la causa detrás de la peor catástrofe jamás ocurrida en la Tierra
La mayor extinción masiva ocurrida en nuestro planeta eliminó a más del 90% de las especies marinas y al 75% de las terrestres
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Hace más de 66 millones de años, un asteroide de nueve kilómetros de diámetro golpeó en lo que ahora es la península de Yucatán en México. La explosión desencadenó el evento de extinción masiva más famoso y reconocido, que puso fin al reinado de los dinosaurios. Pero este cataclismo, que acabó con la era de los reptiles primitivos, no fue el peor incidente de desaparición colectiva de especies que ocurrió en la Tierra.
Hace unos 252 millones de años, sucedió una extinción masiva a finales del Pérmico que se convirtió en la hecatombe biológica más grave jamás ocurrida en nuestro planeta. Este fatal acontecimiento eliminó a más del 90% de las especies marinas y al 75% de los ejemplares terrestres. Los científicos denominaron como “La Gran Mortandad” a esta serie de eventos que estuvo a punto de hacer desaparecer a casi toda la vida del mundo antiguo.
Las enormes erupciones volcánicas, una de las más temibles fuerzas de la naturaleza, fueron el desencadenante de “La Gran Mortandad”. Toda la región de lo que ahora es Siberia fue cubierta por siete millones de kilómetros cuadrados de lava, de los que aún se conservan en la actualidad dos millones de kilómetros cuadrados en forma de basaltos, rocas ígneas extrusivas de color oscuro.
La doctora Carina Colombi, investigadora del Conicet y del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de San Juan, habló con LA NACION para describir cómo se originó la catástrofe natural. “Cómo sucede en todas las grandes extinciones masivas, no existe una sola causa. La hipótesis más aceptada es la de una serie de eventos concatenados que podrían haber comenzado con impactos de meteoritos en la Antártida. Los mismos, que estaban ubicados en las antípodas de Siberia, podrían haber generado una especie de ‘gran onda sísmica’ que produjo la generación de una serie erupciones volcánicas con la producción de millones de kilómetros cúbicos de basaltos”, indicó la especialista.
En el mismo sentido, la doctora Guadalupe Arzadún, investigadora asistente del Conicet y del Laboratorio de Termocronología de los Andes, dialogó con LA NACION para explicar las razones de la mayor crisis biótica de la historia. “Hay muchísimos estudios sobre las causas de la gran extinción de finales del Pérmico. Se sabe a partir de estos, que hubo una gran actividad tectónica durante la época, con registros de extensa actividad volcánica en toda la Tierra y evidencias paleomagnéticas de una reestructuración de las placas tectónicas que formarían el supercontinente llamado Pangea (producto de la unión de todos los continentes) y un único océano llamado Pantalasa”, dijo la científica.
Aunque los expertos de todo el mundo ya habían planteado previamente la hipótesis de que la extinción masiva del final del Pérmico había sido provocada por gigantescas erupciones volcánicas, no habían podido explicar hasta ahora el mecanismo por el cual estas erupciones determinaron la desaparición de tantas especies diferentes, tanto en la tierra como en los océanos.
Un estudio reciente reveló que las partículas de níquel dispersadas por las erupciones volcánicas fueron las responsables de “La Gran Mortandad”. Este evento catastrófico estuvo a punto de hacer desaparecer a la vida de nuestro planeta, que recién pudo recuperarse millones de años después, durante el Mesozoico, en la era en la que los dinosaurios dominaron una Tierra mucho más parecida a la que conocemos en la actualidad.
“No está claro cuánto tiempo duró este evento, hay muchas discusiones al respecto, pero lo que sí es evidente es que las especies no tuvieron suficiente tiempo para adaptarse ya que desaparecieron aproximadamente el 95% de las especies marinas y el 70% de las especies terrestres”, aseguró Arzadún a LA NACION.
Según la investigación publicada en la revista científica Nature Communications, una vez que los volcanes expulsaron el magma a la atmósfera, las altas concentraciones de níquel alcanzaron a la mayoría de los cuerpos de agua del mundo y, al entrar en contacto con los seres vivos, el metal los envenenó hasta matarlos.
Laura Wasylenki, profesora de la Escuela de Tierra y Sustentabilidad de la Universidad del Norte de Arizona y coautora de la investigación, escribió: “Los resultados del estudio proporcionan una fuerte evidencia de que las partículas ricas en níquel se convirtieron en aerosol y se dispersaron ampliamente, tanto a través de la atmósfera como en el océano”.
El níquel es un elemento nocivo para la mayoría de los organismos marítimos y terrestres que, al ingerirlo o respirarlo, murieron poco tiempo después. Además, la científica sumó otro fundamento. “El níquel es un metal esencial para muchos organismos, pero un aumento en la abundancia del mismo habría provocado un aumento inusual en la productividad de los metanógenos, microorganismos que producen gas metano. Y el aumento de metano, habría sido muy dañino para toda la vida dependiente del oxígeno”, indicó Wasylenki.
Como resultado, el gas metano, que es mucho más potente para el calentamiento global que el dióxido de carbono, se combinó con el resto de los gases de efecto invernadero expulsados por el magma a la atmósfera, y aumentó la temperatura global en cinco grados en muy poco tiempo. Las erupciones volcánicas también causaron una acidificación de los océanos sin precedentes, que afectó de manera peligrosa a todos los organismos marinos.
