La militar 35 años formaba parte de la Armada Argentina y fue la primera mujer oficial submarinista del país; nacida en Misiones, su mayor sueño era llegar a ser comandante
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Su padre era floricultor. Su madre, maestra. Y creció en una provincia -Misiones- que no tiene salida al mar.
Pero aunque no había una conexión obvia con lo náutico, a Eliana Krawczyk desde chica le fascinaba la idea de formar parte de la Armada.
“Teníamos un primo más grande que se graduó de un liceo naval y ella siempre lo veía con su uniforme cuando volvía del liceo y estaba deslumbrada, ahí fue adquiriendo esas ganas de ingresar a la Fuerza”, cuenta a BBC Mundo su hermana Silvina.
Eliana fue la única tripulante femenina entre los 44 que fallecieron en el naufragio del submarino ARA San Juan en el sur del Océano Atlántico, del que se cumplen ahora cinco años.
La familia no tenía los recursos para enviar a la más pequeña de seis hermanos -cuatro varones y dos mujeres- a estudiar a la escuela naval más cercana, en Buenos Aires, así que, al graduarse del secundario, comenzó a estudiar ingeniería en una universidad cercana.
Sin embargo, en 2002, después de que falleció su mamá, la joven, entonces de 20 años, tomó la determinación de seguir sus sueños y al año siguiente ingresó en la Armada.
Fue en su primer año en la escuela naval que tomó la decisión que marcaría su destino: ser submarinista.
“Fue con su camada a jurar a la bandera en la base naval de Mar del Plata. Llovía mucho ese día y sus compañeros siempre cuentan que estaban totalmente empapados. A lo lejos divisó la figura de un submarino y fue ahí que dijo que iba a ser submarinista”, cuenta Silvina.
Se terminaría graduando con el mejor promedio y haciendo historia no solo en su país, sino en la región.
“Argentina tiene submarinos desde 1933. Pasaron 79 años hasta que, en 2012, Eliana egresa como la primera mujer oficial submarinista de la República Argentina y de Sudamérica”, cuenta su orgullosa hermana.
Intrépida y generosa
A Silvina no le sorprendió que su hermana menor fuera una pionera.
“Mi mamá siempre decía que era como un boy scout: siempre estaba lista para todo. Se ponía una meta y la cumplía”.
Su mayor sueño, cuenta, era llegar a ser comandante. “Si no se hubiese truncado su vida hubiera llegado”, dice convencida.
En vida, alcanzó el rango de teniente de navío, y, de forma póstuma, fue ascendida a capitana de corbeta.
Tras graduarse de la escuela naval, y antes de especializarse como submarinista, navegó el mundo a bordo de la emblemática fragata ARA Libertad, y realizó dos campañas antárticas de verano.
Una vez que concluyó su especialización, fue asignada como tripulante del submarino ARA Salta.
Como la única submarinita femenina del país, lógicamente le tocó siempre trabajar rodeada de hombres.
“Se sentía como una más”, comenta Silvina, consultada sobre esa experiencia.
Durante su carrera, nunca se quejó de haber sufrido alguna discriminación o maltrato debido a su género, asegura.
En 2016, la propia Eliana relató durante una entrevista cómo se sentía por haber sido designada jefa de armas del ARA San Juan, la joya de la flota submarina argentina.
“Soy la única mujer a bordo y me siento bien, contenta y feliz”, contó.
“Duermo con dos compañeros en el mismo camarote, hago mi guardia matutina y soy la responsable de lanzar torpedos durante los ejercicios militares”, describió.
Silvina acota que su hermana estaba acostumbrada a estar entre hombres.
“Nos criamos en una familia con muchos varones y ella era la más chica. Los varones dirigían la patota (pandilla) y Eliana tenía una afinidad con ellos”.
Agrega que ella no seguía los patrones femeninos tradicionales.
“Cuando la justicia liberó su taquilla (locker) en la base naval fuimos a buscar sus pertenencias. Uno podía imaginarse que por ser mujer podría haber perfume, maquillaje, pero encontramos libros y revistas de submarinos”.
