La bajante histórica del Paraná cambió el paisaje y creó problemas a los que viven del río
ROSARIO.- En la cuarentena afloró un paisaje nuevo en el Paraná, que recargó esa sensación de apocalipsis que trascendió con la pandemia de coronavirus. La bajante del río más aguda de los últimos 50 años –que llegó el viernes a ocho centímetros, según datos de Prefectura Naval– lo transformó con violencia: donde había agua marrón en las islas frente a Rosario ahora hay un desierto de barro y arena.
"Hace 40 años que salgo a pescar todos los días de mi vida y nunca vi una bajante tan fuerte", advierte Julián Aguilar, un pescador artesanal que se quedó sin ingresos, debido a que su embarcación está empantanada en esa mezcla viscosa que deja el río cuando se seca. La bajante y la pandemia hicieron estragos en ese rubro, porque la falta caída del consumo de pescado hizo derrumbar el precio.
En febrero los frigoríficos pagaban 40 pesos el kilo de sábalo y ahora 12. Los frigoríficos exportan ese recurso a 1,30 dólares por kilo o lo trituran para que sirva de alimento balanceado para mascotas.
El panorama en el río es tan incierto como la pandemia. "No hay certezas hasta cuándo se puede extender esta bajante histórica que comenzó en junio pasado", señaló Carlos Paoli, del Instituto Nacional del Agua, en una jornada con especialistas a través de Zoom, que organizó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
El ingeniero consideró que la situación se agudizó "por la falta de lluvias en el área media y superior del Paraná, desde Corrientes hacia arriba". Y desmitificó la influencia de las represas como la de Itaipú en la regulación del caudal del río, donde en ese tramo es determinante el régimen de precipitaciones, que desde el año pasado es muy bajo.
La última gran bajante se produjo entre 1968 y 1969, según el experto en hidrología Carlos Paoli, que alertó que es posible que el nivel descienda aún más si no se recupera el régimen de lluvias en el norte de la hidrovía.
"A pesar de la histórica bajante, que provocó que, en Santa Fe, la Cámara de Diputados votara a favor de una veda para conservar el recurso, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación habilitó que este año un cupo de exportación de 15.000 toneladas de sábalo", reveló la periodista ambiental Jorgelina Hiba del sitio Dos Ambientes.
"Es casi imposible salir a tirar las redes con esos precios. No alcanza para pagar los gastos de 700 pesos de combustible por día", explicó Aguilar, de 60 años, que vive en La Florida y es un apasionado de ese río que le dio un oficio y un sustento. Para que sea rentable, un pescador con un ayudante tienen que capturar una tonelada de sábalo por día.
Para pasar esta crisis Julián se puso a tejer redes en su casa para vender a sus colegas. Pero la pandemia también hizo subir de manera exorbitada el precio de los insumos de una "malla" que mide unos 250 metros. El hilo saltó a 2600 pesos por kilo. Para tejer una red se necesitan 20 y 18 de soga, más unas 200 boyas.
Ese cambio en el paisaje extraño se ve a lo largo del río Paraná, hasta Corrientes, donde tres hombres violaron la cuarentena no para navegar en el lecho del río, que ahora está seco, sino para hacer motocross.
En el Paraná Viejo, el riacho que está detrás del Paraná, frente a Rosario, es imposible navegar. Allí durante los últimos diez años creció la construcción de casas de fin de semana. Pero en muchos tramos es imposible llegar en lancha. Como ocurrió en Corrientes, algunos van en auto, desde el puente Rosario-Victoria.
Con la flexibilización de la cuarentena en Rosario, donde desde el fin de semana comenzaron las actividades recreativas, temen que en esa zona del delta medio vuelva a ocurrir una especie de invasión de autos como ocurrió antes de la cuarentena, como lo denunció el grupo ecologista "El Paraná no se toca", que advirtió sobre el impacto ambiental que ocasiona para la vida silvestre, la fauna ictícola y la vida de los isleños.
Los únicos que navegan por el canal de la hidrovía son los barcos que arriban a los puertos a cargar soja, pero están obligados a cargar un 30% menos de sus bodegas para evitar problemas, como le ocurrió la semana pasada al buque Mars Harmony que encalló en la zona de Arroyo Seco, tras cargar en la terminal de Cofco, en Timbúes 6.676 toneladas de soja paraguaya y 23.282 maíz.
Guillermo Wade, gerente de la Cámara de Actividades Portuarias y Marítimas, explicó que se produjo la caída de una de las paredes del canal del Paraná a la altura del kilometro 390 en la zona de Arroyo Seco al sur de Rosario. "Las dragas tuvieron que limpiar todo lo que se había desmoronado y luego se normalizó el tráfico", apuntó.
Frente a las terminales en Puerto General San Martín afloró un islote gigante de unos 500 metros de extensión que cambió el paisaje, pero no disparó ninguna discusión delirante como ocurrió en 1944 entre los poetas Juan L.Ortíz y Amaro Villanueva por la aparición de un banco de arena tras una bajante del río frente a la capital entrerriana, como rememoró años después el escritor santafesino Juan José Saer.
En un informe que realizó por pedido del gobierno nacional, la BCR estimó que las pérdidas por la bajante histórica del Paraná en los últimos cinco meses alcanza los 244.000.000 de dólares. De ese total, 91.200.000 dólares de pérdida corresponde a los costos que los buques deben afrontar para el completamiento en otros puertos y el llamado falso flete de los que no pueden completar su capacidad máxima de carga.
"Hay buques que tienen que ser abastecidos en Campana porque las lanchas que les llevan insumos y alimentos no pueden salir", señala Marcelo Ramos, que se dedica a proveer de comida a los tripulantes de los barcos.
En estos últimos tres meses, 510 buques han tenido problemas para trasladar la carga desde los puertos del Gran Rosario que con 30 pies de profundidad se perdieron de cargar casi 10.000 toneladas. "Por cada pie de calado, se pierden 2000 toneladas de grano", describió el economista Julio Calzada, director del Centro de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio.