La falsificación de moneda, un delito que golpea los bolsillos
En los últimos tres meses, la policía secuestró en la ciudad $ 2.500.000 falsos
El hallazgo de casi dos millones y medio de pesos falsificados en billetes de distinta denominación durante dos procedimientos policiales realizados en los últimos tres meses se convirtió en un problema que preocupa y que perjudicó, principalmente, los castigados bolsillos de la gente.
¿A quién no le dieron un billete falso alguna vez? Pocos son los que pudieron escapar de ese amargo momento en el que un cajero pasó el billete por la lámpara ultravioleta y quedó en evidencia el engaño.
El incremento en la cantidad de billetes falsos secuestrados en los bancos sirve para demostrar que la falsificación de moneda tiene su mercado.
El imprentero o fabricante de moneda apócrifa percibe entre un 20 y un 30 por ciento de su valor, según la calidad de la copia. Aunque el precio puede aumentar cuando el producto ingresa en la etapa más delicada del delito: la puesta en circulación de los billetes falsos, donde los distribuidores se llevan otro 20 % de comisión.
"El problema es que la gente no mira los billetes. Para no ser sorprendido con dinero falso, hay que fijarse en las medidas de seguridad del papel. Si tienen dudas con una, revisen todas. Nunca una marca hace por sí sola al billete", explicó el comisario Miguel Corvera, jefe de la División Scopometría de la Policía Federal, donde analizan los billetes apócrifos.
Cansados de ser embaucados, los argentinos parecen haber aprendido la lección y comenzaron a prestar atención a su dinero. Este punto quedó de manifiesto con la disminución del número de billetes de alta denominación secuestrados, de 100 y de 50 pesos. Sin embargo, creció la cifra de los de baja denominación, de 10, 5 y 2 pesos.
"Esto ocurrió porque la gente comenzó a mirar con más atención los billetes de mayor valor y siguió sin observar con detenimiento los billetes chicos", explicó José María Avilés, subgerente de emisión de moneda del Banco Central de la República Argentina.
También circulan monedas apócrifas de un peso, más fáciles de poner en circulación. Al falsificador le cuesta entre 40 y 60 centavos fabricar cada moneda.
Así como varían los precios de los billetes falsos según su calidad, también cambian los tipos de elaboración.
Con el tiempo, el falsificador dejó de ser el artesano que pacientemente trabajaba para fabricar una plancha de aluminio casi perfecta con la que imprimía el billete, para dejar su lugar a los falsificadores que utilizan fotocopiadoras de color, scanners e impresoras láser.
La noche anterior al allanamiento de una casa donde vendían billetes falsos, los policías encontraron en la basura uno de los elementos que sirvieron para probar la responsabilidad de los detenidos.
Los billetes de Primavera
Pacientemente, los investigadores reconstruyeron la boleta de tinta y toner para fotocopiadoras que estaba en lo de Oscar Tomás Dis, que en realidad era Oscar Tomás Primavera, un reconocido falsificador de la zona norte del Gran Buenos Aires.
Esa noche de abril, en San Fernando, Primavera se escapó, pero fue detenido hace diez días, en La Matanza, cuando intentaba cambiar varios billetes falsos. La fotocopiadora con la que hacían los billetes nunca apareció. "En los dos últimos operativos, más que falsificaciones encontramos imitaciones. Se trata de copias muy burdas que no pueden imitar todas las marcas de seguridad que tienen los billetes, especialmente el sello de agua, que en la mayoría de las falsificaciones se hace con tinta blanca o incolora", señaló Juan Pablo Caro, encargado del laboratorio del Banco Central.
Según los peritos, el papel y el sello de agua constituyen las medidas de seguridad más difíciles de imitar.
Pero existen distintos puntos de vista sobre el papel. Mientras algunos investigadores de la policía bonaerense sostienen que la materia prima se consigue en el mercado negro, a partir de la oferta que hacen los piratas de asfalto que asaltan camiones con papel moneda, los peritos aseguran que esto es imposible, ya que el papel se importa y las planchas están perfectamente controladas.
La distribución de los billetes constituye el segundo eslabón de la cadena delictiva. Es también el tramo más frágil.
La quiniela clandestina, los usureros, las estaciones de servicio, los peajes de las autopistas y los locales nocturnos se convirtieron en los puntos estratégicos para introducir los billetes falsos en el circuito monetario.
Siempre se buscan lugares con poca luz, donde el usuario esté apurado y donde el alcohol puede más.
Perdido por dos mujeres
Si bien Daniel Bellini, el ex dueño de una disco de Ramos Mejía, apareció como uno de los falsificadores más famosos del país, un personaje conocido como "El Tano Parenti" fue, según la consideración de varios policías, aquel que logró preocupar a los hombres del Servicio Secreto de la Reserva Federal de los Estados Unidos con sus billetes de cien dólares.
"Parenti había logrado una muy buena calidad de billetes. Los hacía con el sistema offset. Era un auténtico artesano. Su error consistió en pagarles a dos prostitutas con sus billetes falsos. Ambas mujeres le pagaron al cafishio con esa plata. Este advirtió que tenían el mismo número de serie y denunció a Parenti", relató un veterano investigador.
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