Ken Follett: "Lo mejor de la historia fueron los años sesenta"
Ya está en las librerías españolas la segunda parte de La trilogía del siglo
MADRID.– Ken Follett vendió ya más de 100 millones de libros sobre ficciones históricas, un género plagado de mentiras verdaderas y verdades mentirosas. Convertido en uno de los más grandes referentes vivos en el arte de ambientar hechos imaginarios en contextos históricos y geográficos verídicos, este galés de 63 años parece gozar hoy del simple hecho de estar parado en el medio de La trilogía del siglo, una serie por la que no disimula su adoración.
Con el segundo libro de ese trío, El invierno del mundo, en los estantes de las librerías españolas, Follett disfruta de cada palabra en el largo proceso de hacerles llegar a su legión de lectores la continuación de La caída de los gigantes, el best seller que narra la evolución de cinco familias durante el derrumbe de la Belle Époque y la posterior Primera Guerra Mundial.
En este vasto volumen de 957 páginas, el autor de La isla de las tormentas y Las alas del águila continúa con los años duros de la Gran Depresión, el ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Y deja el testigo en los albores de la Guerra Fría, donde se iniciará el fin de la trilogía, programada para 2014.
–¿Escribir sobre el siglo XX es más complicado?
–Sí, porque se saben más cosas. En la Edad Media, uno podía decir que el 1º de junio el rey estaba enfermo, y eso podía no ser cierto. Pero si digo que el presidente Franklin Roosevelt estaba en tal lugar el 28 de febrero de 1938, ese dato puede ser contrastado o refutado. Por otro lado, la mayor parte de la vida y los hábitos del siglo XX me resultan familiares, de modo que es más fácil situar los hechos.
–¿Algún testigo del siglo XX le ha corregido un dato de sus libros?
–En El invierno del mundo le pongo a un equipo de béisbol de Washington un nombre que, en verdad, no tenía, de modo que todos los hinchas de ese club que leyeron el libro me enviaron cartas para aclarármelo. Pero, por suerte, no sucede a menudo.
–¿Cree que su ficción puede cambiar el modo en que la gente percibe la historia?
–Sí, en algunos colegios los profesores de historia recomiendan mi obra para poder crear el ambiente de la Edad Media o de la Primera Guerra Mundial. No tengo ninguna teoría que predicar, proponer o defender, a excepción de que la historia es mucho más compleja de lo que parece en principio.
–¿En qué cambió el Ken Follett de La isla de las tormentas y el de El invierno del mundo?
–Mis hijos dicen que soy más amable que antes y supongo que es cierto. A medida que vamos cumpliendo años, los hombres cambiamos un poco… y esto lo veo al leer mi primer libro.
–¿Cómo fue el proceso de escritura de El invierno del mundo?
–Empecé como siempre lo hago: haciendo un plan. En esa fase, empleo ocho meses, en los que me documento y busco elementos que constituyan un punto de inflexión dramático en el relato. Por ejemplo, en el primer capítulo del libro, que trata de la asunción de Adolf Hitler en 1933, algunos de mis personajes intentan evitar su consagración como canciller alemán, pero no lo logran… porque si lo hubieran hecho, habrían cambiado la historia. Y ésa es una clara muestra de lo que busco con estos puntos de inflexión.
–En su último libro evita tratar en profundidad el tema de los campos de concentración nazis. ¿Por qué decidió hacer esto?
–Yo lo que quise es mostrar el Holocausto desde un punto de vista diferente. La imagen de los judíos subiendo a los trenes en masa para ser llevados a Auschwitz se ha contado tantas, pero tantas veces que ya no impresiona al lector. Por eso, en mi primer capítulo, muestro cómo ha sido asesinado un homosexual. Es decir, creo que muestro claramente cuán horrible fue el Holocausto, pero no necesariamente del modo en que el lector lo esperaría.
–A esta parte de la trilogía la llamó El invierno del mundo. ¿Debe interpretarse que le seguirá la primavera, a pesar de que el período que sigue, el de la Guerra Fría, no fue nada primaveral?
–La Guerra Fría, en muchos aspectos, ha sido uno de los períodos más terroríficos de la historia, porque en muchos momentos podríamos haber sido borrados de la faz de la Tierra. Por eso no, no habrá primavera alguna en mi trilogía.
–¿Hasta qué punto debe tomar el lector al pie de la letra todos los detalles de la historia?
–Todos los datos y citas son correctos. Todo lo que aparece en el libro, todo lo que dijeron los presidentes y personajes es real, aunque sea desde el punto de vista del pensamiento. Obviamente, esto también puede dar lugar a errores, pero no es para nada frecuente. Después, claro, también están las diferencias de interpretación sobre la historia que los diferentes personajes tienen, que mis lectores ya saben que no necesariamente coincide con la mía.
–Tras tantos libros exitosos, ¿le sigue inquietando o preocupando lo que los críticos dicen?
–Las críticas no me preocupan mucho. Pero si recibo un tuit de un lector al que no le gustó mi obra, sí me lo tomo muy en serio.
–Desde su punto de vista, ¿qué lugar y qué época han sido las mejores y las peores en la historia de la humanidad?
–Es muy fácil pensar en el peor, que fue la década de 1940. Millones de personas murieron entonces en la guerra, en los holocaustos nazi y soviético. El mejor momento es más difícil, pero creo que los años de la década de 1960 fueron los mejores: la música era buena, la ropa era estupenda… y, por sobre todas las cosas, yo tenía el pelo negro.
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