Jakapil: cómo era el nuevo dinosaurio acorazado recuperado en Río Negro que ayuda a completar un vacío científico
El hallazgo de restos fósiles este pequeño animal herbívoro de dos patas confirma la presencia temprana de tireóforos en América del Sur
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El hallazgo de restos fósiles de Jakapil, un animal pequeño herbívoro de dos patas, con crestas que protegen desde la cabeza hasta la cola y que habitó una zona desértica de la Patagonia hace menos de 100 millones de años, es la primera evidencia que confirma la presencia temprana de la familia de dinosaurios tireóforos o acorazados en América del Sur, pero con algunas características únicas y desconocidas hasta ahora para esta especie, de acuerdo con la reconstrucción que logró hacer un equipo de investigadores argentinos y vascos, con la colaboración de colegas de Estados Unidos y Canadá.
Hasta el momento, eran muy escasos e incompletos los registros paleontológicos de los acorazados en la región, de acuerdo con el equipo del Conicet, la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y la Universidad del País Vasco que lideró el descubrimiento en un yacimiento paleontológico al norte de la provincia de Río Negro. La presentación se hizo este mediodía en el auditorio de la Universidad Maimónides, donde funciona la Fundación Azara.
La aparición de Jakapil kaniukura, por su nombre en lengua mapuche y puelche, viene a completar un vacío en la información científica disponible para el grupo de acorazados, ya que es el primero que se describe para América del Sur, mientras aporta un espécimen a los pocos restos fósiles incompletos –y aún indeterminados– de la Argentina. Los primeros restos se obtuvieron en 2014 y la recolección de los huesos demandó hasta 2020.
“Los tireóforos son muy abundantes en el hemisferio norte, pero el registro fósil de este grupo en el hemisferio sur y más específicamente en Sudamérica es muy escaso”, precisó el paleontólogo Sebastián Apesteguía, que lideró del hallazgo con su equipo de Azara. “En la Argentina –continuó–, los únicos restos que se conocían previamente solo comprenden materiales muy incompletos, al punto que no permiten reconocer especies novedosas. Tan es así que, tras más de 200 años de historia de la paleontología de vertebrados en la Argentina, Jakapil es el primer dinosaurio acorazado argentino en recibir un nombre”.
Esta comprobación de la presencia de un nuevo linaje de tireóforos tempranos en la región permite incorporar mejor las faunas locales al contexto global de millones de años de antigüedad, según evaluó el equipo a cargo también de Facundo Riguetti, investigador de Azara, el Centro de Ciencias Naturales Ambientales y Antropológicas de la Universidad Maimónides y el Conicet, y Xabier Pereda-Suberbiola, del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco.
“Jakapil nos muestra que, en Sudamérica, vivió y perduró durante mucho tiempo un linaje de tireóforos de aspecto diferente a los de otros lugares”, precisó Apesteguía a través de un comunicado difundido durante la presentación. También integran el equipo por el Área de Paleontología de la fundación, que viene haciendo las tareas de campo, Pablo Gallina, Paula Muzzopappa, Leonardo Pazo, Jonatan Kaluza, Fernando Garberoglio, Lucila Fernández Dumont, Juan Pablo Garderes, Lucas Lerzo y Tomás Fornari.
El lugar del hallazgo está situado cerca de la localidad Cerro Policía, al norte la provincia de Río Negro, en el Área Paleontológica La Buitrera. Desde hace más de dos décadas, este yacimiento de preservación fósil único en la región atrae el interés científico internacional porque permite reconstruir la historia de la fauna que habitó hace 100 millones de años (período Cretácico Tardío) una zona desértica patagónica de unos mil kilómetros cuadrados: el Desierto de Kokorkom o “de los huesos”, por su nombre en tehuelche. Las rocas en las que se preservaron los huesos del acorazado estaban cerca de la localidad Cerro Policía.
Apesteguía comenzó a trabajar en el lugar hace ya casi un cuarto de siglo. Con su equipo, y la ayuda de la erosión, siguen encontrando restos de más ejemplares y nuevas especies de esos antiguos habitantes del lugar, como la serpiente con patas Najash, los cocodrilos terrestres Araripesuchus, el esfenodonte Priosphenodon y los pequeños mamíferos como Cronopio, además de dinosaurios grandes, como Catarthesaura, o más pequeños, como Buitreraptor.
La nueva especie hallada en la zona de La Buitrera se suma a esa lista: Ja-Kapïl significa “portador de escudos” y kaniukura describe la “cresta de piedra” característica de esa especie en una combinación de términos en mapuche y puelche. Pesaba entre 4 y 7 kilogramos y medía 1,5 metros de largo, como se pudo ver en el esqueleto que reconstruyó el paleoartista Lautaro Rodríguez Blanco para la presentación con los restos hallados. Mauricio Álvarez hizo las ilustraciones y Gabriel Díaz Yanten, la animación 3D, que se mostraron durante la conferencia de prensa.
