La crisis de la salud: preocupa a los evaluadores la calidad de la formación durante la residencia en ortopedia y traumatología
Un 20% de las instituciones que solicitaron la acreditación de su sistema de posgrado no reúnen los requisitos para obtenerla; el impacto en el examen final de certificación como especialista
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Dos de cada 10 instituciones públicas o privadas que solicitaron la acreditación de su residencia médica en ortopedia y traumatología no reúnen los requisitos para obtenerla, de acuerdo con los registros de la Asociación Argentina de Ortopedia y Traumatología (AAOT), que es la entidad habilitada para la evaluación externa de ese sistema de formación de posgrado que en cuatro años permite a los médicos certificarse como especialistas.
“Más allá de que se formen más o menos profesionales, nuestra preocupación es hoy la pérdida de calidad de la formación en algunas residencias”, señala Roberto Peláez, expresidente del Comité de Residencias y/o Sistemas Equivalentes de la AAOT y profesor adjunto de la Cátedra de Ortopedia y Traumatología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. Y eso se replica entre las autoridades del Comité de Educación Médica Continuada, que está a cargo del Curso de Formación Trienal para rendir el examen de especialidad, y del Comité de Certificación de Especialista de la asociación.
“En los últimos tiempos, ha habido un cambio significativo en los exámenes finales que otorgan el certificado de especialista a los médicos. De un grupo de 50 profesionales que se presentan, solo aprueban 17, mientras que hace menos de dos décadas, de 100 participantes, solo dos eran desaprobados”, resume José Varaona, presidente de la AAOT y jefe del Servicio de Ortopedia y Traumatología del Hospital Alemán.
“A pesar de que se ha reducido el nivel de complejidad de las evaluaciones para hacerlas más accesibles –continúa–, los comités de residencias, educación continua y certificación han observado un alto porcentaje de desaprobación”.
Recientemente, la entidad examinó cómo se prepara el personal médico que ingresa a la carrera y los resultados también reflejan la falta de capacitación práctica diaria, según detallan. “En muchos hospitales y centros privados, aunque es más notable en el sector público, hay escasez de insumos y se realizan menos procedimientos, lo que limita la cantidad de casos que un residente puede presenciar para su formación. Esto se convierte en un problema tanto para la formación teórica como práctica”, afirma Varaona.
Recuerda que hace entre 10 y 15 años, había más postulantes a las residencias que cargos ofrecidos. “Sin embargo, esta situación se ha invertido y esto se debe en gran medida a los honorarios cada vez más bajos en el campo de la medicina en general –plantea el traumatólogo–. Además, las medidas tomadas en el último tiempo en salud apuntan a reducir los requisitos que garantizan la calidad de la formación profesional”.
La ley que rige el Sistema Nacional de Residencias del Equipo de Salud da potestad a las asociaciones o sociedades científicas a intervenir en la especialización y la subespecialización. “Como evaluadores, vemos que en la última década se incrementa el número de residentes en las instituciones del país, pero en paralelo va decayendo el nivel de formación profesional”, agrega Peláez, que también es jefe de la Unidad de Diagnóstico y Tratamiento, del Servicio de Ortopedia y Traumatología del Hospital San Martín, de La Plata.
Decálogo
Una vez que una institución registra la apertura de una residencia ante la autoridad sanitaria o el colegio médico, la acreditación de cómo funciona es voluntaria y gratuita ante la AAOT, según se precisó desde la entidad. Se deben reunir 10 requisitos asociados con el equipamiento, la infraestructura, el diseño del programa de formación, las actividades académicas y la producción científica. Luego, evaluadores visitan la institución. La tarea de campo incluye hablar con los residentes.
“La traumatología es una especialidad práctica, lo que significa que cuantas más cirugías haga y vea un residente, más va a aprender –señala Peláez–. Nos sigue llamando la atención que se incrementaba el número de residentes donde no ocurría lo mismo con la actividad asistencial y empezamos a ver que, en muchos lugares, se toma a los residentes como mano de obra barata. En localidades donde no consiguen traumatólogos formados, con experiencia o no se les ofrece un buen ingreso, por ejemplo, la opción es abrir una residencia. Y el problema es que para abrirla hay muy pocos requisitos y no siempre ese sistema de formación queda bajo la órbita de evaluación de una entidad científica de la especialidad”.
