Khaleb Manzur, el joven que desde su silla de ruedas se suma a la “revolución de las habitaciones”
Khaleb Manzur, que tiene una atrofia muscular espinal, escribe canciones desde los seis años y se presenta a batallas de freestyle desde los 15
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Khaleb Manzur tiene 19 años. Lo que no hacen sus piernas por la atrofia muscular espinal que lo acompaña desde su nacimiento, lo reemplaza con la capacidad de volar al unir palabras. Él escribe canciones desde los seis años y se presenta a batallas de freestyle desde los 15. Su historia, dice, es como la de miles de jóvenes que escriben y producen música desde sus casas con la ilusión de caminar por el sendero que a nivel local alumbraron los referentes de la escena: Bizarrap y Duki, dos pibes que desde sus habitaciones o a partir de las rondas de batallas de rap se convirtieron en estrellas de la música internacional. “Creo que el Biza alguna vez vio un video mío, hacer un tema con él sería un sueño”, dice Manzur.
Él nació en Rada Tilly, Chubut, y es el mayor de cuatro hermanos. Su relación con la música empezó cuando él empezó a bajar las rimas al papel. La primera la llamó Ciudad de locos, y hablaba sobre la vida en Comodoro Rivadavia. La segunda, El purgatorio, es una crítica a la Iglesia Católica. Cuenta que en la calle tuvo malas experiencias: por ejemplo, hubo personas que le dijeron que estaba en silla de ruedas para pagar pecados del pasado.
Al respecto, él escribió: “Su ideología ya quedó caducada. Discriminan a los gays y nadie hace nada. De mi discapacidad dicen cosas anticuadas, que estoy pagando los pecados de mis vidas pasadas”.
“Esa es una estrofa de la que, creo, fue mi mejor canción. La escribí cuando tenía 15. En la calle me han dicho cosas como ‘Dios ya te va a perdonar’, como si yo fuera un pecador. Una señora a la salida de un cine me empezó a gritar ‘dale, dale, levantate, no caminás porque no querés, todo es fuerza de voluntad’. De todos modos, yo me tomo mi discapacidad con humor, hago muchos chistes de humor negro, soy el disca rapero”, relata Manzur.
En 2017 quiso dar un paso más y participó del Quinto Escalón, una competencia de batallas rap en el Parque Rivadavia, en el barrio porteño de Caballito. Él se había mudado a la ciudad en 2013. Esa tarde empujó la palanca de su silla a batería hasta quedar en el medio de la arena. “Y me fue muy mal, tenía rimas pensadas de antemano, cosa que no va, no le pegaba a la base, todo mal. Pero ahí empecé a meterme cada vez más en las batallas”, recuerda Manzur.
La próxima vez que se vio en la mitad de la arena, listo para que otro participante lo pasara por arriba, fue en Comodoro Rivadavia. Ahí fue a improvisar y las frases que construyó en el aire luego circularon por 5.000.000 de dispositivos electrónicos. Su video se viralizó y ese fue un punto de quiebre. Pasó de tener 500 seguidores en Instagram a 15.000 en pocas horas.
“Yo siempre fui muy descarado. En esa batalla primero competí contra un pibe de 11 años que se me hizo el picante y le gané. Luego siguió la competencia hasta que una batalla se hizo viral. Subieron el video a una página que tiene miles de seguidores y fue una locura lo que pasó después. Empecé a sumar seguidores a lo loco, la gente me escribía. Un padre de un chiquito de un año que no va a poder caminar me dijo que al verme se alivió, luego una chica trans me comentó que se animó a hacer freestyle luego de verme a mí. Fue muy lindo”, describe Manzur.
Y ese pico de popularidad le valió su primer contrato con una productora española: “Me entusiasmé mucho, pero al final fue una estafa. No me fue bien. Era un sello español que me contactó pero luego me querían hacer pagar cosas que en realidad era responsabilidad de ellos pagarlas y terminé haciendo solo dos temas en ocho meses”, dice Manzur.
El derrotero por el mundo de la música siguió con más complicaciones. El año pasado la pandemia y la necesidad de buscar trabajo lo llevó a escuchar propuestas de productoras que le hacían ofertas económicas muy magras, entonces decidió empezar su propio camino.
“Me ofrecieron buscar artistas y me querían dar 100 pesos por artista, no tenía sentido. Entonces decidí crear mi propia productora, se llama DKL. El foco de mis servicios está puesto en aumentar la visibilidad del artista, aumentando sus reproducciones en YouTube, aumentando los seguidores en las redes sociales. Yo fui desarrollando estrategias de marketing y realmente me está yendo bien, lo disfruto y me da la posibilidad de pensar en independizarme. Es un sello hecho por y para artistas. En cuanto a la producción musical, todavía no me siento del todo preparado para producir un artista, pero es solo cuestión de tiempo”, señala Manzur.
Y es ahí cuando Manzur se sumó a una lista enorme de jóvenes que desde sus habitaciones trabajan y sueñan. Lo que el periodista Julio Leiva llamó “la revolución de las habitaciones”.
“Ver lo bien que le fue a chicos como Bizarrap, para mí significa que hay una oportunidad. Hay miles de pibes y pibas que se autoproducen y hacen cosas muy buenas desde sus casas. Hoy no dependés de un sello, podés mostrarte por tus propios medios. El primer tema que produje fue junto a un amigo de la secundaria y lo grabamos con el micrófono de un auricular y tuvo 1500 vistas en YouTube”, agrega Manzur.
Bizarrap se llama Gonzalo Conde y tiene 23 años. Él empezó en 2017 mezclando escenas de batallas de rap y así empezó a conocer a distintos artistas que hoy, al igual que él, son los dueños de la escena del trap, como el Duki y Lit Killah. Bizarrap hoy es uno de los productores más importantes de la región. Solo para dar un ejemplo, en una sesión de música que hizo junto a Nicki Nicole, sumó más de 157.000.000 de vistas en YouTube.
Algo así también sucede con Elián Valenzuela, más conocido como L-Gante. Él tiene 21 años e hizo su primer tema con un micrófono de $1000 pesos y una computadora del plan Conectar Igualdad. Hoy es una de las estrellas más importantes de la cumbia. Todo son parte de una generación que usaron las plataformas digitales para patear el tablero. Y Manzur es uno más entre todos ellos.
“Estas herramientas te permiten soñar. Ojalá que en algún momento, además de seguir trabajando con artistas, pueda desarrollar mi música. Hacer una Bizarrap Session sería tocar el cielo con las manos”, concluye Manzur.
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