La creación de un estudiante de secundario que la justicia argentina ya investigó
El sitio, que pertenece hoy a tres jóvenes de 32, 30 y 29 años, permite enlazar contenidos de terceros
A principios de 2004, Fernando Sanz, todavía estudiante secundario, decidió aprovechar su interés en la informática y creó la versión local de un sitio que existía entonces, llamado Teoti (las siglas de The End of The Internet , el fin de Internet, hoy en www.teoti.co.uk ). Le puso Taringa, "un nombre que no significa nada", según le dijo a La Nacion en 2009, y se propuso crear una herramienta que le permitiera tener un punto de encuentro virtual con sus amigos para intercambiar información.
El sitio fue creciendo en popularidad. A Sanz ya no alcanzaba con la PC que tenía en su casa para dar servicio a todos los visitantes, por lo que buscó hosting profesional; en 2006, Taringa ya tenía más de 30.000 usuarios mensuales y, según Sanz, los costos le resultaban inmanejables.
Ese año se fue a trabajar a Costa Rica y decidió vender su creación. Uno de los interesados fue Matías Botbol, que tenía una empresa que ofrecía hosting de páginas web, llamada Wiroos, y que de hecho le habían dado servicio a Taringa. Según Sanz, la venta se hizo por 5000 dólares y Taringa quedó en manos de los hermanos Matías y Hernán Botbol, y de Alberto Nakayama, los dueños de Wiroos. Hoy tienen 32, 29 y 30 años, respectivamente. Sanz sostiene que es dueño del 10% de la empresa (y el dominio taringa.com.ar sigue a su nombre).
La mitad de los 5000 dólares de la compra dice haberla aportado Esteban Mancuso, que por entonces era profesor de Hernán en la UADE, y que había trabado relación con los hermanos Botbol antes de la compra. Según contó Mancuso en 2009, fue él quien registró la marca Taringa y colaboró en su crecimiento inicial a cambio del 45% de la sociedad. La relación con los otros socios no prosperó, sin embargo, al tiempo los Botbol le compraron su participación en Taringa.
Los Botbol y Nakayama rehicieron el código del sitio para modernizarlo y abrieron el registro a nuevos usuarios, que Sanz había cerrado porque no podía administrar ese crecimiento. Así explotó Taringa y en 2007 nació Poringa.net , el sitio hermano que tiene contenido pornográfico.
Con el éxito llegó, también, la polémica, ya que parte de la popularidad de Taringa se debe a los links a contenido pirateado que los usuarios publicaban en el sitio. Su argumento de defensa era (y es) que enlazar material puesto en línea sin autorización por un tercero no los hace cómplices a ellos, y que Google y muchos otros sitios funcionan de la misma manera. Si el dueño del contenido les pide que lo den de baja, lo hacen (como hace Google con YouTube, por ejemplo). Como Cuevana y tantos otros sitios, no almacenan contenido en sus propios servidores, pero al permitir el enlazado directo quedan en un estado legal nebuloso.
Junto con la expansión comenzó una tarea de limpieza de imagen del sitio: contrataron una agencia de prensa, comenzaron a dar notas y editaron un libro. En 2009 tuvieron su primer encontronazo fuerte con la justicia argentina, cuando fueron demandados junto con otros sitios por varias editoriales; se los acusa de linkear libros digitales sin permiso.
En mayo último, la Justicia determinó el embargo por 200.000 pesos a los hermanos Botbol, y en noviembre agregó a la causa el embargo de bienes por 130.000 pesos a Nakayama, como parte de un proceso judicial que sigue en curso.
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