La falta de oferta de viviendas en Bariloche se agudizó luego de la pandemia; las razones detrás de la problemática
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SAN CARLOS DE BARILOCHE.– Los altos niveles de ocupación turística que esta ciudad registra casi todo el año tienen una contracara que pocos visitantes conocen: la falta de alquileres permanentes. La problemática lleva años pero se ha agudizado luego de la pandemia.
Para los locales, se trata de un tema cotidiano, ya que siempre hay un pariente, un amigo o un conocido que busca desesperadamente un lugar donde vivir. Estudiantes, profesionales, parejas con y sin hijos, solteros y personas de la tercera edad: nadie escapa a una odisea que incluso obliga a muchos a irse de Bariloche.
Leandro Napoli, de 38 años, es enfermero, nació y se crio en esta ciudad. Trabajaba en el Hospital Zonal y nunca consiguió alquilar por más de un año: “Te alquilan por un tiempo nomás, ocho meses como mucho, así que tenía que estar mudándome permanentemente. A veces podía estar de marzo a noviembre más o menos tranquilo, pero otras veces llegaba el invierno y me pedían que me fuera, porque es el momento en que explota el turismo. Pensaba: ‘¿Dónde me voy a meter ahora?’. Paraba por dos o tres días en un hostel, dormí en un camping y hasta llegué a dormir en el hospital. Fui regalando cosas, para andar solo con un bolso y una mochila con unas mudas de ropa y el uniforme. Es horrible. Hasta que un día dije: ‘No puedo seguir así’. Estaba cansado de deambular”.
Como su familia se había mudado a Buenos Aires por cuestiones de salud, Leandro se instaló allí en 2020. “Encontré alquiler enseguida, pero no me gusta Buenos Aires. Tenía trabajo en Bariloche, es mi lugar. Y no es un tema de plata, es que no conseguís dónde ir. O te piden fortunas por un lugar que es una pocilga. Yo ganaba 150.000 pesos y me pedían más de 180.000. Y solo por dos meses, por ejemplo, porque después les conviene alquilarlo a turistas: en una semana ganan lo que yo pagaba por mes”, cuenta.
A Emiliano Guenin, de 38 años, le llevó un año encontrar alquiler permanente. Se había separado pero no conseguía mudarse solo: “Ni separarse se puede. De hecho, no conseguí, un amigo dejaba el lugar donde vivía y me lo cedió”.
Desde que se convirtió en inquilino, Guenin advirtió la problemática y cómo se potenciaría. “Salía un aviso y había como 50 o 60 personas. La temporada de invierno pasada fue muy complicada y luego, llegando al verano, se incrementaba la desesperación de no encontrar un alquiler. Venimos de una pandemia en la que un intendente dijo: ‘El que tiene un pedazo de patio, alquileló’. Sin regulaciones ni normativa”, asegura.
Guenin inició con otros vecinos una movida en agosto de 2022, con un acampe simbólico en el Centro Cívico, que se llamó “Bariloche a la carpa”. Afirma que nadie brinda soluciones a la problemática y advierte que los inquilinos no sueñan con alquilar toda la vida, sino con acceder a un terreno.
“Anticipamos que esto se iba a complejizar. Los precios crecieron de forma exorbitante. No hay ningún control sobre las propiedades que están en alquiler turístico y permanente. Más del 90% de los inquilinos permanentes alquilan sin contrato o con contratos irregulares, con incrementos cada seis meses, con cuestiones absurdas como ingresar a una propiedad con cuatro meses de adelanto o teniendo que pagar la comisión inmobiliaria”, denuncia Guenin.
Además de “Bariloche a la carpa”, otros grupos de vecinos se han organizado en los últimos meses para visibilizar la problemática. Entre otras cosas, demandan la intervención del municipio en el mercado inmobiliario local, la regulación de los precios y los aumentos, políticas urbanísticas y habitacionales e impuestos elevados a las viviendas ociosas.
Fenómeno de ciudades turísticas
Los grupos de inquilinos reconocen que se trata de un fenómeno mundial, especialmente visible en las ciudades turísticas, aunque subrayan que el crecimiento demográfico de Bariloche ha sido muy grande y no hay planificaciones acordes. “Los inviernos son cada vez más crudos y hay cada vez más asentamientos. Ni el ‘nacido y criado’ ni el que llega tienen oportunidades. No importa el nivel socioeconómico. Muchos llegan con trabajo y no consiguen alquilar”, afirma Guenin.
Desde junio de 2021, Analía Woloszczuk es la Defensora del Pueblo local. En diálogo con LA NACION, indica que el 68% de las mediaciones que se hicieron en 2022 correspondieron a alquileres. A su vez, el 29% de las consultas que recibió la Defensoría el año pasado estuvieron vinculadas con ese tema.
