La directora de ONU Mujeres, en la Argentina: "El Gobierno puede hacer más en términos de género"
Los ojos diminutos y nublados de Phumzile Mlambo-Ngcuka no se inmutan. Tampoco el resto de su cara, despejada bajo su turbante, entre dos pequeños aros de argolla. La directora de la ONU Mujeres solo varía la expresión por momentos. Cuando ironiza contra los discursos que subestiman el acoso sexual callejero; cuando golpetea con los dedos sobre la mesa para enfatizar que la educación sexual previene los embarazos adolescentes; cuando escucha la frase "la revolución de las hijas". Y cuando pronuncia una sola palabra en castellano: "Machismo".
Es la cuarta visita de Mlambo-Ngcuka, titular de la organización de Naciones Unidas desde 2013. Esta vez vino a Buenos Aires para participar de la cumbre del W20 e inaugurar la primera oficina de la ONU Mujeres en la Argentina, que promoverá las acciones "Spotlight" y "Ganar-Ganar", respectivamente contra la violencia y por el acceso femenino al trabajo.
Exvicepresidenta de Sudáfrica entre 2005 y 2008, la primera mujer en alcanzar ese cargo en el gobierno de su país está sentada detrás de una mesa de madera en la sala Margot del primer piso del hotel Four Seasons donde, casualmente, las habitaciones tienen nombre de mujer.
Antes de empezar la entrevista con LA NACION toma un sorbo de jugo y se desliza un caramelo entre los labios. Viene de días de reuniones con referentes del feminismo, conferencias de prensa y eventos con políticos. Sólo tiene media hora, durante la cual hablará con expresión severa de cifras de femicidios, educación sexual, acoso, el rol de la Iglesia y la falta de presupuesto y políticas públicas para erradicar la desigualdad a nivel local y regional.
Está al tanto de que en la Argentina una mujer muere víctima de femicidio cada 28 horas y cree que en términos de género, el Gobierno "puede hacer más y mejor". También remarca la falta de acceso de las mujeres a la Justicia. Pero festeja la aprobación de leyes destinadas a la problemática de género. Por ejemplo, la ley Brisa. O la quita de responsabilidad parental a femicidas: "Esperemos que, con esto, los hombres piensen antes de cometer un crimen que hace tanto daño a las mujeres".
Experta en educación y políticas públicas, cuestiona la resistencia de la Iglesia frente a la educación sexual en las escuelas públicas y desafía con una pregunta: "¿Tienen otra solución para el embarazo adolescente?".
Sobre el final de la charla se sorprende con la expresión argentina "la revolución de las hijas", pero la capta de inmediato y la califica: "Es estimulante que la próxima generación tome responsabilidades sobre su futura vida adulta".
Y por un instante habla en plural y se mimetiza con las argentinas que promovieron la legalización del aborto: "El primer debate se perdió. Vi esto mismo en otros países. Usualmente no se gana la primera vez. No hay que desalentarse, recién comenzamos".
-ONU Mujeres tiene oficinas en Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, Brasil, Barbados, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Perú. ¿Qué significa que inaugure una sede en la Argentina?
-Significa que podemos ayudar a reducir la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres, colaborar con la sociedad civil y apoyar el trabajo del movimiento de mujeres. Vamos a trabajar con el Gobierno y a asociarnos con el sector privado. Estamos acá porque necesitamos ocuparnos del problema del "machismo", asegurarnos de que los hombres usen su poder para pelear contra la inequidad de género, que no es un asunto de mujeres. Es un tema de hombres, y ellos tienen que ocuparse.
-¿Cómo ve a la Argentina en términos de igualdad de género en relación con el resto de América latina?
-Tiene sus fortalezas y sus debilidades, como la mayor parte de los países. Pero creo que el mayor problema es el femicidio. También los estereotipos sobre las mujeres, que perpetúan la violencia contra las mujeres. Y el hecho de que no haya fácil acceso a la Justicia. Es importante fortalecer las instituciones judiciales para asegurarse de que los perpetradores sepan que hay consecuencias para sus crímenes y disuadirlos. Al mismo tiempo creo que es bueno que en la Argentina haya legislación sobre la violencia contra las mujeres y a favor de la igualdad. El desafío es hacer que estas leyes realmente funcionen. Estamos felices de ver que se aprobó la ley que da compensación a chicos cuyos padres fueron víctimas de femicidio y de que los femicidas pierdan el derecho a ser padres. Esperemos que esto haga que los hombres piensen antes de cometer un crimen que hace tanto daño a las mujeres.
-¿Cree que el Gobierno de la Argentina está comprometido con la temática de género?
-Creo que pueden hacerlo mejor. Pueden hacer más. El Gobierno no es solo una persona, está compuesto por mucha gente. Algunos tratan, otros no lo suficiente. Tienen que asegurarse de que las leyes realmente funcionen, porque fueron hechas para realmente asistir a la gente.
-¿Está al tanto de que el presupuesto para el año que viene va a estar varios puntos por debajo del índice de inflación? ¿Cuál es la importancia del presupuesto para enfrentar los problemas derivados de la desigualdad de género?
-El presupuesto es importante en cualquier lado. Tenemos algo llamado Responsabilidad de Género donde analizamos si se invierte en servicios importantes para las mujeres, como en salud y educación. No se trata solo de que haya suficiente dinero, sino de que esté bien dirigido. Cuando invertís en una casa maternal, tenés que ir a verla, porque podés estar perdiendo de vista actividades importantes para las mujeres y los niños que deben llevarse a cabo en esa casa. El diagnóstico de la situación y un adecuado direccionamiento del presupuesto son dos temas claves. No hay un solo país que tenga suficientes recursos para destinar a los temas que se necesitan. Pero es importante el modo en que usamos lo que tenemos para dejar de crear discrepancias e inequidad.
