Kusama, éxito hasta el último día
La muestra de la artista japonesa, que termina hoy en el museo de Barrio Parque, llegó al récord de 200.000 visitantes; las claves de un fenómeno inesperado que se extendió a las redes sociales
La "princesa de los lunares" conquistó el corazón del público, las redes sociales y la pantalla de los celulares. Su muestra Obsesión Infinita, en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), llegó al récord de 200.00 visitantes. En la historia del museo fundado por Eduardo Costantini, coleccionista, financista, número uno de Consultatio y Nordelta, se guardaba como un hito la marca de 196.000 visitantes convocados por la muestra de Andy Warhol, el rey del pop, famoso por sus icónicas latas de sopas Campbell's, sus múltiples y un video de alto contenido erótico.
Pero Kusama ha sido la sorpresa de la temporada. Un éxito de convocatoria para gente de todas las edades que tuvo en las redes sociales su principal aliado. Nadie que visitó la exposición dejó de compartir su foto en Facebook, Twitter o Instagram. El museo puso en circulación el hashtag #kusamaenmalba y lo demás llegó solo. Todas las semanas, un álbum de fotos fue subido a la página del museo con imágenes de anónimos, celebrities, artistas y famosos. Más de 5000 personas asistieron a la inauguración y la palabra Malba se transformó ese día (el 29 de junio) en trending topic de Twitter durante horas.
¿Quién lo hubiera dicho diez semanas atrás, cuando la japonesa era una perfecta desconocida para la mayoría de la gente? Kusama ¿Quién es Kusama? Una nipona de pelo rojo, rara, longeva, que vive en un neuropsiquiátrico de Tokio, obsesionada con los lunares, que convirtió en su logo personal.
Con lunares intervino las carteras de Louis Vuitton invitada por Marc Jacobs, diseñador de la marca propiedad del coleccionista Bernard Arnault. La última vidriera de Vuitton en Buenos Aires, antes de cerrar el local de Alvear y Ayacucho por las trabas a la importación, estuvo consagrada a Yayoi Kusama: era una instalación blanca y roja similar a la que ocupa una de las salas del Malba.
A la hora del balance, habrá que pensar que han nacido un nuevo formato de muestra y un nuevo lugar para los museos. En las vacaciones de invierno, Obsesión Infinitafue destino de miles de chicos, familias enteras recorriendo las salas y pegando stickers en la habitación intervenida por una ola de lunares.
Hoy es el último día de visita, y, como ocurrió el fin de semana, el horario será extendido hasta las 22. La muestra seguirá viaje a Río de Janeiro y será inaugurada en el Banco de Brasil el 11 de octubre, y después viajará a Brasilia; al Centro Tomie Ohtake de San Pablo y, final de recorrida, al Palacio de Bellas Artes en México DF.
La maratón comenzó en Buenos Aires, primera escala de una itinerancia continental que costó más de un millón de dólares y ha dejado una nueva audiencia. Gente que nunca antes puso un pie en un museo y llegó atraída por el boom en las redes sociales, el boca a boca y una eficaz campaña de marketing.
Mención destacada para el montaje de la exposición, del que participaron Philip Larratt-Smith, Frances Morris, de la Tate Modern de Londres, y el equipo estable del museo liderado por Gustavo Vázquez Ocampo. El carácter lúdico de las obras, la historia personal de la artista volcada en la entrevista con el curador, publicada por ADN cultura, y los videos colgados en YouTube, alimentaron la curiosidad del público iniciado, dispuesto a descubrir el enigma detrás de la selección de dibujos, pinturas, instalaciones y videos realizados entre 1950 y 2013, que antes se habían exhibido en el Pompidou, Reina Sofía, Whitney Museum y Tate Modern.
Obsesión Infinita demostró que hay muchas maneras de aproximarse al hecho artístico y a la creación; que existen inéditos canales para la participación, pero también que existe un espacio para la reflexión personal en la intimidad de la sala de video, donde la princesa de los lunares explica cómo conquistó y fue conquistada por Nueva York y por la estridencia irresistible de una ecuación simbólica de los años 60: pop, sexo y militancia antibélica.
Muchas lecturas para una misma muestra que confirmó, también, lo que ya sabíamos todos: el público de Buenos Aires es entusiasta como pocos. Tanto como para resistir horas de cola escoltado por los jacarandás vestidos de lunares; animado por el deseo de ser parte de una historia que no se mide solamente con números.
Queda la certeza de que los museos están en la agenda de otro tipo de público, que existe una audiencia "ampliada" y participativa impulsada por la acción persuasiva y viral de las redes sociales.
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