José Hernández, el hombre que realzó la figura del gaucho argentino
Hoy se celebra el "Día Nacional del Gaucho", en recuerdo de la primera edición de El Gaucho Martín Fierro, que alcanzó un alto nivel de ventas en librerías y pulperías; el éxito de ventas obligó a que el autor escribiera una segunda parte
Tal vez no haya otro símbolo más representativo de la Argentina que la figura del gaucho. Y ese símbolo, con el que nos asocia el mundo entero, se lo debemos a José Hernández, autor de El gaucho Martín Fierro.
Se publicó por primera vez el 6 de diciembre de 1872, motivo por el cual, desde 1993, conmemoramos el "Día Nacional del Gaucho".
José Hernández nació en noviembre de 1834, hijo de Isabelita Pueyrredón y de Rafael Hernández Plata. Asistió a la escuela poco más de dos años y, a pesar de que esa fue toda su educación formal, se destacó en el aula y fue reconocido por sus profesores como un alumno de gran capacidad.
Al morir su madre, don Rafael se hizo cargo del niño y lo llevó a Sierra de los Padres a trabajar a una estancia. Allí, el joven Hernández conoció las actividades camperas y descubrió al gaucho, hombre rudo con costumbres particulares que llevaba adelante su vida de una manera tan diferente a la de la gente de la ciudad.
Luego de cumplir veinte años, José comenzó a interesarse en los temas políticos: los vaivenes del país lo convirtieron primero en un fogoso dirigente y, cuando la situación se desbordaba, en un bravo soldado. Participó en varios combates. Fue urquicista y luego se sumó al bando de López Jordán, enemigo de Urquiza.
Junto con la actividad política, también ejerció el periodismo. Perteneció al partido autonomista de Adolfo Alsina. Obtuvo una banca de diputado y, más adelante, de senador. Su rival de toda la vida fue Sarmiento, con quien Hernández sostuvo intensos debates. Entre ellos, por la defensa del gaucho, a quien consideraba sometido al poder de los terratenientes y postergado de cualquier beneficio que recibiera el resto de la población.
Durante aquellos combates políticos sufrió el destierro en Brasil. Regresó en forma clandestina a Buenos Aires para visitar a su esposa Carolina González del Solar y a sus hijos. Vivió en el hotel Argentino, frente a la Plaza de Mayo. Allí escribió gran parte del célebre El gaucho Martín Fierro, publicado en diciembre de 1872.
El éxito fue notable, a pesar de que sus lectores pertenecían a la clase humilde y el poema no era visto como aceptable en los círculos literarios. Pero la popularidad andaba por otros carriles: en el plazo de seis años se imprimieron once ediciones con un total de cuarenta y ocho mil ejemplares. “En los almacenes y pulperías se reunía el gauchaje a la espera del mozo leído que les recitara las coplas, o del memorioso que ya sabía tal o cual pasaje del relato”, cuenta Horacio Zorraquín Becú en su libro Tiempo y vida de José Hernández.
La historia de Martín Fierro tenía su punto final cuando el gaucho, huyendo de la justicia, se internaba en la pampa para unirse a los indios, junto con su compañero de andanzas, el sargento Cruz. Muchos entusiastas lectores le preguntaban a Hernández si Martín Fierro volvería de aquel viaje. Las ventas y el reclamo lo empujaron a escribir la segunda parte: La vuelta de Martín Fierro, publicada en 1879. Una vez más, los lectores respondieron.
Además de del aspecto comercial (que le permitió al autor comprarse una quinta en el entonces pueblo -hoy barrio- de Belgrano), la importancia del Martín Fierro radica en la valoración que hizo Hernández del hombre de campo. En aquellos años, podían distinguirse dos figuras del “gaucho” en el imaginario. Una era la del paisano norteño que actuó heroicamente junto con Güemes y San Martín, orgulloso combatiente en la Guerra de Independencia. Pero la otra figura, la que primó, fue la del gaucho pampeano, como sinónimo de vago, solitario, que luchaba contra el indio sin esperar recompensa alguna y que luego se alejaba de la civilización.
Hernández, desde la voz de Martín Fierro, le mostró al mundo cómo era la vida del hombre de campo, su amor por la libertad, por su tierra, su hombría, su coraje. Pudo, a través de sus versos, derribar las connotaciones negativas que tenía el término “gaucho”, demostrando que los paisanos no sólo no eran holgazanes, sino que su trabajo contribuiría a la riqueza del país.
El tiempo lo convirtió en clásico de la literatura gauchesca. El 29 de noviembre 1919, el escritor español Miguel de Unamuno, fascinado por la obra de José Hernández, escribió en La Nación: “Es una hermosura, una soberana hermosura, lo más fresco y aún hondamente poético que conozco de la América española”.
El Martín Fierro publicado aquel lejano 6 de diciembre es el libro de autor argentino más vendido de todos los tiempos. Y el más traducido, también.
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