
Jorge Eckstein, el hombre que dialoga con el fantasma del Zanjón de Granados

Cuando Jorge Eckstein camina por el pasaje San Lorenzo hacia la calle Defensa, en San Telmo, de algún modo recorre su propia historia. Él nació en ese barrio en 1939 y conoció a su esposa sobre la calle Defensa, casi en la esquina con la Avenida Belgrano. Ella vivía en Temperley, pero justo esa noche había asistido a un cumpleaños. Era el 17 de agosto de 1956. También recuerda el Parque Lezama cuando aún era visitado por Jorge Luis Borges. Pero de a poco, según dice, San Telmo y los barrios que lo rodean empezaron a decaer. Pasaron a ser un tanto grisáceos, sin árboles. "Eran calles de ciudad vieja. No lamenté irme, nos mudamos a Olivos cuando tenía 17 años", dijo Eckstein.
Seguramente él nunca dejó de visitar su barrio natal, y en 1985 no solo se propuso recordar su historia mientras caminaba sobre los adoquines, sino que además emprendió dos proyectos que, sin saberlo, se convertirían en el eje de su vida: compró, por el valor de dos autos, El Zanjón de Granados, en la calle Defensa, y unos años más tarde, sobre el pasaje San Lorenzo, adquirió la Casa Mínima.

"El edificio no se puede demoler, por lo tanto tampoco se puede construir. Era una compra que no tenía sentido desde lo comercial. Cuando entré estaba todo destruido, pero al mismo tiempo sentí que estaba todo hecho", explicó Eckstein.
Por esa manzana corría un arroyo, uno de los tres que llevaban las aguas de los altos de la ciudad hacia el Río de la Plata. Estos arroyos se denominaban los Terceros, y en particular, El Tercero del Sur, era conocido en ese tramo como El Zanjón de Granados. En ese edificio histórico del siglo XIX encontraron una parte del Zanjón, extendiéndose a lo largo de la manzana con restos de cimientos, muros, pisos, aljibes y pozos ciegos construidos y destruidos entre 1730 y 1865. Durante el siglo XIX la residencia fue una mansión que pertenecía a una acaudalada familia española, aunque luego devino en un conventillo a principios del siglo XX.

El arquitecto que trabajó en la restauración del predio halló el túnel en el subsuelo. Estaba seco porque el arroyo había dejado de correr hacía mucho tiempo cuando, a partir de la epidemia de fiebre amarilla que azotó a la ciudad, se comenzaron a realizar obras de infraestructura como cloacas y desagües. "Ahí trabajamos con los obreros 12 horas por día. Fue un trabajo muy delicado porque queríamos reconstruir el lugar, sin perseguir un objetivo comercial. Lo que queríamos era rehacerlo como objeto histórico, como parte del patrimonio cultural de la ciudad", agregó Eckstein.

En diagonal al Zanjón, está la Casa Mínima, construida a principios del siglo XlX. La fachada de 2,5 metros de ancho es la más angosta de la ciudad. La casa está apretujada entre otras dos estructuras y pareciera que por esa incomodidad se hubiera desplazado 13 metros hacia el centro de la manzana. Lo cierto es que pertenecía a una gran mansión que luego fue dividida. La leyenda cuenta que ahí habitó un esclavo del General Urquiza, y tiene lógica. En esa zona vivieron muchos afrodescendientes una vez que se abolió la esclavitud, en 1853.

Eckstein tiene un pasado empresario que le permitió llevar adelante estos proyectos. Él estudió ciencias químicas en la UBA y se dedicó a fabricar aceites comestibles y luego industriales. Ese pasado quedó en manos de uno de sus hijos y desde entonces se dedica a entrelazar el pasado con el presente de la manera más armoniosa posible. Él lo llama "conciliación".
"Mi padre era ingeniero químico, se recibió en Praga, en 1922. En 1926 llegó a la Argentina, vino desde Hungría y trabajó en el puerto levantando bolsas. También tocaba el violín en un teatro hasta que en 1927 consiguió un trabajo relacionado a su profesión. Siempre estuvimos rodeados de libros e inevitablemente le fui tomando el gusto a la historia, las ciencias, el arte. Estuve acostumbrado a encontrar valor donde, tal vez, no lo había. Soy un observador, me gusta ver cómo las cosas van evolucionando. Como siempre digo, si me dan tiempo y algo de dinero, de una piedra voy a sacar una buena historia".

Lo que busca es que los elementos interactúen. Cada pieza la diseñó él mismo. Cuando camina por la Casa Mínima reconoce los objetos y a cada paso Eckstein tiene algo para contar. Por ejemplo, la puerta interior de la casa es original, pero para que no se dañen las paredes de adobe hicieron unas piezas especiales que sostienen la puerta. Todo ahí es así, hasta los marcos de los cuadros, las cajas de electricidad, los pisos.

"Más que una cuestión vinculada al patrimonio, esto es una idea. Acá hay arquitectura, historia, pero sobre todo hay filosofía. La idea no es la de recuperar el patrimonio o la historia, eso se da como parte de un proceso, la cuestión básica es la conciliación entre esos tres aspectos que conviven en el Zanjón y la Casa Mínima. Las piedras del piso que había en el Zanjón los traje para la Casa Mínima. Entonces lo que uno hace es traer elementos del pasado que allá cumplían otra función, pero en todos los objetos redefinís un rumbo. Siempre tratamos de mantener el diseño original, salvo, por ejemplo, en la Casa Mínima, que por las exigencias municipales tuvimos que modificar la escalera".

Eckstein suele escribir poemas para responderle a los textos del poeta Baldomero Fernández Moreno que nombran a la Casa Mínima, también está escribiendo un libro donde él dialoga con el fantasma del Zanjón. Cada visitante podrá llevarse una parte del libro. "No quiero que se lleven una birome o un adorno, lo que busco es que se lleven esta idea de conciliación entre el pasado y el presente. Para hacer bien las cosas hay que dedicarles tiempo. La gente tiene grabado que el tiempo es dinero, y a la gente no le gusta gastar. Pero el tiempo no es algo que se pueda comprar. En ciertas cuestiones hay que dejar de lado la lógica comercial, sobre todo en lo relacionado a la cultura", concluyó.
De este modo, con el libro, aunque sea en el plano de la fantasía, Eckstein concreta su anhelo: entablar un diálogo con la historia, una conversación que irá aún más atrás que la noche en la que conoció a su esposa, o que aquellas extenuantes vueltas a casa que emprendía su padre luego de largas jornadas en el puerto.
Visitas
De manera particular, se puede visitar de lunes a viernes, y los domingos. Defensa 755, San Telmo, Buenos Aires, Argentina. Tel. (+54 11) 4361 3002. Informes: turismo@elzanjon.com.ar Visitas guiadas en español y en inglés. Tarifas preferenciales con descuento para residentes.
El Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires organiza, a través de la Dirección de Patrimonio, Museos y Casco Histórico, diferentes visitas por los espacios históricos de la ciudad, entre los que se destaca el Zanjón de Granados.
Link para inscripción para otros espacios de la ciudad:: https://www.buenosaires.gob.ar/cultura/patrimonio-de-la-ciudad/noticias/miradores-agosto19
Más notas de San Telmo
- 1
Ciudad: las causas detrás de la extraña peregrinación de peces en los diques de Puerto Madero
- 2
Calor extremo: la ciudad registró una sensación térmica récord para marzo y la tercera marca en la historia
- 3
Becas Progresar: cuál es el monto de marzo 2025 y cómo inscribirse
- 4
Día de la Mujer: por qué se celebra el 8M