Josefa Balcarce, la heredera de José de San Martín
Dice el viejo refrán que las manzanas nunca caen lejos del árbol. Y en el caso de la nieta del general San Martín fue así. Los valores altruistas de su abuelo fueron heredados por Josefa Balcarce, quien dedicó su vida y su fortuna a ayudar al prójimo.
Luego de la muerte de Remedios de Escalada, y concluida su participación fundamental en la independencia de la América, el general José de San Martín se retiró a Francia con su hija Merceditas. Vivieron pacíficamente en Boulogne Sur Mer y el Libertador se encargó personalmente de la educación de su única hija. Al crecer, Merceditas se casó son Mariano Balcarce, hijo del general Antonio González Balcarce quien fuera miembro del Ejército de los Andes.
En 1854, cuatro años después de la muerte de José de San Martín, la pareja se mudó a la pequeña localidad de Brunoy, a unos 23 kilómetros de París, junto con sus dos hijas: María de las Mercedes y Josefa Dominga, a quien todos llamaban Pepa.
A los pocos años, en 1860, la joven María de las Mercedes, de sólo 27 años, falleció. Ese mismo año, Pepa se casó con un mexicano. Fernando Mariano de los Dolores Vicente Jacinto Cleofás Gutiérrez Estrada era un funcionario con una importante fortuna.
En 1875 murió su madre, Mercedes, y diez años después lo hizo su padre, Mariano Balcarce. Así, desde 1885, Pepa Balcarce y San Martín de Gutiérrez Estrada y su marido se quedaron a cargo de "la Petit Château", como era conocida la casona de Brunoy.
Mucho de lo que conocemos sobre la vida del Libertador se lo debemos a Josefa. Ella fue quien le envió al general Bartolomé Mitre todo el material de su abuelo, como cartas, documentación y mapas, entre otras cosas, para que el ex presidente pudiera escribir su famoso libro Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.
Fue Josefa quien autorizó el traslado de los restos del Libertador, en 1880, hasta Buenos Aires. Y más aún. A pedido del entonces director del Museo Histórico Nacional, Ángel Carranza, Pepa envió los muebles y objetos de su célebre abuelo para ser exhibidos. No sólo donó el dormitorio entero, sino que hasta envió un croquis de cómo estaban ubicados los muebles.
En 1904, Gutiérrez Estrada murió. Josefa Dominga quedó sola, no habían tenido hijos, y decidió dedicar lo que le quedara de vida a ayudar a quienes lo necesitaran. Para esto, adaptó la casona en la que vivía y la convirtió en un asilo de ancianos. El parque de la mansión fue convertido en huerta para alimentar a las personas carenciadas. Y también abrió una clínica de cirugías que ofrecía operaciones gratuitamente a quien no pudiera costearlo.
Diez años después de enviudar, en 1914, estalló la Primera Guerra Mundial. Pepa, para ese entonces, tenía 78 años, pero eso no le impidió colaborar con los combatientes. Una vez más, su casa fue transformada. Esta vez, en un hospital de guerra.
Además de camas para los heridos, la "mansión-hospital" contaba con dos habitaciones convertidas en salas de operación, una sala de rayos X y un laboratorio. Así, la casa de Josefa, durante la guerra, fue conocida como Hospital Militar Auxiliar Nº 89. Gracias a su labor humanitaria, Josefa Balcarce fue condecorada con la Legión de Honor y distinguida por la Cruz Roja Internacional. Murió el 17 de abril de 1924, a los 87 años.
El general San Martín escribió doce máximas para su hija Mercedes, en las cuales volcaba sus ideales educativos. Sin dudas, el Libertador habría estado más que satisfecho de haber visto cómo su propia nieta pudo elevar su legado, trabajando con desprendimiento y generosidad en pos de los más necesitados.
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