La chofer de colectivo que ganó la batalla por la paridad de género
Érica Borda denunció a tres empresas que tenían como política no contratar mujeres; por orden judicial, ahora, el 30% de su staff deberá estar conformado por empleadas
Durante 12 años, Érica Borda, de 48 años, manejó un colectivo de la línea 140. Hasta que en 2011 perdió su trabajo. Entonces, separada y a cargo de cuatro hijos, debió enfrentarse con la discriminación de género. "No tomamos mujeres", fue la invariable respuesta que se cansó de escuchar al ofrecerse como conductora en incontables líneas de colectivos de la Capital y el Gran Buenos Aires. Finalmente, decidió buscar ayuda y denunció las situaciones. Y con el patrocinio jurídico de la Defensoría General de la Nación (DGN) presentó una acción de amparo contra el Estado nacional y tres empresas de colectivos. El mes pasado, después de cinco años, la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo determinó que esas compañías deberán contratar mujeres hasta alcanzar el 30% de su planta de choferes.
Además, Borda, vecina de Villa Bosch, quedó primera en una lista de mujeres para ser contratadas como conductoras por esas empresas, según lo ordenado por la Justicia. Mientras tanto, trabaja como enfermera en un sanatorio, donde, dice, gana la mitad que como chofer de línea.
La DGN impulsó ante la Justicia dos acciones paralelas: una individual, en favor de Borda, y otra colectiva, en la que se cuestionaba la discriminación estructural en el acceso al empleo por motivos de género. "El amparo se dirigió contra tres empresas de transporte urbano de corta distancia del área metropolitana, para que adopten una política de selección y contratación del personal no discriminatoria y para que se fije un cupo mínimo de la planta de choferes que debe ser integrado por mujeres", explicaron voceros de la DGN. Las empresas demandadas fueron Transporte Escalada SAT, Transportes Avenida Bernardo Ader y Los Constituyentes SAT. También se accionó contra el Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación -en su calidad de autoridad de aplicación en materia laboral- para que garantice el cese de las prácticas discriminatorias.
"Decidí accionar para terminar con esta injusticia y facilitarles el acceso al trabajo a las chicas que en el futuro quieran manejar un colectivo", dijo Borda. Pero antes de hacer la presentación reunió evidencia de la discriminación: grabó las cerca de 20 llamadas que hizo a las empresas, en las que se ofrecía como conductora y la invariable respuesta que recibía: "No tomamos mujeres". Además, un informe de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) reveló que en las empresas denunciadas, de un total de 1936 empleados activos en la categoría profesional, solo dos eran mujeres.
Cambios
La diferencia entre la cantidad de hombres y mujeres con licencia profesional en el país es elocuente: 925 mujeres contra 376.246 hombres, según datos de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT). Del total de ellas, 454 son conductoras de transportes de pasajeros; 359, de cargas generales, y 112, de mercancías peligrosas.
Voceros de la Cámara Empresaria del Transporte Urbano de Buenos Aires (Cetuba), que nuclea a las empresas afectadas, afirmaron que el fallo será acatado. Agregaron que además se está negociando una reforma del convenio colectivo de trabajo que incluiría un artículo sobre "igualdad de oportunidades", para prevenir la discriminación en la contratación de mujeres. Sin embargo, aclararon que primero las empresas deberán resolver algunas dificultades, como la adaptación de las instalaciones sanitarias, lo que tomará "un tiempo". En tanto que fuentes del Ministerio de Producción y Trabajo de la Nación explicaron que el miércoles pasado la Dirección de Protección e Igualdad Laboral celebró una reunión conjunta con representantes de las empresas y de los trabajadores. "Comenzó a redactarse un registro de trabajadoras que cumplan con los requisitos y cuenten con la idoneidad necesaria para ejercer la actividad, y al cual las empresas puedan acudir a la hora de seleccionar personal", afirmaron.
En 1999, Borda dio el primer paso para entrar al mundo colectivero. "Yo iba en mi auto cuando vi un colectivo manejado por una chica -recordó-. Entonces la seguí hasta la terminal, le expliqué que yo también quería manejar y le pregunté cómo podía hacer". Luego la citaron para una selección de personal, en la que de 2000 candidatos solo seis eran mujeres. Quedó elegida y empezó a cubrir el recorrido entre Boulogne y el Correo Central. Hasta que en 2011 perdió su trabajo luego de sufrir un accidente de tráfico y una depresión. Y desde entonces no logró trabajar como chofer otra vez.
Ahora, la jueza Graciela González consideró probada la "exclusión de hecho" de las mujeres como choferes de colectivo por parte de las empresas demandadas y advirtió que el derecho a la igualdad recae sobre todos los poderes del Estado, pero también sobre los particulares. El establecimiento de que el 30% de la planta de conductores sean mujeres regirá "hasta tanto las autoridades ejecutivas y legislativas establezcan una reglamentación específica para compensar las ilegítimas desigualdades detectadas".
Aunque no hay datos oficiales disponibles, la cantidad de líneas que en la capital y el Gran Buenos Aires tienen mujeres conductoras pueden contarse con los dedos de una mano. Y aun en esas líneas, la cantidad de mujeres es bajísima.
Dora Cabral tiene 41 años y es una de las tres mujeres que manejan unidades en la línea 140, donde los restantes 130 conductores son varones. Antes conducía un remise, hasta que en 1998 vio un aviso clasificado que solicitaba choferes "sin distinción de sexo", y se presentó.
Aunque con sus compañeros de trabajo el trato es muy respetuoso, en cambio sí sufre discriminación por parte de conductores de autos, de camiones y de colectivos de otras líneas. "Si choco, la primera explicación es siempre la misma: '¡Es mujer!''', se rió, y sentenció con ironía: "Siempre seré culpable". También lamentó que haya camioneros que, a veces, "le tiran el camión" para ver si sabe manejar. Y por supuesto escuchó incontables veces el inveterado insulto de los machistas más rancios: "¡Andá a lavar los platos!".
Sin embargo, aclaró que con frecuencia los pasajeros la felicitan por cómo maneja. "Me dicen que maniobro con más suavidad que los varones y que mis frenadas casi no se sienten", explicó con satisfacción.
Con la colaboración de María Ayzaguer
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