La endoscopía, una práctica "tan segura como cruzar la calle", según los especialistas
Desconcierto de los médicos por el desenlace fatal de un estudio que suele tener riesgos mínimos; se hacen unas 2000 por día
El estupor que desde anteayer invade a colegas y público por la muerte inesperada y prematura de Débora Pérez Volpin, la experiodista que recientemente había asumido como legisladora de la Ciudad, no les es ajeno a los médicos.
"Lo vivo como una tragedia", "para mí fue un shock", "es impensable que suceda algo así", "cuesta entender qué pasó" son algunas de las frases que se escuchaban ayer entre especialistas de vasta experiencia en el tipo de estudio al que estaba siendo sometida Pérez Volpin cuando ocurrió su deceso: una endoscopía digestiva.
De acuerdo con registros internacionales, se trata de un procedimiento altamente seguro y que solo presenta complicaciones muy excepcionalmente.
"Cuando se hace como corresponde, es tan seguro como cruzar la calle si uno mira para los dos lados...", ilustra el doctor Rafael Moore, jefe de la Sección Gastroenterología de Cemic. En números, esto se traduce en tasas de mortalidad de entre 0,001 y 0,004%.
"Cuanta mayor sea la cantidad de endoscopías que se practiquen en un lugar, más es la experiencia que se reúne y menor la chance de complicaciones -agrega-. Cuando se hace con fines diagnósticos, hay menos de una muerte cada 10.000 casos. Cuando es terapéutica, esa cifra aumenta un poquito, pero sigue siendo muy baja".
En Cemic se hacen 8000 por año y hay centros especializados que pueden llegar a realizar hasta 2000 o 3000 por mes. Se calcula que en la ciudad y la provincia de Buenos Aires se realizan miles por día.
"La mortalidad es casi inexistente, no es considerada en este estudio: uno no puede ni debe morirse; la morbilidad puede alcanzar al uno por 1000", coincide Edgardo Smecuol, médico del Hospital de Gastroenterología Bonorino Udaondo y del Sanatorio San Lucas.
Diagnóstica y terapéutica
"Endoscopía digestiva" es un nombre genérico que designa dos procedimientos que se realizan con instrumentos similares, pero no iguales: la digestiva alta o gastroscopía, y la baja o colonoscopía.
La técnica no es exactamente la misma, y las indicaciones, riesgos y complicaciones tampoco.
Se emplea para el diagnóstico o tratamiento de diversos cuadros. "Es una herramienta de enorme utilidad y uno de los grandes desarrollos de los últimos 40 años -subraya Smecuol-, un procedimiento revolucionario para diagnosticar muchas situaciones clínicas, como celiaquía, esofagitis por reflujo, hernia hiatal, gastritis o lesiones tumorales. Especialmente, todo lo que tiene que ver con histología (el estudio de los tejidos), porque uno puede tomar biopsias sin necesidad de operar, como antes. Y no solo diagnostica, sino que también permite tratar; es decir, que yo puedo dilatar una estenosis esofágica (estrechamiento del esófago), detener el sangrado de una úlcera gastroduodenal, extraer un pólipo, hacer tinciones de mucosa y saber si se está volviendo maligna...".
Usualmente se usan videoendoscopios compuestos por un tubo muy estrecho (con un diámetro de unos 10 mm, parecido al de una birome) recubierto por un material impermeable que no daña. En la punta tiene una luz y una pequeña cámara de video. "Se ingresa por la boca, se pasa por la garganta y por el esófago, y tiene la capacidad de insuflar aire, o aspirar aire o líquido (en el caso de que hubiera sangre por una hemorragia digestiva) -explica Moore-. Permite ver la mucosa en una pantalla, con mucho detalle y en alta definición".
En caso de que se necesite realizar una maniobra terapéutica, el endoscopio también permite el pasaje de pinzas para tomar una biopsia o lazos de alambre muy finitos para extraer pólipos o cuerpos extraños cuando alguien se traga algo (como a veces sucede con los chicos con monedas, botones o bolitas).
Los riesgos están vinculados con el procedimiento en sí y con la sedación. Para reducirlos al mínimo, se realiza una consulta preendoscópica que permite evaluar si es necesario tomar recaudos especiales; por ejemplo, en el caso de diabéticos, personas que fuman o sufren de enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
"La endoscopía se puede realizar incluso aplicando [el anestésico local] xilocaína en la garganta -explica Smecuol-, aunque para evitarle molestias al paciente en general se lo somete a una sedación".
"Para esto se usa un hipnótico de acción ultracorta -agrega el doctor Marcelo Campos, secretario científico de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires-. Cuando uno deja de infundirlo, el paciente se despierta. A diferencia de lo que ocurre en una cirugía, no se usan analgésicos potentes que provocan relajación muscular, ni es necesaria la intubación (para asistir la respiración). Por otro lado, se hace un control constante del paciente, con un monitor cardíaco, un presurómetro (para medir la presión arterial) y un oxicapnógrafo (para registrar la oxigenación de la sangre). Si hubiera un contratiempo, se interrumpe el estudio".
Muy excepcionalmente, se puede perforar el estómago o el esófago con el endoscopio. O puede producirse una neumonía por aspiración, si el paciente no hubiera cumplido con el período de ayuno indicado. Pero incluso estos casos se resuelven quirúrgicamente, coinciden todos los especialistas consultados.