José Cibelli, el científico que irritó al Papa
Es un católico practicante y de fe; siempre se destacó en los estudios y no recuerdan que haya cometido alguna travesura
VENADO TUERTO.- José Cibelli, el científico argentino que ha escandalizado al papa Juan Pablo II con sus avances en la clonación de células humanas, fue participante de las jornadas de vida cristiana del colegio Sagrado Corazón de esta ciudad, es hijo de una vieja familia de católicos practicantes y hermano de la directora del colegio Taller de Nazareth, que depende del Obispado de Venado Tuerto.
La contradicción entre su formación religiosa y el hecho de haber despertado la santa ira papal hace una semana es ahora el centro de una polémica que ha comenzado a crecer en esta ciudad de setenta mil habitantes, en el sur de Santa Fe, a 370 kilómetros de Buenos Aires.
Desde un lado del arco, los amigos y los maestros del científico apenas disimulan su admiración, y desde el otro, el obispo Gustavo Help lo cuestiona y lo equipara a lo peor: "Quitar el núcleo a las células es matar. Y eso es lo que hace este muchacho", dijo a LA NACION.
Entre una postura y la otra, orgullosa y azorada al mismo tiempo, la familia de Cibelli espera que la tormenta se calme, los periodistas dejen de llamar a cualquier hora, y todo vuelva a ser como antes.
Los famosos del pueblo
A la vera de la ruta nacional 8, Venado Tuerto se despereza tras la siesta.
Los bares del centro tienen pantallas gigantes donde los parroquianos ven fútbol todo el día, y los negocios tienen las vidrieras tapadas para que el sol de fuego no carbonice la mercadería.
Un viejo teatro, el Giuseppe Verdi, está cerrado a cal y canto, y al atardecer los estudiantes se reúnen en la céntrica plaza San Martín a la sombra de los añosos árboles que la rodean.
Hasta la semana pasada, los únicos "próceres" de este pueblo ventoso y chato, que supo ser próspero, eran Marcos Ciani, un legendario corredor del viejo Turismo de Carretera, y Mauricio Pochettino, uno de los jugadores de la selección nacional de fútbol.
Pero desde el domingo último, José Cibelli se ha subido a ese podio de notables, y muchos han comenzado a hablar de él.
El retrato que trazan es sorprendente: mientras estuvo en Venado, el científico que irritó al Papa fue un muchacho anodino y tímido, chapado a la antigua, que se casó con su primera novia y jamás hizo una travesura.
El veterinario Pablo Miquet lo conoce bien: fue su profesor en el Colegio Agrotécnico Regional, y hoy continúa carteándose con él por correo electrónico y escuchando sus confidencias.
"José ha quedado en el medio de una polémica que no buscó. Es un católico practicante con una fe muy profunda. Cada vez que hablamos, me dice: "Más avanzo en mi trabajo y más creo en Dios". Por eso, estos cuestionamientos, desde la ética o desde la moral, son injustos. Pero bueno: si la Iglesia demoró cinco siglos en reivindicar a Galileo... José es un tipo ético, y me consta que en Estados Unidos se perdió de ganar mucha plata al rechazar trabajos que le parecían inmorales", cuenta Miquet.
Cibelli estudió en el Agrotécnico entre 1976 y 1981, y su legajo de alumno es impecable: en todas las materias, 8 o 9 de promedio, menos Educación Física, que aprobaba con angustia.
"Era chiquito, menudito, y no tenía ninguna aptitud para los deportes. Ni al fútbol podía jugar", dice Miquet. La monografía de graduación, que aprobó con 8 en 1981, habla a las claras de sus intereses: la tesis final fue un "Ensayo para determinar la digestibilidad en vivo del rastrojo de soja en los rumiantes".
El ingeniero Mario Huber, director del colegio, también lo tuvo de alumno: "Era un chico metódico y organizado, que vuelve a visitarnos cuando viene al pueblo. El año pasado lo invitamos a que diera una charla sobre clonación, y nos acordábamos de cómo le gustaban los animales".
A la universidad
En 1982 Cibelli se fue a estudiar veterinaria a La Plata, y a principios de 1989 regresó con el título bajo el brazo y una ambición: entrar a trabajar en la Cooperativa de Inseminación Artificial de Venado Tuerto (Ciavt).
"Aquí entró por concurso", recuerda ahora el doctor Roberto Allende, uno de los gerentes de Ciavt. Allende, como el propio Cibelli ha reconocido, fue su maestro y quien lo introdujo en el paciente trabajo del laboratorio.
