Duki, YSY A y Neo Pistea, tres de las máximas figuras del trap, ocuparon Antezana 247 durante ocho meses entre 2017 y 2018; hoy, la gente va a dejar mensajes y sacarse fotos
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En 2017, desde las entrañas de una vieja casona situada en el barrio porteño de Caballito se empezó a gestar una erupción. Allí, Mauro Lombardo Quiroga (Duki), Alejo Acosta Migliarini (YSY A) y Sebastián Chinellato (Neo Pistea), rompieron todo. Y de ese caos hecho de deseo, rimas y excesos, brotó el movimiento que hoy ocupa el centro de la escena musical argentina: el trap.
La casa de Antezana 247 ahora está en orden. Los vecinos ya no llaman a Alejandro Farache, de 51 años y dueño de “La Mansión” de 400 metros cuadrados cubiertos, por los “ruidos molestos” que desde allí emergían. Él decidió, cuando “los chicos” se fueron en 2018, mudarse a la propiedad con su esposa y su hija de 11 años. Sin embargo, sabe que el lugar adquirió un aura sacramental y si bien ese es su hogar, al menos el frente –donde hay un mural y un sinfín de garabatos– en cierto modo ya no le pertenece.
“Esta es mi casa de toda la vida, acá me crié, pero estos pibes la convirtieron en un mito, eso me hace flashear. Vienen de todos lados a sacarse fotos, a dejar su firma; se me han colgado de la ventana, es increíble. Todos los hijos de mis amigos me piden entrar. Yo creo que hoy ni en Segurola y Habana pasa esto”, describe Farache a LA NACION, en una comparación con la casa que habitó Diego Maradona.
“Yo vivía acá antes de que llegaran los chicos. A Duki lo ayudaba a saltar la medianera cuando no tenía llaves para entrar”, recuerda Diego Barranco, que vive justo al lado de la casa.
Tres estrellas
Duki, YSY A y Neo Pistea son hoy tres de las máximas figuras de la música en la región. Por ejemplo, Duki tiene 23.257.253 oyentes mensuales en Spotify, YSY cuenta con 5.848.205 y Neo Pistea acumula 1.602.140. Las cifras del éxito no tienen precedentes a nivel local, y esa locura luego se traslada a los shows que convocan a miles de personas (el año pasado Duki llenó cuatro veces el estadio de Vélez Sarsfield).
Todos ellos surgieron de El Quinto Escalón, una competencia de freestyle en Parque Rivadavia, a unas 20 cuadras de Antezana 247. El fundador de ese semillero de artistas fue YSY A, con solo 14 años. De allí surgió el trío que luego ocupó “La Mansión”, así como otros referentes: Wos, LIT Killah, Acru, Paulo Londra, entre otros.
“En mi secundario ninguno era rapero, eso no existía acá. Hice el primer evento del Quinto en Facebook y vinieron 20 personas, muchos eran grafiteros y skaters que frecuentaban el parque”, describía YSY A en una entrevista con el periodista Julio Leiva, en el ciclo Caja Negra.
Esas batallas de rap empezaron en 2012. Con entrada libre y gratuita, se hacían domingo de por medio. El evento, con el presentador y músico Muphasa MC (Matías Berner), creció hasta convocar en su última edición en noviembre de 2017 a 10.000 personas. La onda expansiva del trap cada vez ganaba más fuerza y ese tipo de espectáculos se empezaron a replicar, aunque en menor escala, en otras partes del país.
Parte de lo que fue El Quinto Escalón lo atravesaron viviendo en Antezana 247. Dentro de la casa, Duki grabó el videoclip de la canción Rockstar e YSY A luego llamó a uno de sus discos con la dirección de “La Mansión”.
“Cuando se termina, cada uno tomó su propio camino. Cada uno se había convertido en un planeta y los planetas tienen órbitas y a veces las órbitas no son compatibles”, relataba Duki en el ciclo Caja Negra.
La casa después del sismo
Cuando llegaron Duki, YSY A y Neo Pistea a la casona a través de una inmobiliaria, recuerda Farache, él pensó que se trataba de tres influencers. “Yo no tenía ni las más mínima idea de quiénes eran. Me acuerdo de que Duki todavía no tenía la cara tatuada. Estuvieron ocho meses acá. Luego se fueron, y cuando entré la casa estaba patas para arriba”, detalla el propietario entre risas.
Estuvo tres meses refaccionándola para ponerla en condiciones. En el camino, fue encontrando sorpresas, como una sala de tatuajes en el sótano.
“Había un lío bárbaro. Las fiestas duraban tres días. Era muy loco porque no sabíamos quiénes eran ni imaginábamos que en medio de ese quilombo se estaba armando esta movida. Yo ahora a veces escucho trap, me gusta. Los pibes eran muy buena onda, nunca tuvimos ningún drama. Como yo me voy a laburar a las 5.45, un par de veces me lo crucé a Duki volviendo de alguna gira y me pidió de saltar la medianera porque se había olvidado las llaves y nadie escuchaba el timbre”, relata el vecino Barranco.
“Una vez escuchamos un tema que estaban cantando, lo googleamos y descubrimos quiénes eran. Creo que acá crecieron mucho, al principio tenían una Meriva y luego se iban en una combi a las giras”, recuerda Karina Borrajo, de 52 años, que también vive al lado a “La Mansión”.
Farache es médico, pero ahora tiene un local comercial. Como una de sus pasiones es el arte, ya consciente del lugar que ocupaba su casa en la historia de este movimiento musical, decidió dibujar un mural en el frente, para que en vez de mensajes sueltos hubiera imágenes representativas de lo que allí había sucedido.
“Quise hacer algo más ordenado. El otro día, por ejemplo, me llamó una artista para sumar algunas imágenes, pero la gente sigue dejando sus mensajes y no me parece mal. Yo dejé un cartel en la puerta para que la gente me escriba antes de firmar la pared para que pensemos en algo más copado que un garabato. También pasa que, a veces, se roban cosas, como la tapa del gas. Estos pibes pusieron la casa que yo amo ahí arriba, y eso me pone feliz, aunque a veces sea problemático. Ojalá que el mural siempre quede y la gente lo pueda disfrutar”, señala Farache.
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