La calma volvió a la clínica Sacre Coeur
La calma volvió al instituto Sacre Coeur en el primer día sin Diego Maradona como paciente.
Desde el último miércoles, cuando el ex crack del fútbol fue trasladado de la clínica Fleni al instituto dirigido por el doctor Carlos Alvarez, la fisonomía del centro cardiovascular cambió por completo. Y también Paraguay al 3100, calle en la que está situado.
"¿Qué es esto?", se preguntaban los pacientes al ingresar en el instituto. "Esto" era un vallado y siete policías parados en la entrada. Una postal que duró lo que Maradona tardó en abandonar el nosocomio.
"Esto" ayer ya no estaba y lo que pareció imposible durante los seis días que el diez estuvo en el Sacre Coeur volvió a ser cosa de todos los días. Había lugar para estacionar y se podía caminar sin temor a la cantidad de periodistas que querían saber sobre la salud de Maradona.
Hasta desapareció lo que se había convertido en la música de Paraguay al 3100 por estos días: los bocinazos de enfurecidos automovilistas que intentaban esquivar a la multitud de curiosos.
Pero la presencia de Maradona no alteró sólo el ritmo de trabajo de los cerca de 60 empleados del instituto que vieron desfilar por los pasillos desde a Guillermo Cóppola, Oscar Ruggeri, Enzo Francescoli y los mellizos Schelotto hasta José Barbich, el sacerdote que celebró la boda de Maradona.
José, el dueño del único bar de la cuadra, que abrió hace un mes y medio, disfruta ahora de la calma a la que estaba acostumbrado. Ya no hay corridas, ni abrazos simbólicos, ni rumores de supuestos médicos falsos.
"El tema que está en la cabeza de todos acá adentro (en el Sacre Coeur) ya no pasa por Maradona. Todos se preguntan quién sería el que entró disfrazado de médico y quiénes lo dejaron pasar", comentaban empleados del instituto cardiovascular.
Todos los consultados coincidieron en que el día de ayer en el Sacre Coeur fue "tranquilo". También en otra cosa: ninguno quiso dar siquiera su nombre de pila. Es que después de que se permitiera el ingreso del intruso, dos personas ya no trabajan en el instituto. Y nadie quiere arriesgarse a ser el tercero.