El estudio concluyó que la propagación del metal fue la causa principal de la desaparición de las especies. “Los datos del estudio proporcionan un vínculo directo entre la dispersión global de aerosoles ricos en níquel que causaron los cambios en la química del océano y el evento de extinción masiva”, aseguró Wasylenki.
El descubrimiento del níquel permite a los investigadores relacionar todos los sucesos que desencadenaron el acontecimiento de la devastadora desaparición de gran parte de la biodiversidad del planeta. Además, ofrece una nueva aproximación al reconocimiento del níquel como elemento fundamental en las ciencias de la Tierra para explicar cómo la vida surgía o desaparecía en el pasado.
“Los datos también demuestran que la degradación ambiental probablemente comenzó mucho antes del evento de extinción masiva, tal vez empezaron 300.000 años antes de esa fecha”, dijo Wasylenki. Y agregó: “Antes de este estudio, la conexión entre las erupciones volcánicas, la disminución del oxígeno en los océanos y ‘La Gran Mortandad’ era bastante vaga. Pero ahora tenemos evidencia de un mecanismo de destrucción específico. Este hallazgo demuestra el poder de los análisis de isótopos de níquel, que son relativamente nuevos, para resolver viejos problemas en las geociencias”.
Asimismo, otro estudio publicado en la revista Nature Geoscience, reveló que la extinción masiva se debió a un aumento repentino del contenido de oxígeno en el océano y a un posterior descenso. Los científicos coincidieron con la investigación de Wasylenki que estableció una disminución del oxígeno durante “La Gran Mortandad”, pero se diferenciaron en que el descenso no sucedió de forma gradual, sino que ocurrió rápidamente.
“Hay trabajos previos que muestran que el medio ambiente se volvió menos oxigenado y esto condujo al evento de extinción, pero plantearon la hipótesis de un cambio gradual. A nosotros nos sorprendió observar que este suceso de oxigenación que ocurrió de forma rápida, coincidió con el inicio de la desaparición de las especies para luego retornar a las condiciones de reducción”, dijo Sean Newby, investigador de la Universidad Estatal de Florida y autor principal del estudio.
El investigador cree que la oxigenación se produjo en unas pocas decenas de miles de años, un período muy breve de tiempo en la escala de los millones de años de la historia de la Tierra. Además, sostuvo que la anoxia marina, como se conoce a la disminución del oxígeno en los océanos, habría sido causada por el cambio climático de aquel entonces cuyo origen habría sido el aumento del dióxido de carbono por las erupciones volcánicas.
“Para el registro geológico, el cambio en la oxigenación fue prácticamente instantáneo. Y por supuesto que se puede comparar con el cambio climático moderno, provocado por el ser humano, donde estamos teniendo enormes y rápidos cambios en fracciones de tiempo que pueden relacionarse con ‘La Gran Mortandad’”, explicó Newby.
Los científicos tienen previsto estudiar otras extinciones masivas antiguas para comprobar si alguna de ellas coincidió con similares cambios drásticos en el oxígeno. Estos futuros estudios podrían tener implicaciones en la vida actual de nuestro planeta porque ayudarían a comprender mejor las consecuencias de la disminución de la cantidad de oxígeno en los océanos por culpa del calentamiento global y detener, de una vez por todas, el cambio climático producido por la actividad del ser humano.
Al respecto, la doctora Colombi expresó su opinión. “Creo que fácilmente se puede hacer un paralelismo con lo acontecido hace 250 millones de años por causas naturales y lo que sucede en la actualidad por las malas decisiones del ser humano y su falta de conciencia y compromiso con el medio ambiente. El aumento de los gases efecto invernadero está generando muchas alteraciones en el medio ambiente, algunas irreversibles, y debemos ser conscientes de esta situación. Debemos tener en cuenta que, al igual que sucedió a finales del Pérmico, los cambios en el medio ambiente están encadenados unos con otros”, dijo la especialista.
“Es como un efecto dominó porque cuando tiramos la primera pieza ya no podemos detener los efectos posteriores, y las consecuencias pueden ser fatales para la flora y la fauna que nos rodean, y para nosotros mismos los seres humanos como especie. Por esa razón, tenemos que empezar a cuidar nuestro medio ambiente de manera inminente y a reducir nuestra huella de carbono para que sea lo más pequeña posible”, reclamó Colombi.
De igual forma, la doctora Arzadún coincidió con el veredicto y ofreció su contundente consejo. “El ser humano debe considerar que, al igual que todo en la naturaleza, no es eterno, y modificar su pensamiento cultural acerca de la muerte y la eternidad. Además, debe tener en cuenta que su existencia en la Tierra es extremadamente corta en el tiempo geológico, comparada con la de otras especies”, manifestó.
“Es importante visibilizar la gran expansión del humano en el corto tiempo que ha vivido sobre la Tierra y los cambios que ha producido. Debería ser consciente que la mala gestión de los recursos naturales y la aceleración del cambio climático que genera, podrían ocasionar no solo la desaparición de otras especies, sino también su propia extinción”, concluyó Arzadún.
Por estas razones, las expertas sostienen que el cambio climático está produciendo enormes alteraciones en fracciones de tiempo cada vez más veloces y que estas perturbaciones podrían compararse con las ocurridas durante la extinción masiva conocida como “La Gran Mortandad”. Así, la mayor crisis biótica de la historia que ocurrió hace más de 252 millones de años, podría volver a suceder en cualquier momento y tener al ser humano como la principal especie desaparecida.
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