La anestesista apuntó contra el endoscopista por la muerte de Débora Pérez Volpin
Fue un primer día de juicio frenético y, por momentos, crudo. El Palacio de Tribunales estaba vacío, pero la sala de Derechos Humanos de la planta baja bullía con el continuo pasar de testigos que relataban lo que sucedió aquel fatídico 6 de febrero del año pasado. Ayer, en la primera jornada del proceso oral por la muerte de la periodista Débora Pérez Volpin, declaró la anestesióloga Nélida Inés Puente y responsabilizó a su colega, el endoscopista Diego Bialolenkier, por el fallecimiento de la legisladora. Este, en cambio, prefirió no hacer declaraciones. Pero afirmó que estaba convencido de su inocencia y dijo que contestará todas las preguntas que quieran hacerle más adelante.
"En mis 35 años de profesión ningún paciente sufrió una perforación [en el esófago]", indicó Puente ante el juez del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional Nº 8, Javier Anzoátegui. Y agregó que pese a todos sus intentos de recuperar la vía aérea de la paciente, el cuadro era tan grave que no lo logró.
Encorvada y con las brazos enlazados debajo del escritorio, Puente habló con voz calma por alrededor de tres horas. Fue interrogada por el juez, la fiscal, los abogados de la familia de Pérez Volpin y los del endoscopista.Según relató, minutos antes del procedimiento, pudo hablar con la legisladora. "Tuvimos una charla empática. Ella sonreía, estaba tranquila, era un amor", señaló. Volpin, según su narración, le dijo que se sentía bien y que no tenía ninguna alergia. Entonces le puso el dedal del pulsioxímetro y le pidió que se pusiera de costado. En cuanto hizo efecto la anestesia le dijo al endoscopista que podía comenzar. Se apagó la luz para mejorar la visibilidad del estudio.
Según indicó la médica, la crisis se desató cuando a la periodista se le salió el dedal del pulsiómetro -que Puente calificó como algo normal- y ella se acercó para acomodarlo. En ese instante rozó el abdomen de la paciente y advirtió que "estaba hinchada como un tonel". "Le grité a Diego [Bialolenkier] y le pedí que sacara el endoscopio de inmediato". Prendieron la luz y vieron el cuerpo hinchado, contó. Pensó que se trataba de una reacción alérgica por la gran hinchazón del rostro de la paciente. Pero pronto "crepitaba la zona de la mandíbula, tenía aire en los tejidos y los labios se empezaron a poner cianóticos".
En cuanto intentó hacer una laringoscopia para poder ventilarla vio que la zona estaba llena de sangre. "La lengua, las amígdalas, estaba todo completamente desfigurado. No podía ver nada, por lo que aborté la maniobra de intubación", dijo. Para entonces, continuó, ya habían llegado una cardióloga y el equipo de terapistas, que le indicaron que le colocara una máscara laríngea. Con ese método, se logró recuperar el nivel de oxígeno en sangre.
"Pero nunca salió del paro", explicó.Consultada acerca de cómo ingresó el enorme caudal de aire al cuerpo, Puente indicó: "Hoy puedo decir que entró por la perforación esofágica". Y agregó que quien insufla aire es el endoscopista. Acerca de la mecánica de la lesión, señaló: "Lo único que había ingresado a la vía digestiva era el endoscopio".
Momentos previos
Enrique Sacco, pareja de Pérez Volpin, remarcó que ella se sentía bien antes del estudio. Que no tenía enfermedades previas e, incluso, el día anterior había ido por sus propios medios al baño, tenía un suero conectado al brazo, y de camino se puso a bailar con el pie que sostiene al suero.En el momento más emotivo de la jornada, Sacco relató cómo los médicos le anunciaron la muerte de su pareja. "Nunca le pude dar la noticia a los chicos [a los hijos de Pérez Volpin], simplemente los abracé y lloramos", dijo, con la voz entrecortada. Luego se refirió a la difícil decisión de realizar una autopsia: "Por un lado queríamos que Débora descansara en paz, pero por el otro no teníamos una respuesta concreta. Y ella siempre hubiera buscado la verdad". Y reclamó justicia.
También declararon los peritos forenses de la Corte Suprema Roberto Víctor Cohen, Alejandro Félix Rullan Corna, Miriam Hebe Matoso, Héctor Nicolás Papagni y Santiago Maffia Bizzozero. Antes de que comenzara la presentación de los forenses, el juez avisó a la audiencia que se mostrarían imágenes que podían herir la sensibilidad.En la primera de ellas, se veía a una Pérez Volpin casi irreconocible por la hinchazón del rostro. En otra, parecía embarazada: no lo estaba, era simplemente el enorme caudal de aire que circulaba por su abdomen. "Fue audible la salida del aire al abrirlo", dijo Rullan Corna. En ese momento, los familiares se abrazaron y taparon la boca con las manos frente a las imágenes.
Los forenses repasaron la historia clínica, la histopatología, reconstruyeron la secuencia fáctica y comentaron las principales conclusiones de la autopsia. "Hubo una perforación instrumental del esófago, que estaba sano y se produjo una hemorragia", indicaron. Además, señalaron que no se detectaron patologías preexistentes y sostuvieron en sus testimonios que la "gravedad de las lesiones no se podía revertir". "Hubo un pasaje de gas de alta presión de una fuente externa al estómago que produjo un daño", dijeron los peritos y explicaron que "normalmente el estómago recibe de 1 a 1,9 litros de aire por día y acá recibió cuatro litros de gas en breves instantes que produjeron estas lesiones".
El último testigo fue Hugo Alberto Botto, especialista en endoscopia pediátrica, que estaba en un quirófano cercano aquel día. Se disponía a operar a una paciente cuando entró una enfermera a pedirle que intube a un adulto en el quirófano contiguo. "Tomé mi laringoscopio de Hollinger, pedí que me enchufaran la luz, aspiré un líquido sanguinolento y logré intubarla". Le llevó unos cinco minutos. Terminada su tarea, se retiró.
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