La contaminación una realidad cada vez más grave
Buenos Aires: la principal fuente de contaminación proviene de colectivos y coches sobre todo cuando arrancan; hay maneras de mejorar la situación.
¿Buenos Aires? Dejar de respirar no se puede pero sí comenzar a tomar medidas que disminuyan la contaminación. Lo afirma un investigador de la Facultad de Farmacia y Bioquímica que estudia en el laboratorio cómo nos afectan las distintas sustancias que flotan en el aire.
El recinto que ocupa el doctor Juan Morettón en el cuarto piso de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires acumula en todos los rincones recipientes de vidrio con variedad de formas.
Es como cualquier laboratorio sí salvo por un detalle: en esos frascos Morettón cultiva bacterias que utiliza para medir los efectos insospechados de la contaminación del aire y no para probar antibióticos como habríamos de suponer.
Morettón que es profesor asociado de la cátedra de Higiene y Sanidad y presidente de la pionera Asociación Argentina contra la Contaminación Ambiental fundada en 1962 se sienta a una amplia mesa junto a una ventana alta por la que se cuela el bullicio de la calle Paraguay.
Desde allí observa el incesante paso de los colectivos y tras respirar hondo dice: "Desgraciadamente la contaminación es parte de la vida tal como nosotros la conocemos en este siglo. Por supuesto -admite- uno puede limitarla pero es imposible pensar siquiera en la posibilidad de liberarse totalmente de ella".
¿Resignación?
La suya bien podría parecer una expresión de resignación de desesperanza. Sin embargo -y a juzgar por su tono- es la aceptación cabal de una realidad bastante evidente: "A nadie le gustaría vivir como en el siglo XII. Necesitamos determinado confort y bueno el precio que pagamos es el aumento de los niveles de polución ambiental. Es inútil negarlo.
Lo que habría que hacer es intentar que esa contaminación sea cada vez menos tóxica" aconseja.
Otra circunstancia que por el momento parece alejar el sueño de un medio ambiente completamente limpio es que ciertos contaminantes cubrieron ya todo el planeta. Morettón cita el caso del plomo una de las sustancias tóxicas más difíciles de combatir: "No hay lugar donde no se encuentren... Ni la Antártida se salva".
Gases y partículas
El doctor Morettón representa a la Argentina en la International Union of Prevention and Environmental Protection Association (Iuappa) una organización que agrupa a las principales instituciones de protección ambiental de todo el mundo y junto con un grupo de colegas acaba de completar un estudio sobre la contaminación del aire en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires.
Según este doctor en bioquímica autor de numerosos trabajos científicos publicados en revistas especializadas en la Argentina el aire urbano es un poco el patito feo del medio ambiente porque nadie se ha ocupado demasiado de él.
¿Por qué? "En Buenos Aires tal vez porque no alcanzamos niveles muy altos de contaminación -conjetura-. Por tratarse de una llanura muy barrida por vientos no se acumulan muchas sustancias tóxicas como por ejemplo ocurre en Santiago de Chile. Aun así hay en el aire gran cantidad de compuestos bastante perjudiciales."
Y cuando habla de elementos contaminantes Morettón no se refiere únicamente al más popular: el monóxido de carbono.
"Cada vez que les cuento a los europeos que en la Capital Federal tomamos este gas como índice de contaminación se ríen... Y con razón. El famoso límite de nueve partes por millón de monóxido de carbono es muy discutido en los países centrales porque en realidad no se sabe qué significa ni qué ocurre cuando se supera esa marca" señala.
En ciudades como Helsinki se toman varios gases y partículas como parámetros de contaminación que son medidos varias veces al día con más de 30 estaciones de muestreo distribuidas en toda la zona urbana.
Los ciudadanos siempre se enteran de cómo está el aire que respiran a través de indicadores ubicados al costado de los caminos.
Claro que ése es un sistema caro. Alemania tiene quizás un método más accesible y hasta pintoresco: a ambos lados de las autopistas se plantan petunias cuyas hojas son muy sensibles a las sustancias contaminantes. Con sólo analizar estas plantas se obtiene un buen índice de toxicidad del aire.
Cóctel de contaminantes
En Buenos Aires la principal fuente de contaminación son los transportes automotores.
Cada vez que un motor se acelera el caño de escape emite además de monóxido de carbono óxidos de nitrógeno que son gases muy irritantes para las mucosas y los ojos y alteran la consistencia de materiales como la goma.
Los más peligrosos
Pero los compuestos más peligrosos son quizá los llamados hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP). Se liberan en forma de partículas y poseen efectos cancerígenos para el ser humano.
El doctor Morettón cuenta que tras exponer bacterias a los HAP en su laboratorio descubrió alteraciones en el ADN de esos microorganismos.
"Como las partículas que emiten los automóviles son relativamente pesadas y no alcanzan mucha altura son una amenaza cierta para los chicos de entre cuatro o cinco años y los bebes que van en cochecito. El cáncer sobre todo el de pulmón puede aparecer 15 o 20 años después de la exposición" advierte.
Diagnósticos ambientales
Morettón considera que lo ideal sería realizar regularmente diagnósticos ambientales que tuvieran en cuenta varias sustancias tóxicas a la vez en diferentes zonas de la ciudad. Además cree que sería bueno diseñar el tránsito de modo de alejar a los autos de las zonas céntricas.
Mira nuevamente por la ventana de su laboratorio esta vez los transportes detenidos en la esquina frente a la luz roja.
"Por supuesto -reconoce- todo aquello depende de grandes decisiones políticas. Pero podríamos empezar con algo muy sencillo: coordinar los semáforos. Así los autos acelerarían menos veces y sin duda mejoraríamos un poco la calidad del aire."
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