"José empezó a trabajar como asistente mío. Hacía la evaluación del semen de toro, el procesamiento, la criopreservación y el control de la calidad una vez congelado. Era un profesional meticuloso y prolijo, y tenía una condición indispensable para un investigador científico: la perseverancia."
Cibelli trabajaba en una cámara fría a cuatro grados de temperatura ambiente, donde estaban los contenedores de semen, y pasaba horas frente al microscopio evaluando la calidad de los espermatozoides extraídos a los toros.
Estuvo en el Ciavt desde 1989 hasta 1993, cuando se fue a los Estados Unidos, y quizá fue allí donde empezó a vislumbrar su futuro. Al decir del doctor Allende, "una vez que aprendió a manejar bien la biotecnología, de la experimentación con células animales pasó progresivamente a la experimentación con células humanas".
Sería el cruce de esa frontera, en definitiva, lo que lo pondría a las puertas del escándalo.
Una cuestión de ética
Cuando llegó hace ocho meses a Venado Tuerto, el obispo Gustavo Help, recién ordenado, no imaginaba que se iba a ver en una situación como ésta en la que se encuentra hoy.
"Este muchacho Cibelli es el hijo mimado de todo el pueblo, porque nadie evalúa lo que hizo desde un punto de vista ético. Lo que ha hecho es quitar el núcleo a células humanas, y eso es matar."
Para monseñor Help, tal vez Cibelli no sea consciente de lo que está haciendo, y la formación religiosa del científico no lo pone a salvo de incurrir en pecado. "Por ahora, lo que la Iglesia ha condenado han sido los hechos y no a las personas. Nosotros diferenciamos entre el pecado y el pecador, y nadie ha dicho que Cibelli lo sea.
"Yo sé que este muchacho es miembro de una familia católica practicante, pero a veces hay una disociación entre lo que se dice y lo que se hace. Hay que poner algo en claro: una cosa es clonar animales y otra, seres humanos. De todas formas, no va a ser excomulgado, porque la Iglesia no sólo es de los buenos."
A Help, como obispo, la situación originada por los estudios de Cibelli también le atañe directamente: una de las hermanas del científico, María Rosa, es la directora del colegio Taller de Nazareth, un instituto confesional que depende del obispado y donde buena parte del cuerpo docente está formado por sacerdotes.
Fines terapéuticos
La profesora de matemáticas María Rosa Cibelli es taxativa: "Estoy definitivamente en contra de la clonación humana, pero sé que mi hermano no haría nada inmoral. Lo que él ha hecho es para fines terapéuticos, y eso no puede ser condenado".
Ella es la voz cantante de los Cibelli, una de las familias más conocidas del pueblo. José, el padre, fue intendente durante la presidencia de Arturo Frondizi, y hoy en Venado Tuerto hay un barrio Cibelli, un edificio Cibelli y mojones en la historia local que recuerdan a la familia. Fue Cibelli padre, también, quien fundó el colegio agrotécnico donde estudió su hijo, y el laboratorio donde trabajó al principio de su carrera.
Sus cuatro hermanas se llaman María (María Rosa, María del Carmen, María Angélica y María Teresa), y José es el único varón. "Pobre -dice la voz cantante-, el menor, y criado entre mujeres."
María Rosa cuenta que su padre habría preferido que el hijo varón se quedara a cargo del estudio contable de la familia, pero que le respetó la vocación, que era la de estudiar veterinaria, especializarse e investigar.
"Yo me enteré de lo de José, porque alguien lo escuchó por radio y me lo contó en el colegio. Nos escribimos y hablamos seguido, pero él es muy reservado en lo que hace, y si nos lo contara nos resultaría muy difícil de entender. En Venado Tuerto no va a encontrar a nadie que le hable mal de José. Todos sus amigos eran de los grupos juveniles católicos. Hacían campamentos, guitarreadas, las cosas que hacen todos los chicos. ¿Travesuras? No, noÉ José no hacía travesuras. De chico era muy tranquilo, muy centrado. Tan tranquilo era que Daniela, su mujer, fue su única novia, y después de diez años terminaron casándose."
Ese matrimonio tal vez haya sido una de las dos paradojas en la vida de José Bernardo Cibelli, durante los años en que vivió en Venado Tuerto: él, de una ineptitud proverbial para el deporte, acabó casándose con ella, que era profesora de educación física.
La otra paradoja, la del católico practicante que enfureció a la Iglesia al clonar células humanas, es la que más sacudió la modorra de este pueblo, y todavía está por verse qué consecuencias traerá.
La opinión de su hermana
"Estoy definitivamente en contra de la clonación humana, pero sé que mi hermano no haría algo inmoral. Lo que él ha hecho es para fines terapéuticos, y eso no puede ser condenado."