A los 18 años prendió fuego su casa con la mamá adentro y aunque pudo escapar tuvo que enfrentarse a una condena
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Cuando tenía 18 años, Nicola -Nikki- Owen prendió fuego a la casa familiar cuando su madre estaba adentro. Su madre pudo escapar, pero Nikki tuvo que sentarse en el banquillo, acusada de intentar matarla y enfrentándose a 15 años de prisión. ¿La defensa de Nikki? Síndrome premenstrual.
Aquí te contamos su caso, que hizo historia en Inglaterra al ser la primera vez que se utilizó el síndrome premenstrual como factor atenuante en una condena. Desde entonces, el síndrome premenstrual se ha utilizado como atenuante en los tribunales en varios casos de asesinato, infanticidio, homicidio y muchos otros delitos.
Nikki creció en el condado de Kent, en Inglaterra, entre las décadas de 1960 y 1970. A Nikki le apasionaba la danza y ganaba algo de dinero como modelo infantil. “Era muy buena en danza, y solía practicar un par de horas antes de ir a la escuela. Y era muy buena. Gané unas 40 copas y centenares de medallas”, le cuenta Nikki al programa Outlook de la BBC.
“Siempre fui muy callada. Y diría que pacífica y calmada. Mi vida era muy buena, éramos una familia bastante bulliciosa y siempre había gente en la casa, mi mamá y mi papá eran personas muy sociables”, recuerda.
Pero todo cambió para Nikki cuando entró en la pubertad. Ya no era una niña tímida y bien comportada; la personalidad de Nikki se fue transformando hasta un punto en el que no se reconocía. Y no podía explicarse esa transformación tan rápida y severa.
Cuenta que su relación era buena con sus padres, pero reconoce que empezó a discutir con su madre cuando se convirtió en adolescente. “Creo que porque mi mamá siempre me había visto muy callada y bien portada y yo siempre era la buena mientras mi hermana era la traviesa. Mi mamá se quedaba un poco sorprendida cuando de repente quería tener un punto de vista, o quería hacer algo que tal vez ella no esperaba, así que comenzamos a discutir un poco. Pero ella era increíble”, dice.
Su madre era quien le hacía todos los trajes para las competencias de danza. Nikki recuerda especialmente uno: cuando hizo de bruja en Hansel y Gretel. “Fue uno de los bailes que hice cuando me comenzó el período y podía sentir ese tipo de maldad absoluta en mí. Recuerdo que mi papá dijo una vez que sintió bastante frío cuando me vio actuar porque era como si su niña hubiera desaparecido y ese monstruo malvado me hubiera poseído“, dice.
Nikki cuenta que se sentía realmente deprimida y muy aislada por esos años. “Quería estar sola y lloraba mucho en mi habitación y me sentía muy incómoda con mi cuerpo”. Fue en ese momento que empezó a comer en exceso y a robar el alcohol del gabinete de sus padres.
Dr. Jekyll & Mr. Hyde
Fueron años de autodesprecio, autolesiones e intentos de suicidio. “Recuerdo que una noche que mis padres habían salido yo fui caminando hasta la comisaría en camisón y bata porque acababa de tomar un cargamento de pastillas que encontré en el botiquín”.
La llevaron al hospital y le hicieron un lavado de estómago. A ese le siguieron otros intentos de autolesión. En total fueron 26 lavados de estómago. “Realmente quería destruir mi apariencia, así que me corté todo el cabello, que casi me llegaba a la cintura, y me lo corté todo y luego me afeité la cabeza y cejas, y me quité las pestañas. Mis padres lloraban y lloraban y me decían ‘¿por qué Nicola? ¿por qué haces esto?’”
Pero Nikki no podía explicar por qué. “La forma en la que lidiaba con esto era pensar que había dos Nicola, estaba la Nicola buena, a la que yo estaba acostumbrada, y luego estaba esta Nicola malvada que parecía apoderarse de la Nicola buena, y la Nicola buena aparecía cada vez menos, y el malvada estaba tomando el control”, dice.
“Sentí que tenía esta personalidad de Jekyll y Hyde. Lo que daba miedo es que nunca sabía cuándo saldría ese monstruo”.
En uno de esos episodios acabó persiguiendo a su madre por la cocina con un cuchillo. “Hacía estas cosas terribles y luego no entendía por qué lo hacía, así que realmente pensaba que algo estaba muy mal en mí, y por eso me deprimía cada vez más y me sentía cada vez más inútil. Creo que esos intentos de suicidio antes habían sido gritos de ayuda. Quería que alguien me dijera por qué estaba actuando de esta manera”, cuenta Nikki.
“Me sentía como un monstruo”
Un día, cuando solo estaba su madre dentro, Nikki, entonces con 18 años, le prendió fuego a la casa. Su madre escapó, pero le aterrorizó pensar qué hubiera pasado si mis dos hermanos hubieran estado en la casa. “Así que me denunció a la policía y dijo que eso era lo más difícil que había hecho en su vida”.
Nikki ya había quemado la casa de sus padres una vez antes, y había estado en la cárcel unas semanas por eso, pero la habían dejado en libertad bajo fianza siempre y cuando visitara a un psiquiatra, quien la puso bajo un tratamiento de inyecciones sedantes.
Esta vez no hubo libertad bajo fianza. Nikki fue acusada de intentar matar a su madre, e ingresó en la prisión de Holloway en Londres. “Me sentía como si ya no fuera yo, no puedo explicar por qué lo hice. Me veía como un monstruo, actuaba como un monstruo, en lo que a mí respectaba, era un monstruo”.
