La Caleta, un oasis a sólo 25 kilómetros de Mar del Plata
Es hoy el secreto mejor guardado de la costa, que combina playas vírgenes con poco público
LA CALETA.- "¿En el diario? ¡¿En La Nacion?! Por favor, no pongas el nombre, no pongas el nombre?" La mujer no pide, como tantas veces ocurre, evitar que su identidad quede sellada en tinta. Lo que implora, casi suplica, es que no trascienda este lugar en el mundo, que, con los suyos, ha descubierto durante sus últimas cuatro o cinco vacaciones y que es -y sueña que así siga- patrimonio de unos pocos cada verano.
Con las disculpas del caso, esta franja de playas despejadas y con puñados de familias dispersas en toda su amplitud se llama La Caleta, está a 25 kilómetros al norte de la gran ciudad que se divisa allá lejana, con sus edificios y sus turistas apiñados en los balnearios céntricos.
Aquí, en cambio, cruzarse con otros no es una casualidad, pero sí depende, y mucho, de cuánto uno se mueva. Durante la caminata, por ejemplo, permitirá acercarse a aquellos que están no menos de 50 metros más allá. Así, a lo largo de más de un kilómetro de playa casi virgen, arena suave y últimos restos de pequeños acantilados.
La Caleta pertenece al partido de Mar Chiquita y está algo más allá de Santa Clara del Mar, entre la más urbanizada Mar del Cobo y la salida al mar de campos privados de lo que es la estancia San Miguel. Y es la alternativa que varios encontraron para garantizarse descanso o para escaparse un rato de Mar del Plata, que por esta época transita hacia el pico del ingreso de turistas.
Hace seis años que Claudia Garniero, de la Capital, conoció La Caleta. "Buscábamos mucha tranquilidad y acá la encontramos de verdad", cuenta a La Nacion la mujer que comparte con otros familiares llegados desde Villa La Angostura esta suerte de oasis en la costa atlántica.
Alquilaron una casita y dice que los chicos son quienes más disfrutan. "Aquí se sienten libres de verdad", insiste.
Para ellos acá no hay locales con Internet ni juegos electrónicos. Mucho menos, cine. La oferta es bicicleta, caminatas, carreras por los médanos y, si llueve, películas en DVD o TV por aire o satelital. El mar abierto y algo movido de La Caleta es ideal para kite surf , surf y las bodyboards .
María José, de Rosario, aplaude porque su esposo y uno de sus hijos acaban de pescar una corvina de buen tamaño, otra de las ventajas que ofrecen estas playas, de cuyas aguas los anzuelos casi siempre salen con premio. "Para nosotros este lugar fue un hallazgo. Aquí encontramos una playa ideal", explica, mientras su esposo prepara más carnada y va por más corvinas.
Clara y Roberto, de la Capital, tienen su departamento a 100 metros de los balnearios de La Perla. Pero dos o tres veces por semana marchan 20 minutos por la ruta 11 y se sienten dueños de la arena en La Caleta. "En Mar del Plata sólo puedo decir que voy a la playa, pero lo que se dice descansar, lo logro sólo aquí", dice tendido en la reposera, mate en mano, casi sin vecinos a la vista.
Para instalarse aquí unas jornadas, e incluso para pasar el día, es importante llegar con provisiones. Los comercios escasean y los vendedores ambulantes son una raza casi desconocida. "Días atrás pasó un vendedor de churros y corrieron todos a comprarle", cuenta Ezequiel, que junto con Lisandro, es guardavidas en el espigón que marca el comienzo de playas abiertas hacia el Sur.
Es una franja muy tranquila, de esas en las que las huellas marcadas en la arena permanecen durante horas, hasta que algún otro coincida en el paso o el mar crezca para borrarlas y dejar el terreno húmedo y firme para los que vendrán.
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