La fórmula del intendente macrista de Tres de Febrero para resistir la marea peronista del conurbano
Pantalón negro, remera negra y buzo con capucha negra: como un boxeador a la mañana siguiente de una pelea áspera, Diego Valenzuela luce cansado, pero distendido. El intendente de Tres de Febrero acaba de sobrevivir a la marea peronista que arrasó el conurbano en las últimas elecciones. "Estuvo picante, pero la sacamos adelante", admite.
Junto con Néstor Grindetti, su par de Lanús, y los representantes de San Isidro y Vicente López, sólidos bastiones antiperonistas, Valenzuela logró renovar su mandato. Son la resistencia de Juntos por el Cambio en el segmento electoral donde Alberto Fernández logró gran parte de la diferencia de votos que lo llevaron a la presidencia. Lo hecho por Valenzuela y Grindetti incluye un mérito extra: dieron vuelta la derrota que habían sufrido en las PASO.
"Hicimos de todo", dice Valenzuela a la hora de explicar su fórmula para recuperarse. Lo central, claro, fue el corte de boleta. Su candidatura a intendente obtuvo el 47% de los votos contra el 44% de su rival peronista, Juan Debandi. Esta cifra invierte el resultado de las elecciones a presidente y a gobernador, donde ganaron Fernández y Axel Kicilof. De hecho, la boleta de Valenzuela en Tres de Febrero obtuvo casi 10 puntos más que la de Macri.
"La boleta que se cortó fue la otra", se ataja Valenzuela. Su aclaración apunta a señalar que quienes pusieron su nombre junto a los Fernández jamás iban a votar por Macri. La recesión económica, argumenta, le puso un techo a las aspiraciones de sumar más votos para la reelección presidencial. Ante ese panorama, su negocio fue buscar adhesiones entre los votantes de la oposición.
Clase media
Lindante con la General Paz y a pocos minutos de auto de los distritos prósperos del norte del conurbano, pero también de los pobres del sur, Tres de Febrero es un municipio residencial de casas y unos pocos edificios bajos, con un amplio tejido de pymes que emplean, en promedio, unas 20 personas cada una. Está conectado con la ciudad de Buenos Aires por tres líneas de ferrocarril y tiene 400.000 habitantes.
El distrito tiene una configuración de clase media que sufrió con el derrumbe de la economía. Las ventas del kiosko de la avenida San Martín, a metros de la intendencia, bajaron 40% en un año y cuatro de los ocho locales de la cuadra están cerrados. La crisis se nota en la florería que queda en la esquina de la estación de tren y en el local de quiniela. Esa fue la explicación que encontró Valenzuela tras la derrota de las PASO, cuando el distrito le mostró su enojo y la sumatoria de los candidatos peronistas lo superó por 12 puntos.
Carteles
Amenazado con la posibilidad de convertirse en apenas una breve interrupción en la larga hegemonía peronista del distrito, Valenzuela hizo autocrítica del estilo distante con que había encarado la campaña hasta las PASO y apeló al manual de campaña del conurbano. "Hicimos muchas obras, pero no lográbamos que las asocien con nuestra gestión", se sincera. Para revertir esto, pusieron entre paréntesis ciertos pruritos republicanos -"había que ganar la elección", explica- y estamparon su nombre al lado de los anuncios de obras. "Por un barrio más iluminado, votá a Valenzuela", decía un cartel típico de la campaña. "No es todo Facebook y call centers", dispara el intendente.
Sobre estas cuestiones habló con Macri en un café que tomaron en la Casa Rosada luego de la debacle de las PASO. Valenzuela tiene una buena relación con el Presidente y se ríe cuando recuerda la respuesta que le dio cuando le anunció que competiría contra Hugo Curto, el histórico barón del conurbano que gobernaba el distrito: "¿Con esos anteojitos pretendés ganarle?"
Además de carteles, Valenzuela entendió que, si quería ganar en este contexto económico, tenía que salir a poner el cuerpo. "Fui a buscar la incomodidad", explica. Eso significaba reunirse con las víctimas de la recesión y escuchar reclamos. Organizó encuentros en fábricas en crisis, sindicatos y clubes de fomento. Dice que arrancaban ásperos y que, luego de soportar largas diatribas sobre asuntos de macroeconomía en los que tenía poca injerencia, a veces lograba colar temas municipales, en los que basó su campaña. No sabe cuántos votos logró sumar, pero recuerda a Romina, la operaria de una fábrica de tableros eléctricos, que le admitió que votaría a los Fernández para presidente, pero a él para intendente.
Su estrategia funcionó y Valenzuela descansa tranquilo. Entre los adornos de su despacho hay una taza con una leyenda sugestiva. "Reivindico la rosca", dice sobre el rostro de Emilio Monzó, el presidente de la Cámara de Diputados que terminó eyectado del círculo de poder que se había formado alrededor de Macri.
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