En la prisión continuó comportándose violentamente y fue puesta en confinamiento en solitario. “Me pusieron un vestido hecho de un material indestructible para que no pudiera colgarme y había un colchón en la habitación, no una cama porque pensaban que podría hacer algo”.
Su padre quería ir a verla y una de las guardias del bloque en el que estaba dejó que mirara por la rendija de la puerta. “Ese fue el peor momento de mi vida… mi papá estaba intentando ser tan valiente y me decía ‘vamos a averiguar qué te pasa, mi niña no voy a defraudarte’. Yo solo quería que papá lo arreglara y que me dijera por qué”.
Su padre, desesperado porque tampoco podía entender por qué había momentos en que Nikki estaba tan normal y en otros se volvía tan violenta, decidió llamar a ocho psiquiatras para tener opiniones diferentes. “Me describieron como una psicópata maníaca irremediablemente loca y un peligro para la sociedad”.
La respuesta
Cuando su padre leyó los informes dijo que de ninguna manera iba a aceptar eso y que quería llegar al fondo de la cuestión. “Fue a ver a uno de los psiquiatras, que le dijo que él y mi madre deberían enfocar sus vidas en mi hermano y mi hermana y olvidarme a mí porque nunca sería libre, y que él sospechaba que tenía algo que ver con el sistema endocrino”.
“Llegó a casa y fue directamente a la biblioteca y comenzó a investigar el sistema endocrino y halló un vínculo con las hormonas. Después, en un encuentro con su propia médica, cuando esta le preguntó por su hija Nicola, él le contó la historia. Ella, sorprendida, le habló de un artículo que había leído recientemente, escrito por una mujer, que decía: ‘¿Tus períodos te están volviendo loca?’”.
En ese momento pensó que ahí podría haber algo. Cuando leyó el artículo lo supo. “Mi papá dijo que mientras estaba leyendo este artículo se quedó frío porque sabía que estaba describiendo lo que estaba pasando conmigo”, cuenta Nikki.
Hubo otro elemento de gran ayuda. Su madre mantenía diarios detallados que mostraban un patrón mensual claro en el comportamiento de su hija. “Mi madre tenía todas las fechas que mostraban esta naturaleza cíclica, todos los meses sucedía algo, durante la misma cantidad de días y desaparecía por completo el primer día de mi período”.
Después de años de preguntas, finalmente tenían una respuesta. Tan pronto como se dieron cuenta de que podía estar pasando algo con los períodos de su hija, fueron a ver a una especialista en el síndrome premenstrual.
Ella les dijo que Nikki tenía que dejar toda la medicación y hacer un tratamiento con progesterona. El síndrome premenstrual puede afectar a las mujeres en los días previos a sus períodos. No hay una respuesta definitiva sobre qué lo causa exactamente, pero puede tener un impacto psicológico y en la conducta severo.
Cuando Nikki empezó con la terapia con progesterona todo empezó a cambiar. “En unas tres semanas me sentí increíblemente diferente, realmente me sentí normal y fue muy impactante. Me sacaron del confinamiento solitario y mi papá decidió para llamar a todos esos psiquiatras que me habían visto antes y no podían creer el cambio en mí”.
Un caso histórico
De repente, Nikki también tenía una respuesta. Su comportamiento estaba relacionado con un síndrome premenstrual severo. Y eso tenía que ser usado como parte de su defensa en el juicio que aún tenía que enfrentar, lo cual, en los 70 y con un defensor y un juez hombre, era bastante radical.
La audiencia fue establecida para el 22 de diciembre de 1978. “Mi abogado vino a verme y dijo que tenía que estar preparada para el hecho de que el juez no aceptara el síndrome premenstrual como atenuante. Me dijo que estábamos creando un precedente legal y que no sabíamos cómo iba a ir, así que tenía que prepararme para una sentencia de 10 a 15 años”.
Ese día había mucho tráfico y los fiscales se retrasaron, así que Nikki volvió a la celda mientras no llegaban. Eso le dio más tiempo al juez para leer todos los reportes. Cuando volvió de la celda, Nikki ya no se sentó en el banquillo. El juez dijo que claramente eso era lo que le pasaba.
Finalmente recibió una sentencia suspendida de 2 años, con la condición de que continuara con la terapia con progesterona. Nikki era libre, pero volver a casa no fue fácil. “Mi mamá y mi papá estaban paranoicos”, cuenta.
“Yo estaba llena de remordimientos, cada habitación de la casa era evidencia de algo terrible que había hecho. Fue un momento muy difícil y tenía mucho estrés, mucha ansiedad, tenía ataques de pánico”.
Pero Nikki aprovechó esta segunda oportunidad en la vida. Creó su propia organización, Healing Hub, a través de la cual ayuda a otras personas a lidiar con el estrés y la ansiedad.
“Recuerdo cuando le escribí a papá desde la prisión preguntándole ‘¿por qué estoy pasando por esto’ y su respuesta permanecerá en mi corazón para siempre, porque sus palabras fueron la razón por la que estoy haciendo el trabajo que estoy haciendo ahora”, cuenta Nikki, emocionada.
“En su respuesta me dijo: ‘un día mirarás hacia atrás y te darás cuenta de que todo por lo que estás pasando está definiendo el legado de la mujer en la que estás destinada a convertirte’”.
Su caso hizo historia en Inglaterra como la primera vez que se utilizó el síndrome premenstrual como factor atenuante en un caso penal. Cuarenta años después, se han realizado muchas más investigaciones sobre el síndrome premenstrual y cómo tratarlo.
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