Lo más distintivo de este ejemplar, de acuerdo con el equipo, son varias hileras de huesos dérmicos (asociados a la dermis de la piel) en forma de escudos que cubren el cuello, el lomo y la cola del animal, similar a los cocodrilos actuales. Como el resto de los tireóforos, los dientes son en forma de hoja –similares a los de las iguanas actuales– y con grandes caras de desgaste, lo que ayuda a describir que tenía una dieta herbívora.
“En los primeros acorazados no se conocía el hueso en forma de pico en la mandíbula inferior, lo que nos dice, junto con un hocico más angosto, que seleccionaba el alimento que encontraba en el desierto. La cresta debajo de mandíbula es un ensanchamiento que es más alto que en otros animales”, describió Riguetti.
Pero la novedad en Jakapil, según se señaló, es su mandíbula única para un acorazado: relativamente corta, con una gran cresta en el borde inferior y un pequeño hueso que sale en forma de “pico”. La mayoría de los escudos en el cuerpo del animal son también particulares para los investigadores, muy aplanados y en forma de discos, según detallaron.
Un residente desconocido
El paleontólogo, que participó de la presentación, agregó que esta nueva especie, desconocida en la Argentina, pertenece a un tipo de dinosaurio que tampoco se conocía en la región. “Las especies emparentadas en la región son mucho más antiguas y se extinguieron rápidamente –indicó a LA NACION–. Este es un linaje que sobrevivió mucho tiempo en América del Sur y con estos restos seguimos aumentando el registro fósil de la Argentina y, en especial de La Buitrera, donde encontramos también animales chicos de la fauna que acompañó a los dinosaurios grandes”. Este es el primer dinosaurio herbívoro recuperado en ese yacimiento.
“La gran mayoría de dinosaurios acorazados son animales grandes y cuadrúpedos, los famosos anquilosaurios y estegosaurios. Pero Jakapil recuerda a los primeros tireóforos como el europeo Scutellosaurus, pequeños animales que muy probablemente hayan sido también bípedos –enumeró Apesteguía–. Lo más sorprendente es que Jakapil es de menos de 100 millones de años, muchísimo más reciente, y por lo tanto representa un linaje muy antiguo de tireóforos, de tiempos en que todos los continentes estaban unidos, y que sobrevivió en nuestra región sin que nadie lo notara hasta ahora.”
El hallazgo, publicado simultáneamente en la revista Scientific Reports, amplía así la fauna de herbívoros pequeños que se alimentaban de plantas o arbustos de baja altura y de la que, hasta ahora, se conocía en La Buitrera a los esfenodontes, que en la línea evolutiva se los considera los antiguos parientes de los lagartos. “Esto nos muestra la complejidad de la comunidad de vertebrados en el Desierto de Kokorkom”, indicó Apesteguía.
Luego de la presentación, el paleontólogo presentó a docentes de nivel inicial un afiche con el abecedario y gráficos de los dinosaurios que se fueron descubriendo en distintas provincias del país. La “j” incluye ahora a Jakapil y era la única letra que faltaba completar en Mi Alfabeto, un afiche didáctico que ideó Apesteguía para la enseñanza en el aula con la Universidad Maimónides y la Asociación Paleontológica Argentina. El póster se puede descargar acá.
Como se indicó durante la presentación, la publicación de estos resultados es el final de un proyecto en el que trabajaron más de 20 investigadores en los trabajos de campo, con permisos provinciales, y de laboratorio, con la colaboración de las familias dueñas del terreno y del puesto El Manzano, donde se instaló el campamento. La lista de colaboradores incluye a equipos de la Universidad de Louisville (Estados Unidos), la Universidad de Alberta (Canadá), el Museo Field de Historia Natural de Chicago (Estados Unidos) y el Centro de Investigaciones Geológicas (CIG-Conicet).
“Un mes después del descubrimiento de Meraxes, el gran devorador de dinosaurios, estamos ante un nuevo hallazgo paleontológico en Sudamérica, y más precisamente en suelo argentino. Gracias a los investigadores que trabajaron en el descubrimiento del Jakapil kaniukura, podemos seguir conociendo las especies que habitaron nuestra tierra hace millones de años y reivindicar a los pueblos originarios nombrando en su lengua a estos seres impresionantes. Para la ciencia, es una pieza esencial en el rompecabezas paleo”, dijo Daniel Filmus, ministro de Ciencia y Tecnología tras la presentación.
Financiaron el proyecto a través de apoyo económico a los autores la Fundación Azara, la Universidad Maimónides, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, la National Geographic Society, el Fondo de Desarrollo Regional Europeo y el Gobierno Vasco/EJ.
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