“Más allá de la ley de alquileres [que sería suspendida próximamente], la implementación a nivel local presenta diversas particularidades. En Bariloche existe una ordenanza que crea un ente autárquico que es el Instituto Municipal de Tierra y Vivienda, que no tiene una incumbencia en el tema de alquileres. En paralelo, se presentó un proyecto para la creación de una comisión local de alquiler de vivienda permanente. Allí llevamos la voz de los vecinos. Y en los conflictos entre locadores y locatarios, ofrecemos la mediación comunitaria”, dice Woloszczuk.
La Defensora del Pueblo asegura que se han conformado distintas mesas de trabajo alrededor de este tema y suma que los mayores desafíos se encuentran en la fiscalización de los alquileres turísticos así como en el control de lo que se ofrece a través de plataformas virtuales.
Desde el municipio se convocó a fines de 2022 a una reunión –de la que participaron miembros del Concejo Deliberante, asociaciones de inquilinos, cooperativas de viviendas, la Defensoría del Pueblo y vecinos de la comunidad– y se armaron diversas comisiones de trabajo que buscarán “controlar la oferta de arrendamiento de inmuebles, analizar diferentes incentivos para generar más oferta e inversiones para construir inmuebles de renta permanente y la tan necesaria modificación a la normativa nacional vigente, que brinda condiciones poco ventajosas para propietarios e inquilinos”.
Asimismo, se abrió el Registro de Administradores de Consorcios, con el que se busca controlar la oferta de alquileres turísticos y permanentes que brindan los diferentes edificios existentes en la ciudad.
No solo hay demandas de familias y personas que llegan con trabajo a la ciudad, sino también de estudiantes que vienen a cursar en la Universidad Nacional de Río Negro o la Universidad Nacional del Comahue. De hecho, son muchos los estudiantes universitarios de otras ciudades que alquilan por un tiempo en Bariloche, luego los dueños les piden que dejen libre la casa o el departamento por diversos motivos (mayormente para alquilarlo a turistas) y, como no consiguen alquilar en otro lugar, deben terminar las carreras a distancia.
“Nosotros buscamos difundir los derechos de todas las partes. Hay mucha gente que se jubiló, por ejemplo, y que hizo una segunda vivienda para poder complementar su jubilación. La nueva ley de alquileres y sus requerimientos también generó cambios en ciertas costumbres. Hasta hace unos años, muchas personas venían a probar suerte, hoy eso se vuelve casi imposible”, señala la defensora.
La falta de infraestructura para la provisión de servicios públicos en ciertos barrios, la urgencia de que se implemente el Programa Nacional de Alquiler Social y la necesidad de relevar las viviendas deshabitadas en Bariloche también son claves desde la perspectiva de Woloszczuk. “Las soluciones tienen que surgir como una iniciativa del Estado, tanto municipal, como provincial y nacional”, opina.
Gastón, de 35 años, llegó a Bariloche en 2019. Encontró una casa linda y accesible para alquilar. Solo era por tres meses pero le servía para arrancar en este lugar. “Después me puse a buscar casas y me encontré con muchísimas opciones, de todos los precios y calidad. Casas muy baratas, impresentables, y casas muy lindas pero fuera del alcance del bolsillo. Decidí alquilar una que a simple vista se veía bien. La dueña dijo que probemos unos meses para ver cómo nos llevábamos, ya que su casa está al lado. Al no contar con recibos de sueldo (trabajo para el exterior) ni garantías, terminás aceptando las condiciones que te imponen. En 2020 llegó la pandemia y desde ese año estoy buscando una casa, porque donde estoy viviendo se cae a pedazos. He visto varias casas en este tiempo y, en muchos casos, me dio vergüenza que la gente quiera alquilar esos lugares y a precios absurdos, solo por el hecho de que están en un lugar turístico”, cuenta.
Con más turismo local viajando pospandemia, el turismo en Bariloche se disparó y dejó de ser estacional. Eso, sumado a la falta de fiscalización, fue acotando la disponibilidad de alquileres permanentes. “A veces cuido algunas casas por una semana para poder salir de donde vivo por un rato, solo porque no me quiero ir de Bariloche, pero es a lo que me está llevando: a querer irme, o a desesperadamente querer comprar un terreno para hacer una casa”, sentencia Gastón.
Las historias son muchas y angustiantes. Están los que viven meses de prestado, los que resisten un desalojo y los que apuestan por construir para evitar una búsqueda de alquiler. Mirta Palacios tiene 76 años, y el 30 de mayo se le termina el contrato de alquiler. Los dueños del departamento en el que vive han decidido ofrecerlo a turistas, así que Mirta lleva más de tres meses buscando dónde vivir. “No puedo caminar mucho, así que me gustaría poder alquilar por el centro. No encuentro nada y me pone re triste. De noche no puedo dormir pensando que no hay adónde ir”, lamenta.
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