No obstante, no todo en su vida era trabajo. “Estuvo de novia muchos años con un civil y anhelaba algún día ser mamá, aunque por compromisos laborales siempre iba postergando ese sueño”, revela.
Esa “alma de mamá”, en vez, la usó con sus hermanos, cuenta.
Mientras navegaba con la Armada, en vez de alquilar un departamento en Mar del Plata, donde estaba basada, vivía en el barco cuando volvían a tierra, y con el dinero que ahorraba se llevó primero a Silvina y luego a su hermano Junior, a quienes les pagó carreras también relacionadas con el mar.
Silvina se recibió como licenciada en plantas propulsoras marinas y trabajó muchos años como maquinista de la Marina Mercante. Su hermano, quien falleció en 2018 de cáncer, se recibió en la Escuela de Pesca y también era maquinista de barcos pesqueros.
Qué pasó con el ARA San Juan
Basada en su experiencia profesional, Silvina rechaza las teorías que circularon tras el hundimiento que afirmaban que el submarino estaba en malas condiciones.
El sumergible había recibido su reparación de media vida, dice, y “Eliana nunca me dijo que estuviera mal”.
Por el contrario, ella estaba enormemente orgullosa de su nave, al que apodaba el “gigante de acero”.
Sobre una avería que sufrió el ARA San Juan durante su anteúltima navegación, cuando viajó de Mar del Plata hasta Ushuaia, señala que “siempre surgen en la mecánica. En todos los barcos hay desperfectos”.
Pero dice que cuando habló por última vez con Eliana, el 8 de noviembre, antes de que zarparan de regreso desde Ushuaia -en lo que sería su último viaje-, le contó que el problema (una pérdida de aceite) estaba controlado y arreglado”.
Además, asegura que su hermana “no era ninguna kamikaze” y que la tripulación no hubiera zarpado de tener dudas sobre el estado del vehículo.
Después de cinco años, la Justicia aún no ha determinado qué causó el hundimiento. La hipótesis principal es que algo hizo que el ARA San Juan implotara.
A Silvina no le sorprende que aún no se sepa bien qué pasó con la nave, que fue hallada en el fondo del Océano Atlántico, a unos 500 kilómetros de la ciudad de Comodoro Rivadavia, exactamente un año y dos días después de que naufragara.
“El submarino está a 907 metros de profundidad y, por lo que pude ver en las imágenes, está destrozado en un 30% o 40%”.
“Lo único que se sabe real es que hubo un mensaje naval de que hubo un principio de incendio, y la última comunicación decía que iban a bajar a plano de flotación segura (a unos 40 metros de profundidad) porque la tripulación había pasado una noche muy brava porque habían navegado en superficie y la tormenta los había tratado muy mal”.
Silvina cree que el estallido pudo haber sido causado por gases explosivos generados por ese incendio, y teoriza que pudo haberse tratado de un desperfecto eléctrico causado por el ingreso de agua en el cuarto de baterías cuando el submarino subió a superficie para renovar el aire, en medio de la tormenta que generaba olas muy altas.
Un informe del Ministerio de Defensa y otro del Congreso apuntan a algo similar.
Para Silvina, que fue una de las pocas familiares que participó en la búsqueda del submarino hundido a bordo de un barco estadounidense contratado para ese fin, el hallazgo significó un cierre.
“Humanamente necesitamos saber dónde están nuestros seres queridos que fallecieron. Necesitamos establecer dónde está su tumba. Fue como cerrar un ciclo”, reflexiona.
Sin embargo, aclara que su familia no está de acuerdo con el pedido de la mayoría de los familiares de los 44 tripulantes fallecidos que quieren que las autoridades refloten los restos del ARA San Juan, un operativo que resultaría costosísimo.
“Esa es la tumba de ellos por la eternidad, es una simbiosis de los 44 con el mar y su submarino”.
Le trae paz pensar que su hermana yace ahí.
“Eliana está en el lugar que eligió. El submarino, su ‘gigante de acero’, la cobija y ella navega sigilosa en el mar, que es el lugar donde eligió estar”.
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