“La bomba del clima está por detonar”: el lapidario informe sobre el calentamiento global que busca reducir el riesgo ambiental
“Los impactos de la quema de combustibles fósiles ya son irreversibles o están cerca de serlo”, alerta un grupo de expertos; sin embargo, para modificar la situación plantean “descarbonizar”, con urgencia, la economía, sobre todo en los países desarrollados
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Justo sobre el final de la ola de calor más extensa y terrible de la historia argentina, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (conocido simplemente como IPCC) dio a conocer hoy los resultados de una nueva serie de informes acerca de las consecuencias que ya tiene y seguirá teniendo el fenómeno en todo el planeta. Entre otras conclusiones, encontró que los daños sistemáticos hechos por la quema de combustibles fósiles y la tendencia a agravarlos constituyen una urgencia, y que muchos de los impactos ya son irreversibles o se acercan a la irreversibilidad. No obstante, según el mismo panel, conformado por científicos y gobiernos y que reúne de manera exhaustiva los trabajos de investigadores alrededor del mundo en miles de páginas, aún se puede cambiar el destino: haría falta una descarbonización urgente de la economía y un mayor respeto al ambiente en pos de la sustentabilidad.
“La humanidad está posada sobre un fino hielo, y ese hielo se derrite rápidamente”, dijo el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en un mensaje divulgado apenas conocidas las conclusiones del trabajo de miles de científicos que es el reporte síntesis del sexto ciclo del IPCC, aprobado entre anoche y hoy a la mañana después de una semana de sesiones en Interlaken, Suiza. “La bomba del clima está por detonar”, abundó el portugués, que del mismo modo dio lugar a la esperanza al remarcar que este informe da instrucciones para desactivarla y es “una guía de supervivencia para la humanidad”. Y añadió otra metáfora para redondear el concepto: “Para lograr mantener la temperatura por debajo de un aumento de 1,5°C hace falta un salto cuántico en la acción climática”, en referencia a dar por terminada la era de los combustibles fósiles cuanto antes.
Los datos sintetizados por el IPCC, de hecho, no son enteramente nuevos, sino que suman precisión e información –casi siempre alarmantes– a otros que se vienen dando a conocer desde hace más de 30 años, cuando el organismo fue creado (1988), con la intención de que la ciencia sirva como insumo a las decisiones políticas de los gobiernos. Apenas un par: el cambio climático incide en la inseguridad alimentaria y la provisión de agua, y los eventos de calor extremo están aumentando las tasas de mortalidad y enfermedades; hace falta más dinero para reducir emisiones y adaptarse a la nueva situación. “Con un calentamiento de 1,1/1,2°C, hoy más de 3000 millones de personas conviven con las realidades más duras del cambio climático: altas temperaturas, sequías, inundaciones y otros eventos que contribuyen a la falta de alimentos y agua, la desnutrición y la pérdida de medios de vida”, señaló Marlene Achoki, colíder de Política Global sobre Justicia Climática de la Organización CARE International, en un comunicado de la Climate Action Network.
“Las tendencias actuales de cambio climático son incompatibles con un mundo sostenible y equitativo. El ritmo y la escala de lo que se ha hecho hasta ahora, y los planes actuales, son insuficientes para hacer frente al cambio climático”, dijo, por su parte, Carolina Vera, una de las principales expertas argentinas a LA NACIÓN, tras participar en las sesiones que terminaron con el informe. “A pesar de algunos avances para reducir los riesgos climáticos, no estamos preparados para los peligros y las amenazas extraordinarias que enfrentamos hoy y en el futuro. Ya se han alcanzado límites en nuestra capacidad de adaptación en algunos ecosistemas y regiones”, agregó la vicechair del Grupo de Trabajo I del IPCC, directora del Instituto Argentino-Francés de Estudios Climáticos y su Ciencia, e investigadora principal del Conicet. Vera subrayó que en 2018 el IPCC ya había destacado la escala sin precedentes del desafío requerido para mantener el calentamiento a 1,5° C por sobre la temperatura preindustrial (objetivo del Acuerdo de París aprobado en 2015). “Cinco años después, ese desafío se ha vuelto aún mayor”, dijo. “Sin una acción urgente, efectiva y equitativa para reducir las emisiones y adaptarse, el cambio climático amenaza cada vez más los ecosistemas, la biodiversidad y los medios de vida y el bienestar de las generaciones actuales y futuras. Ampliar la financiación climática es crucial para el desarrollo resiliente al clima, especialmente en los países en desarrollo donde las deficiencias financieras y las necesidades son mayores”, concluyó.