Hay casos en los que un residente cobra menos de $100.000 por mes y, al preguntar, la institución da por cubierto el servicio por un tercio o menos del monto que debería pagarle a un especialista con experiencia, según pudo conocer LA NACION al relevar la crisis que afecta al personal de salud en la serie “¿Quién nos va a cuidar?”
Pablo Segura es presidente del Comité de Educación Médica Continuada de la AAOT y, ante la consulta, coincide con su colega. “La calidad de la formación de los médicos que están haciendo la residencia se ve reflejada en las notas del curso trienal que les exigimos para optar por el certificado de especialista de la AAOT”, detalla el especialista, que también es presidente de la Sociedad Argentina de Medicina y Cirugía de Pie y Pierna (Samecipp).
Ese curso incluye módulos anuales de traumatología, ortopedia y ciencias aplicadas; se necesita una nota de 7 puntos o más para aprobar cada módulo. “En cada año, estamos viendo que el nivel de aprobados en el primer turno es menor y necesitan uno o dos turnos recuperatorios”, explica.
Aun cuando, para él, “la situación es compleja”, menciona que desde la asociación “se está trabajando duro para intentar revertirla” con la educación médica continuada y otras estrategias de enseñanza y aprendizaje.
Advierten que los resultados del examen de especialista difieren entre antes y después de la pandemia de Covid-19. “Teníamos un porcentaje muy bajo de desaprobados en la prepandemia, proporción que casi se invirtió en la pospandemia”, indica Germán Viale, expresidente del Comité de Certificación de Especialista de la AAOT y médico de planta del Equipo de Cirugía Reconstructiva de Cadera y Rodilla del Hospital Británico.
“Estamos haciendo análisis internos de los datos que relevamos y vemos que pocas instituciones mantienen la calidad; el resto, decayó, lo que puede variar por región geográfica o si es público o privado –agrega el profesional–. La caída de la calidad es muy marcada y bien heterogénea: las instituciones más tradicionales mantienen su buen desempeño en la formación con respecto de las que tienen menor volumen de trabajo.”
Mientras que considera que la virtualidad ayudó estos años, no siempre los residentes cuentan con el ambiente ideal para concentrarse, lo que reduce el rendimiento. Combina esto con la desigualdad en los recursos, la actualización profesional y la atención de patologías, que se siguen concentrando en Buenos Aires. “Esto se podría terminar de subsanar en cinco o diez años con una mejor distribución de la información: los médicos que se forman hoy serán, para entonces, los profesionales de planta y los que enseñarán a nuevos colegas.”
En cifras
Los registros de la AAOT indican que 131 de las 140 residencias en ortopedia y traumatología que se ofrecen en hospitales o centros privados el país solicitaron la acreditación de la AAOT y fueron visitadas. En ese proceso, un 20% no pasa la evaluación.
A la fecha, 74 residencias están acreditadas, 12 no reunieron los estándares mínimos para estarlo y hay 25 con la acreditación vencida (hasta hace dos años, la renovación era cada tres, cuatro o cinco años y, ahora, es cada cinco). Diecinueve están en trámite ante la comisión específica de la asociación (cumplen con los requisitos, pero les falta la visita y la evaluación en terreno).
El estado de las acreditaciones por institución se puede consultar acá. Esto sirve también para que un aspirante a un cargo de residencia conozca qué lugar ofrece una mejor calidad de formación para su carrera, según explican desde la entidad.
“Hay instituciones que están formando con el estándar de calidad, otras que no lo hacen y otras que no sabemos cómo lo están haciendo. En estos dos últimos casos, son médicos residentes que probablemente quedan al margen de los requisitos formativos mínimos”, continúa Peláez.
¿Dónde está la mayor debilidad de los programas de residencias? En el aspecto teórico de la especialidad (los residentes refieren que leen menos textos y tienen pocas clases a cargo de médicos de planta), junto con la actividad académica (mencionan que no tienen tiempo para hacer o llevar a cabo tareas de investigación) y la práctica. “Hay muchos lugares en los que los residentes son autodidactos: el de segundo año le enseña al de primero y, así, hasta cuarto año, sin un médico formado que lo pueda hacer”, finaliza.
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