La cultura antienvejecimiento y un nuevo furor: las autoinyecciones de péptidos
Los influencers comparten historias de sus transformaciones fisiológicas y miles de personas prueban tratamientos experimentales
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WASHINGTON.– Tras años de recurrir a pastillas adelgazantes, esteroides y cirugías plásticas para modificar sus cuerpos por dentro y por fuera, cada vez hay más gente dispuesta a probar un método alternativo: las inyecciones de péptidos en sus propias casas.
Los partidarios de este nuevo método dicen que los péptidos –una amplia categoría de sustancias que incluye drogas aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), suplementos y tratamientos experimentales– pueden ayudarnos a desarrollar masa muscular magra, perder peso, tener más energía y una piel fresca y luminosa. Aunque hace años que los péptidos están presentes en una amplia variedad de productos de consumo masivo, ahora toda la atención está puesta en los péptidos inyectables, después de que los médicos de las celebridades y los influencers empezaran a compartir historias de transformaciones físicas que exceden los efectos de cualquier dieta o ejercicio.
Las sustancias son recetadas por médicos y hasta paramédicos –en países donde está permitido– aunque muchos de los péptidos más demandados no están aprobados por los entes reguladores de sustancias medicinales. Y es precisamente esa falta de controles la que despierta temores sobre la pureza de los componentes, la posología y tamaño de las dosis, y posibles efectos colaterales aún desconocidos. Pero sus defensores dicen estar dispuestos a correr el riesgo.
“Cuando llené por primera vez la jeringa, pensé: ‘No puedo creer estar haciendo esto’”, sostiene el actor Brian Austin Green, recordado por su papel en la legendaria serie Beverly Hills 90210. A pesar de su miedo a las agujas, el actor empezó a aplicarse inyecciones de péptidos en 2021, cuando era participante de Bailando con las estrellas, bajo la supervisión del cirujano ortopédico William Seeds.
Al poco tiempo ya se aplicaba tres inyecciones cada mañana, y así durante varios meses. Green explica que a pesar de la exigencia física y el demoledor cronograma de ensayos del reality, “no me sentía de mi edad”.
Este año Green cumple 50 y mantiene conversaciones con la empresa Telegenixx, la startup de telemedicina cofundada y presidida por Seeds, para retomar sus inyecciones de péptidos y promocionar el tratamiento en las redes.
Seeds prefiere no dar precisiones sobre los péptidos que ofrece la empresa, pero señala que a medida que envejece “la gente quiere hacer algo para protegerse del estrés y las enfermedades”.
Green, que tiene cinco hijos, afirma que le importa mucho seguir siendo un padre activo. “No quiero sentir que estoy envejeciendo”, confiesa el actor.
Los péptidos como el BPC-157, el CJC-1295 y el ipamorelin son muy populares desde hace años entre los deportistas y fisicoculturistas que buscan acelerar la recuperación o el desarrollo de la masa muscular. Son preparados por droguerías, empresas autorizadas por la FDA, pero con estándares de calidad muy variables. Ahora los organismos de control se pusieron más estrictos con la comercialización de péptidos, y la Agencia Mundial Antidopaje prohibió explícitamente su uso en el deporte.
Pero eso no frenó el interés por la sustancia. En Estados Unidos, muchos médicos y spas terapéuticos incluyen la “terapia de péptidos” en su oferta de servicios y los pacientes les pagan cientos de dólares al mes por jeringas ya preparadas que pueden llevarse a sus casas. Y para conseguir la sustancia a menor precio y sin pasar por el médico, otros compran directamente a los proveedores de componentes destinados exclusivamente a la investigación científica.
Qué son
En términos científicos, un péptido es una cadena corta de aminoácidos. En el cuerpo humano hay miles de péptidos distintos y las versiones de laboratorio que los copian –el primero fue la insulina– son consideradas como grandes avances de la medicina moderna. Los medicamentos basados en péptidos se usan para tratar enfermedades como la esclerosis múltiple, la diabetes tipo 2 y la obesidad. Pero ahora que la palabra “péptidos” ingreso en el lenguaje del consumo, los proveedores de la sustancia dejaron de comercializarla como un fármaco y la promocionan como tratamiento de rejuvenecimiento.
“Vivimos en una era hiperfocalizada en el bienestar, el antienvejecimiento y la salud preventiva”, relata Abraham Malkin, cofundador de dos empresas de atención médica a domicilio y que en su menú de tratamientos ofrecen seis cócteles de péptidos. Solo dos de esos compuestos están aprobados por la FDA, pero el sitio web de Malkin no los ofrece con fines médicos.
“Les aclaramos muy bien a los pacientes que la mayoría de los péptidos todavía no fueron aprobados por la FDA, pero hablamos con ellos para que entiendan las necesidades de su salud y les damos acceso a péptidos que pueden ayudarlos a alcanzar sus objetivos”, agrega.