-¿La oficina de ONU Mujeres va a monitorear el direccionamiento y la efectividad del presupuesto?
-Sí. Vamos a ver los gastos y también vamos a proveer data, uno de los aspectos en los que somos muy fuertes. Por ejemplo, en la Argentina tenemos una gran iniciativa llamada Spotlight, que va a ocuparse de la violencia contra las mujeres, en parte a través del análisis de los datos, el rol de la sociedad civil y los aportes de las instituciones.
-¿Por qué cree que no bajan las cifras de femicidio en la Argentina?
-Muchas veces, cuando hay mayor conciencia sobre una problemática, hay más reportes, y esto hace que las cifras aumenten. Esto puede parecer desalentador al principio, pero si se toman las políticas adecuadas, luego tienden a disminuir, a pesar de que haya mayor cantidad de denuncias o un registro más adecuado. El problemas es cuando pasa el tiempo y los números no empiezan a bajar.
-Este año se debatió la legalización del aborto por primera vez en el Congreso y no fue aprobado. ¿Cree que mantener el aborto en la clandestinidad es una forma de incumplir con el derecho a la salud?
-En los países donde el aborto no es legal mueren más mujeres. Ese es el resultado final. Para salvar a las mujeres es importante asegurar las condiciones necesarias para que las mujeres no mueran. En este país el debate recién empezó. El primer debate se perdió. Tenemos que seguir logrando que más personas se comprometan, debatan. Vi esto mismo en otros países. Usualmente no se gana la primera vez, pero la gente no debería sentirse desalentada. Es muy bueno que el debate haya comenzado, recién empezamos.
-¿Conoce la frase "La Revolución de las Hijas"? Refleja la militancia de las mujeres más jóvenes, incluso niñas y adolescentes, que se evidenció con más fuerza durante el debate por el aborto.
-Es muy estimulante que la próxima generación tome responsabilidades sobre su futura vida adulta. Cuanto antes cambien sus vidas, mejor, para que no tengan que atravesar lo que nosotras atravesamos. Por ejemplo, la paga desigual. Esto tiene que cambiar ahora, para que las millenials tengan un mejor trato, un mejor contrato. Aunque logramos un cambio, y algunos empleadores no discriminan, hay muchos que lo siguen haciendo.
-¿Qué opina del lobby de sectores de la Iglesia contra la educación sexual y el aborto?
-Creo que tenemos que seguir mostrando evidencias. Los países en donde los Estados incluyen educación sexual en sus aulas disminuyen la cantidad de embarazos adolescentes. ¿Querés disminuir el embarazo adolescente? ¿Tenés una solución? Porque esta es una solución. Estás tomando una decisión científica. En los países donde se imparte educación sexual en las escuelas públicas también disminuye la mortalidad infantil, porque hay menos personas que tienen hijos en un momento en el que no deberían tener hijos, porque son demasiado jóvenes, no están listas y tienen todo tipo de complicaciones. Los embarazos no deseados tienen otras consecuencias, como el aumento de la cantidad de chicos en situación de desventaja. Se trata de decisiones. La consecuencia de la falta de educación sexual es que no se va a reducir el embarazo adolescente. Y esto es algo que preocupa a todos. Todos quieren disminuirlo. Y hasta que no venga alguien con otra solución, esta es la que conocemos, y funciona. La educación sexual del sistema de educación pública no significa que va a aparecer en el aula un extraño a decir cualquier cosa a los alumnos. Hay personas entrenadas apropiadamente, al igual que en otras áreas de la currícula. Sacarles a los chicos esta posibilidad es tener una visión estrecha. A esta altura, no estoy segura por qué la Iglesia no quiere educación sexual. ¿Cuáles son sus motivos?
-En las provincias del norte de la Argentina, como en Salta, la Iglesia tiene autoridad sobre las instituciones más importantes. ¿Cree que buscan mantener esta influencia?
-¿Cómo es la tasa de embarazo adolescente allí?
-Es una de las más altas del país.
-Es contraproducente. Es una lástima. Y por cierto, decirle a las mujeres qué hacer con sus cuerpos es una de las situaciones particulares que solo son experimentadas por las mujeres. Nadie les dice a los hombres qué hacer con sus cuerpos. Nadie les dice qué usar. Nadie le dice a un hombre: ‘Eso es muy corto, eso es muy alto’. Nunca. Pero cuando se trata de qué hacer con tu embarazo, se espera una responsabilidad de parte de la mujer. Ella será quien se haga cargo de la maternidad, pero no puede decidir sobre sí misma. Es otro modo de tratar a las mujeres como niñas. La fuerza del patriarcado se refleja en este tipo de situaciones.
-En Buenos Aires, como en otras ciudades del país, se sancionaron leyes contra el acoso callejero. Hay quienes lo consideran un tema insignificante dentro del espectro de la violencia de género. ¿Está de acuerdo?
-Tenés que detener todo tipo de acoso. ¿Qué es un ‘pequeño acoso’? Porque primero te salís con la tuya con un ‘pequeño acoso’; después con un ‘acoso mediano’; y después vas por el ‘acoso sexual grande’. Y entonces, ¿qué? ¿Recién entonces podemos hablar de ‘violencia completa’ contra las mujeres? Solo la persona que es víctima sabe lo que es pequeño y lo que no. Vimos el impacto psicológico de este tipo de acoso. Hay mujeres que cada día se encuentran con estas situaciones. Es estresante porque cada vez que dejan sus casas piensan: ‘Dios mío, otra vez voy a tener que pasar por esa calle, o por ese centro comercial, y me va a pasar esto otra vez’. Hace muy mal después de un cierto tiempo.
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