La calidad del esperma de los humanos bajó a la mitad en el último medio siglo: las hipótesis y un pronóstico inquietante
El descenso se está acelerando, y de continuar el ritmo, en una década los hombres tendrán problemas para ser fértiles
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MADRID.— Los hombres van a tener problemas para ser fértiles en apenas una década, de seguir este ritmo: la cantidad de espermatozoides por eyaculación no ha dejado de bajar desde hace casi un siglo. Su concentración también ha bajado a menos de la mitad que hace 50 años, acercándose al umbral de la infertilidad. Y el ritmo del descenso se ha acelerado en lo que va de siglo, doblándose. Son los datos alarmantes de un trabajo con estudios de 53 países. Los autores de la investigación no se han adentrado en las causas, pero señalan a determinados hábitos de vida y la exposición de contaminantes químicos ya desde el feto.
El estudio que se publicó anteayer cuenta con registros de países de los cinco continentes y muestra que el declive del esperma está siendo mundial. Hagai Levine, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén y principal autor del trabajo, cuenta: “Ahora podemos decir, según los datos disponibles en la actualidad: la cantidad del esperma ha caído a la mitad en los últimos 50 años, globalmente, no solo el de los occidentales”.
La investigación, publicada en Human Reproduction Update, muestra que el número de espermatozoides (concentración espermática) ha pasado de 101 millones por cada mililitro a 49 millones por mililitro desde 1973, fecha de los primeros estudios disponibles. La cantidad total también ha tenido un descenso acusado, pasando de 335,7 millones por eyaculación a 126,6 millones en 2018, último año disponible.
El trabajo muestra otro dato tan inquietante como intrigante: el ritmo de descenso se está acelerando. Mientras que desde 1973, la concentración espermática ha bajado a un ritmo anual del 1,16%, desde 2000 lo ha hecho a una velocidad del 2,64%. Al ver otros años del periodo, se confirma la aceleración: desde 1985, el ritmo era del 1,31% y ya en 1995, subió a 1,90% al año. De seguir esta tendencia, en apenas una década, la cantidad de espermatozoides podría bajar del umbral mínimo a partir del cual cuesta más tener hijos. “Los hombres pueden ser considerados subfértiles con concentraciones espermáticas inferiores a los 40 mill/ml e infértiles por debajo de los 15 mill/ml”, decía el doctor Levine en un artículo de 2017.
Jaime Mendiola, coautor del estudio y profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Murcia, dice que es esta aceleración lo que más les preocupa. “No sabemos si va a ir a más”, afirma. Sobre las causas del declive mundial de espermatozoides, todo son hipótesis. Mendiola recuerda que, sin ser el objetivo de su estudio, “se ha señalado a la exposición a químicos y contaminantes ambientales que provocaría una disrupción hormonal del eje hipotálamo-hipófisis-gónadas que interferiría en la producción espermática”. Este investigador dice que además de los malos hábitos de vida y condicionantes actuales, hay que mirar hacia atrás, “a la exposición prenatal; cuando estamos en el feto es la época crítica para el desarrollo testicular”. Así que la crisis se estaba gestando desde hacía décadas.
La profesora Shanna Swan, de la Escuela Icahn de Medicina de Mount Sinai (EE. UU.), recuerda en una nota que los recuentos espermáticos bajos no solo afectan a la fertilidad de los varones, sino que también tienen importantes consecuencias para la salud masculina en general, y están relacionados con otras tendencias adversas, denominadas genéricamente síndrome de disgenesia testicular. “El inquietante declive en los recuentos y la concentración espermática de más del 1% por año mostrados en nuestro trabajo son consistentes con las tendencias adversas en otras patologías del varón, tales como el cáncer testicular, las alteraciones hormonales y los defectos congénitos genitales”. Mendiola añade que se han establecido conexiones entre la mala calidad espermática y “un aumento de la mortalidad y la morbilidad, además de un descenso de la esperanza de vida”.
Expertos de talla mundial
El director de innovación de la Fundación IVI, uno de los mayores grupos de reproducción asistida, Nicolás Garrido, valora la relevancia del estudio: “Lo han hecho expertos de talla mundial y lo han publicado en una revista de referencia”. El grupo IVI, con presencia en varios países, tiene datos de primera mano. Publicaron en 2019 un trabajo con datos sobre la calidad del esperma de casi 120.000 hombres. “Lo nuestro son los problemas de infertilidad. Entonces nos hicimos una pregunta, ¿los hombres son cada vez más infértiles? Con datos de nuestras clínicas de Estados Unidos y España desde hace 20 años, vimos que el porcentaje de señores con ausencia de espermatozoides ha ido en aumento”.
Y se plantearon una segunda cuestión, ¿esto tiene relevancia clínica? “Hay tratamientos diferentes según la gravedad del problema y hemos comprobado que los tratamientos de reproducción asistida son cada vez más complejos debido a la menor calidad del esperma”.
Sobre las causas, Garrido reconoce el problema para señalar al culpable o culpables. “Sabemos que tiene que ver con nuestros hábitos de vida y con nuestra exposición a contaminantes, pero no somos ratas a las que poder aislar en el laboratorio para averiguar el papel de cada factor, y estamos expuestos a muchos factores ambientales”. Menciona incluso el posible y paradójico papel de las clínicas de fertilidad. “Llevamos 40 años ayudando a las parejas a tener hijos, pero en el caso de los problemas de origen genético, es probable que haciéndolo estemos trasladando el problema a la siguiente generación”, dice. En todo caso, la infertilidad de base genética supone un porcentaje menor en el total del problema.
El catedrático de la Universidad de Granada Nicolás Olea, uno de los que más ha investigado sobre la calidad del esperma en España, coincide con los autores del estudio y con Garrido en lo complicado que es determinar las causas exactas del problema, pero tiene sus supuestos culpables: “Sospechamos que la exposición temprana del embrión/feto y el niño a contaminantes con actividad hormonal, disruptores endocrinos, tiene mucho que ver”. De hecho, su grupo ha publicado recientemente varios trabajos sobre la presencia de disruptores endocrinos en la leche materna en España.
Lo malo de todo esto es que, como dicen Olea, Garrido, Levine o Mendiola, la doble exposición a contaminantes, tanto en el útero como en la edad adulta, es un problema complejo y, ahora confirmado, mundial. Lo bueno es que los mismos humanos que han creado el problema, pueden solucionarlo. Levine hace un llamamiento urgente “a la acción global para promover entornos más saludables para todas las especies y reducir las exposiciones y los comportamientos que amenazan nuestra salud reproductiva”.
Por Miguel Ángel Criado
©EL PAÍS, SL
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