Bec Donlan, entrenadora física y consultora de bienestar de 36 años de la ciudad de Los Ángeles, se enteró de las inyecciones de péptidos hace varios años, cuando sufría síntomas autoinmunes relacionados con sus implantes mamarios.
“Recuperé totalmente la salud y ahora quiero saber qué más se puede lograr”, dice Donlan, que sigue un régimen de péptidos que –según ella– le redujo la inflamación corporal, reforzó su sistema inmunológico y mejoró su metabolismo. A veces Donlan publica sobre su tratamiento de péptidos en Instagram, donde tiene más de 59.000 seguidores.
“Si puedo ser una superheroína y funcionar al máximo de mis capacidades, ¿por qué no hacerlo?”, sentencia Donlan.
Jamie Sherrill, enfermera especializada en estética y conocida en las redes como Nurse Jamie, el año pasado compartió un TikTok con una jeringa en la mano en el que describe a los péptidos como “la terapia del futuro”.
En su spa medicinal de Los Ángeles, Sherrill tiene un médico naturópata que prescribe las recetas para las inyecciones de péptidos. En referencia a los tratamientos con láser y los rellenos cosméticos que ofrece a los clientes, indica que “todo eso da mejores resultados si la persona está tomando péptidos”.
A algunos de sus clientes les da impresión tener que autoinyectarse en su casa, aclara la enfermera, pero en los últimos dos años notó un creciente interés y ahora son muchos más los que se atreven, sobre todo desde que el Ozempic, un medicamento inyectable para la diabetes tipo 2, ganó terreno entre las personas que buscan bajar de peso.
Además de las inyecciones, algunos péptidos se comercializan en forma de cápsulas o aerosoles nasales.
“Vienen las modelos o los influencers y preguntan que más pueden hacerse además del botox, las microagujas o lo que sea”, admite Neil Paulvin, especialista en medicina regenerativa de la ciudad de Nueva York.
Tyler Jean, médico naturópata de 30 años de Los Ángeles, empezó a inyectarse el péptido BPC-157 diariamente –y a veces dos veces al día– hace seis meses para complementar su dieta sana y el ejercicio físico regular.
“Quería ver si algunos de esos recursos podían aprovecharse para optimizar la capacidad de mi cuerpo para retardar el envejecimiento, mejorar el metabolismo y mantener una masa muscular magra”, dice Jean, que es paciente de Paulvin al igual que Donlan, la entrenadora física.
Jean se abastece de inyecciones en Nueva York, donde son más fáciles de conseguir. Hace poco se quedó momentáneamente sin inyecciones y empezó a tomar el BPC-157 en forma de pastillas.
Nueva caja de resonancia
Si bien muchos de los péptidos no son algo nuevo, la sustancia encontró una nueva caja de resonancia en los podcasts de influencers que promueven tratamientos no convencionales entre sus seguidores. En marzo de 2020, el director ejecutivo de Upgrade Labs y conocido biohacker Dave Asprey se autoinyectó varios péptidos mientras grababa su podcast en video. Consultado por correo electrónico para esta nota, Asprey respondió: “El dueño de tu biología sos vos. Ni tu médico, ni tu gobierno”.
Jordan Green, profesor de ingeniería biomédica de la Universidad Johns Hopkins, dice que los medicamentos basados en péptidos a veces pueden ser más seguros que otros medicamentos destinados a tratar las mismas afecciones. En 2011, Green cofundó una startup que investiga y desarrolla tratamientos para enfermedades oculares basados en péptidos. “De todos modos, y como con cualquier medicamento, los organismos del gobierno deben estudiarlos cuidadosamente para que los médicos se sientan seguros cuando se los recetan a sus pacientes”, advierte Green, y añade que algunos de los beneficios que describen los pacientes pueden deberse simplemente a un “efecto placebo”.
El músico George Clanton, de 35 años, se enteró de las inyecciones en casa a través del reality show Todo en 90 Días, en el que uno de los participantes se autoinyectaba un péptido llamado sermorelina. “Busqué en internet y me encontré con toda una subcultura de miles de personas que hablan del tema en las redes”, recuerda Clanton. Así que encargó algunos péptidos en un sitio web que vende compuestos químicos para investigación, donde se aclara que no son para consumo humano. “Soy consciente de que es una locura”, dispara.
Durante varios meses, antes de salir de gira se autoinyectaba. “La sensación no era como drogarse y quedar colocado de inmediato. Pero de a poco empecé a notar que a la mañana me despertaba listo para relacionarme y pensar, en vez de dar vueltas en la cama durante una hora y levantarme hecho un trapo”, describe.
Y más allá de algún moretón por los pinchazos, no descubrió ni notó ninguna desventaja. “Como sabrán, en el rubro de la música hay gente acostumbrada a inyectarse heroína alquitrán negro en la sangre y sin pestañear. Así que esto me resulta mucho menos riesgoso”, concluye.
Por Sara Ashley O’Brien
Traducción de Jaime Arrambide
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