Justicia por ellas
Mariela Tasat: hace 14 años que su madre la busca
"Cada 14 de junio, día de su cumpleaños, le sigo preparando la torta de crema y chocolate que le gusta". Pasaron casi 14 años y Luisa Olivera se sigue emocionando cuando habla de Mariela, su hija que desapareció de la puerta de su casa aquella tarde del 7 de septiembre.
Cielo y tierra recorrió esta mujer de contextura pequeña, pero de enorme espíritu, tenacidad y esperanza. La sospecha de que una organización que se dedica a la trata de blancas la secuestró estuvo siempre presente, y derivó en incontables allanamientos, todos infructuosos.
"Tenemos firmes sospechas de que estuvo cautiva en un prostíbulo cerca de casa, en Monte Chingolo. Pero la policía avisó y se la llevaron antes", se lamenta Luisa, con los ojos llorosos y la mirada cansada. Sostiene bien alto el cartel con la foto de Mariela. Allí luce sonriente y viva. Así la recuerdan su madre y sus cinco hermanos, que la acompañan en la lucha silenciosa pero incansable.
"Su dormitorio está tal cual lo dejó ella, esperando su vuelta", cuenta la madre coraje. En medio de la plaza colmada con carteles, mira alrededor y dice como para sí: "No puede ser que desaparezcan tantas chicas, no se entiende". Los miles de asistentes coinciden en silencio.
Cynthia Filippone: muerta a puñaladas delante de sus hijos
Mayo de 2014. Cynthia acababa de volver a su casa luego de trabajar todo el día, previo paso por el jardín de infantes para retirar a sus hijos. No llegó a terminar de colgar la ropa en la soga: tres hombres la asesinaron a puñaladas, delante de los pequeños de 8 y 6 años, que la vieron desangrarse.
Vivía en Villa Gesell y estaba nuevamente en pareja tras un divorcio difícil. Uno de los sospechosos del crimen es justamente el hijo de su nueva pareja, junto a dos cómplices.
Marta Pedroza mira la foto de su hija en el cartel y no puede creer que tras dos años los imputados sigan libres, caminando por las calles de la ciudad balnearia. "Está todo tapado, se omitieron declaraciones y la causa está en la nada. Reclamamos para que se haga el juicio oral", cuenta Marta mientras junta firmas entre los asistentes a la marcha.
"No se entiende; los asesinos pasean tranquilos mientras nosotros llevamos a cuestas el dolor y la impotencia porque no se hace justicia", se lamenta. Está acompañada de familiares y unas amigas. Juntas, se dan fuerzas para no flaquear, para seguir adelante por Cynthia.
"Tengo que ser fuerte por mi hija y por mis nietos, que crecen conmigo, pero sin su mamá, otra gran injusticia", dice con tristeza.
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