Kheyvis, el desolador presente del boliche donde murieron 17 egresados
A fines de 1993, los alumnos del colegio La Salle celebraban cuando el fuego arrasó con el lugar y provocó 17 muertos; el recuerdo de Lucas Pusineri, el exjugador que estuvo esa noche
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“Cuando entré a los reservados vi que entre dos pibes alguien encendía algo, no sé si era un fósforo, un cigarrillo... y se fueron riendo. Intenté agarrar a uno para ver qué estaban haciendo pero salieron corriendo. Y de repente el fuego nos invadió, salí, le avisé al de la barra, intentó apagarlo. No sé si el matafuego no funcionaba o no estaba cargado, pero no pudo hacer nada”.
Así contó uno de los 600 jóvenes que se divertían aquella madrugada trágica del 20 de diciembre de 1993 en la disco Kheyvis de Olivos cómo comenzó todo. Eran las 2.50 de una noche en la que se realizaba la fiesta de graduación de alumnas y alumnos del Colegio La Salle de Florida.
Diez minutos después el boliche ardió y se convirtió en cenizas. Una avalancha de chicas y chicos salieron como pudieron de ese infierno e invadieron la avenida Libertador, al 1965. Pero 17 no lo lograron y encontraron la muerte de la peor manera: Mariano Bravo, Rolando Broda, Leandro Buganem, Francisco Gaeta, Darío Pablo García, Erica Gori, Hernán Grosso, Cristian Gutiérrez, Pablo Petralli, Juan Mantenga, Sebastián Simonini, Fernando Tablada, Maximiliano Tejedor, Rodolfo Unold, Nicolás Blanc, Nicolás Roberto Bonomi y Jorge Luis Fajardo no pueden descansar en paz porque la causa penal prescribió en 2006 y la Justicia volvió a estar ausente. No fue todo, además hubo 24 heridos graves.
Con relación a los presuntos provocadores del incendio, la jueza de menores María Cristina Piva de Argüelles apuntó a un joven (N de la R: se conoce su nombre, pero por cuestiones legales y de responsabilidad omitimos publicarlo porque no se comprobó su participación) como el autor material creyendo que él prendió fuego los sillones del reservado y que las pruebas que tenía alcanzaban. Lo mantuvo 45 días detenido, pero luego se vio obligada a liberarlo porque la Cámara –Tribunal de alzada- le dijo que lo que reunió en su contra no resultó suficiente.
Fuera de control
Las irregularidades en el funcionamiento de la disco eran evidentes pero nadie las advirtió. El peritaje realizado por los investigadores concluyó que “los materiales del local, en su mayoría madera, eran altamente inflamables; cualquier foco de incendio de orden menor llevaba a la catástrofe por las características ilegales de la construcción y la existencia de materiales combustibles y productores de humo; la única puerta habilitada para la circulación era la de entrada; las salidas de emergencia no se encontraban habilitadas; la capacidad del local era para 150 personas y esa madrugada permanecían alrededor de 600; la carencia de controles municipales fue absoluta.
Osvaldo de Jesús, uno de los dos dueños del boliche –otro era Jorge Fajardo, pero murió rescatando víctimas- recibió condena de prisión en suspenso, como así también la responsable de aprobar en la municipalidad de Vicente López el expediente de habilitación de la disco, Ofelia Molina, y la arquitecta Sandra Ponce de León, responsable de la construcción del local.
En el juicio civil que se sustanció y recibió sentencia en 2011 la comuna fue la única que resultó condenada a indemnizar a familiares de víctimas en función del daño moral y psicológico que sufrieron. El resarcimiento económico se terminó concretando en cuotas y los familiares recibieron un monto bastante inferior a lo previsto y a sus expectativas.
En materia penal, el abogado José Iglesias, padre de Pedro, víctima de la tragedia de Cromañón, presentó una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que en los últimos tiempos arrojó novedades. El letrado fue citado y tuvo una reunión en Cancillería porque el pleito lo debe soportar y resolver el Estado argentino y no el municipio.
Las conversaciones se encuentran en una etapa de inicio, pero el letrado quiere ser optimista ante una nueva oportunidad que se abre luego de tantos años de impunidad. “Es un caso que sirve como ejemplo claro de ‘privación de justicia’, es por lo que estamos demandando sencillamente ‘por incumplimiento de los magistrados intervinientes’”, lo que quedó “demostrado y dicho” en la causa con claridad, aseguró.
Testimonios y experiencias que abruman
“Enseguida nos dimos cuenta de que había olor a quemado. Nos picaba la garganta y nos lloraban los ojos. La puerta que daba al patio estaba cerrada y la única que quedaba para escapar era la de entrada. Muchos cayeron al piso en la desesperación por salir y sus cuerpos bloquearon la salida”, según consta en una declaración extraída del sitio https://padresdekheyvis.wordpress.com/ conformada por la Asociación “Grupo de padres de Kheyvis.
Fernando Tablada había sido alumno del colegio La Salle hasta séptimo grado, pero seguía vinculado a sus excompañeros que eran también sus amigos. Frecuentaba Kheyvis, y si bien esa noche no había ido a bailar, dio la casualidad que en el momento del incendio pasaba por allí, no dudó un instante y entró para socorrer. Todo era llamas pero no le importó, quería salvar todas las vidas que pudiera, ese fue su único objetivo. En otros tiempos había trabajado en la seguridad del lugar, conocía cada rincón, y pese a que pudo evitar el fuego, murió ahogado por el humo que le provocó la asfixia.
Hernán Crespo y Lucas Pusineri, alumnos del La Salle
Otro que esa madrugada no pudo concurrir a la fiesta y salvó su vida de milagro fue el actual director técnico del San Pablo de Brasil y exjugador de River, la selección argentina y varios clubes europeos de primer nivel, Hernán Crespo. Era alumno de quinto año del La Salle, pero no pudo ir sencillamente porque lo convocaron para concentrar con el primer equipo del “Millonario”.
“El fútbol me salvó la vida”, reconoció y brindó detalles: “Compartía con Orteguita (Ariel) el cuarto, eran mis primeras concentraciones. Confieso que me desperté esa mañana con la noticia de la tragedia. No lo podía creer, murieron muchos compañeros con los que compartía recreos y picados en el colegio todos los días. Siempre pienso que me podría haber tocado”, recordó con gran tristeza.
Lucas Pusineri, exfutbolista de Platense, San Lorenzo, River e Independiente, también salvó su vida de milagro. En ese entonces concurría al Instituto La Salle y se cruzaba con el propio Hernán Crespo en los picados del colegio. Además sufrió el estigma de que voces anónimas e imprudentes lo señalaran como uno de los responsables. LA NACION dialogó con él y esto dijo: “Sí, estuve en la fiesta porque iba a esa escuela, pero prefiero no recordarlo porque perdí a mi amigo Pancho (Gaeta), me hace bastante mal. No sé quién hizo correr mi nombre, una barbaridad, pero fue muchos años después de lo ocurrido. Hay gente que no mide lo que hace ni lo que dice”. Lucas participaba junto a Hernán Crespo de campeonatos intercolegiales del La Salle, pero en la categoría siguiente porque es un año menor.
Desde hace años el lugar del desastre se convirtió en un terreno baldío embargado y a disposición de la justicia que limita con un edificio de departamentos y un lavadero de autos, donde el horror y la impunidad convivirán para siempre.
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