Juan Carr: "Buscamos soñadores que quieran transformar la realidad"
A 22 años de fundar Red Solidaria, está abocado a su nuevo proyecto: formar jóvenes para que sean referentes del cambio
Juan Carr no necesita de mucha presentación. Se sabe, desde que fundó Red Solidaria, hace 22 años, que es un hombre ligado a las acciones solidarias y una "máquina" de generar ideas para acercar a los vecinos y provocar cambios. Hoy está embarcado en la formación de la Escuela de Líderes para la Comunidad, un proyecto que busca identificar a todos los soñadores que, cómo él, se animen a transformar el mundo. Se trata de una serie de diálogos inspiradores con personajes que, en sus diferentes especialidades, alcanzaron el éxito. En una charla con LA NACION explicó de qué se trata su nueva aventura y habló, además, de la participación ciudadana en las acciones solidarias.
-¿Cuáles son los objetivos de esta escuela?
- Es un intento por consolidar y dejar establecida una escuela de liderazgo que tendrá como disertantes a Margarita Barrientos, el padre "Pepe" Di Paola, Rodolfo D'Onofrio, Carlos Retegui y Facundo Manes, entre otros. Creemos que la Argentina está llena de soñadores de 25 a 30 años en todos los ámbitos, de una juventud que puede ser parte del cambio. Cualquiera puede triunfar en lo suyo, pero lo que necesita el mundo actual, además de un líder, es un equipo, con una preocupación ética y moral por la sociedad. Eso es lo que esperamos plantear.
-Los disertantes provienen de distintas especialidades. ¿Qué puede aportar cada uno?
-Me enorgullece lo heterogéneo. Queremos mostrar la amplitud de un pensamiento libre para que la escuela tenga riqueza. El liderazgo lo pensamos como una cuestión de equipo. Es un tema que la sociedad debe tomarlo como propio. Puede ser que una persona no se sienta líder o que no le interese serlo, pero hace falta que los ciudadanos o los equipos lideren las situaciones. Una sociedad tiene que fabricar líderes. La Argentina está llena de líderes, pero nos cuesta encontrarlos.
-¿Cuáles deberían ser las características de esos líderes?
-La escuela debería tener dos materias: Humildad Uno y Humildad Dos. Ésa es la característica principal y, a la vez, una deficiencia de muchos números uno. Un líder debe trabajar la humildad. Es necesario porque la realidad te humilla todo el tiempo, sobre todo cerca del dolor. Siempre se muere alguien esperando un órgano, no se consigue un medicamento o una mujer es asesinada en un contexto de violencia de género.
-¿Y cómo se identifican esas personas o equipos?
-Cualquiera puede serlo. Nosotros buscamos soñadores que quieran transformar la realidad y el mundo. Intuimos que son personas muy comunes, parecidas a todos nosotros, nada excepcional. El liderazgo que pensamos es el que transforma la realidad, que haya una árbol nativo más, un trasplante más, un chico perdido menos, una vivienda más. Hay muchas cosas que van por ese camino, cambiando para bien.
-¿Los ciudadanos entendieron que desde sus lugares pueden hacer un aporte para provocar el cambio, por pequeño que sea?
-Nuestro pueblo es muy generoso cuando pasa algo grave. En eso nos ponemos a prueba y aparece la generosidad total, pero hay muchas cosas que trabajar fuera de las crisis: necesitamos una cultura de la participación para estar organizados fuera de las catástrofes. Seguimos perdiendo bosques nativos y uno se pregunta: "¿Quién va a liderar esta cruzada?" Los gobiernos ya están, los especialistas también, pero es imposible que se genere el cambio si la comunidad no se mueve. Hay que preguntarse: "¿Quién sino yo puede hacerlo? Esa pregunta es la que nos falta.
-¿Es aún una cuenta pendiente encontrar participación más allá de la solidaridad que aparece ante las catástrofes?
-En los noventa, cuando iniciamos Red Solidaria, la reacción estaba ligada a las crisis y nada más. Ahora hay una consolidación: después de ayudar en una catástrofe es posible que la gente se sume a los Boy Scouts, a la Cruz Roja, a Caritas o en el colegio de los hijos organizando alguna campaña. Estamos pasando de la cosa puramente emocional a algo más consolidado, aunque siempre en el ámbito de la parroquia, del club, de la escuela. Nos faltaría un paso más grande, una dimensión más nacional.
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