Más detalles
El documento publicado hoy reúne conclusiones de tres informes de evaluación: Bases de las ciencias físicas; Impactos, adaptación y vulnerabilidad y Mitigación del cambio climático. Más tres reportes especiales previos: Calentamiento global de 1,5 °C, El cambio climático y la Tierra, El océano y la criósfera en un clima cambiante. El hecho de que se trata de información que se conoce desde hace algún tiempo generó entre los periodistas la pregunta de cuál era la novedad; es decir, si efectivamente este informe constituye una noticia como tal. De hecho, es la misma recolección de esa enorme cantidad de información, sumada a las declaraciones del secretario general de la ONU, lo que constituye un (nuevo) llamado a la acción en base a los datos recopilados; además del hecho de que el IPCC finaliza virtualmente su trabajo con las indicaciones de qué hacer durante la próxima década, “pero comienza una nueva ronda, la séptima, a mitad de año con una reunión en Nairobi. Se estima que habrá nuevos informes en 2025″.
Entre los datos más acuciantes se encuentra el que casi la mitad de las especies animales se ven obligadas a irse hacia los polos o hacia arriba en las montañas por las modificaciones en las condiciones climáticas de los sitios donde solían vivir (en muchos casos miles de años antes de la aparición del Homo sapiens). Se trata de parte de los daños irreparables en los ecosistemas terrestres, de agua dulce, costeros y oceánicos. Las especies animales que pueden hacerlo, tratan de moverse para encontrar lugares aptos, pero el planeta es finito y las especies que ya viven en los polos no siempre pueden moverse con éxito. En este sentido, el informe del IPCC se enlaza con el del panel de biodiversidad, Ipbes, que ya alertó que hay un millón de especies en peligro. Este acorralamiento de especies naturales no es solo climático: el creciente uso del suelo para actividades de agricultura, para alimentar a 8000 millones de personas, restringe aún más a la flora y a la fauna. La menor biodiversidad también afecta las posibilidades humanas de alimentarse.
Contexto
Si las alarmas hace rato que están funcionando, ¿por qué no se actúa en consecuencia? Más allá de las declaraciones y pactos para bajar los niveles de contaminación de la atmósfera con gases de efecto invernadero, que son los que recalientan la atmósfera, hay una dependencia de la civilización para con los combustibles fósiles a la hora de generar energía, alimentos y para transporte. Eso es lo que se busca cambiar y es el “programa” que marcó Gutérres en sus declaraciones: ir hacia energías renovables.
“He propuesto al G20 un Pacto de Solidaridad Climática, en el que todos los grandes emisores hagan esfuerzos adicionales para reducir las emisiones, y los países más ricos movilicen recursos financieros y técnicos para apoyar a las economías emergentes en un esfuerzo común para mantener vivo el objetivo de 1,5°C”, señaló.
El pacto consta de un avance rápido para llegar al cero neto global de emisiones para 2050 que, entre otras medidas, busca no iniciar nuevos proyectos de carbón y la eliminación gradual del carbón para 2030 en los países de la OCDE (desarrollados) y en 2040 en todas las demás naciones; poner fin a toda la financiación pública y privada internacional del carbón; garantizar la generación de electricidad neta cero para 2035 para todos los países desarrollados y 2040 para el resto del mundo; el cese de todas las licencias o financiamiento de nuevos emprendimientos de petróleo y gas, de acuerdo con los hallazgos de la Agencia Internacional de Energía; detener cualquier expansión de las reservas de petróleo y gas existentes; cambiar los subsidios de los combustibles fósiles a una transición energética justa. Algunas partes de este plan no están en línea con las acciones de países como la Argentina (Vaca Muerta, por ejemplo), pero tampoco es algo que hagan países desarrollados, sobre todo después de la crisis iniciada por la falta de gas ruso. Lo cierto es que la economía y las decisiones geopolíticas siguen predominando en las miradas de los gobiernos y las empresas, mientras la crisis climática está cada vez peor y ya afecta la vida en la Tierra como nunca antes desde que el ser humano apareció.
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