Anoche el senado provincial aprobó la protección del espacio de 4000 hectáreas; el área cuenta con humedales, pastizales, playas de arena y bosques ribereños
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COLONIA ELÍA, Entre Ríos.- Los chicos de tercer año de la Escuela Media N° 15, Pocho Lepratti, de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, están fascinados. Todos aquellos conceptos que, a veces, parecen tan abstractos en el pizarrón, cuando la profesora de geografía explica los tipos de relieve, o cuando la de biología les habla de biomas y clima, de biodiversidad y de cambio climático, adquieren materialidad. Sobre todo, ahora, que están sobre un kayak, recorriendo las islas del río Uruguay, en medio de una reserva natural que acaba de convertirse en Parque Natural Provincial.
Sucede que anoche, durante la sesión del Senado provincial, se aprobó la creación del Parque Natural Provincial Islas y Canales Verdes del Río Uruguay. Hace un mes, la Cámara de Diputados de la Legislatura entrerriana había dado media sanción a dos proyectos de ley esenciales para la formalización definitiva de esta nueva área protegida creada que busca conservar un ensamble de 15 islas ubicadas sobre el tramo inferior del río, a la altura de Colonia Elía, junto a sus canales, humedales, pastizales, playas de arena y bosques ribereños que son hábitats de numerosas especies silvestres.
La noticia fue celebrada por la comunidad de Colonia Elía, una localidad de 1800 habitantes, que ya en el último tiempo cobró un nuevo impulso con la posibilidad de ser parte activa de este proyecto de preservación, que permitirá usos recreativos, y el ecoturismo.
La excursión en kayak de la que participaron el lunes último los estudiantes de Concepción del Uruguay, y a la que se sumó LA NACIÓN, es parte de una iniciativa que impulsa la ONG Banco de Bosques, para que los chicos de escuelas de la zona puedan conocer en terreno lo que es un área protegida, en la que se está trabajando para recuperar biodiversidad. Por el programa, ya pasaron unos 5000 estudiantes de escuelas secundarias. Y, por eso, están pensando ampliarlo a escuelas de la provincia de Buenos Aires. Primero, aquellas que están en la zona de Zárate y Campana, pero no descartan sumar a las de la Capital y del Gran Buenos Aires, ya que el parque se encuentra a unas tres horas de viaje. Se trata de una excursión gratuita, en la que los estudiantes solo deben hacerse cargo de llegar hasta el lugar. El resto está financiado por Banco de Bosques, como forma de involucrar a las nuevas generaciones con la preservación del ambiente.
El nuevo parque natural está integrado por 4006 hectáreas que incluyen un valioso patrimonio natural y cultural que necesita ser conservado, y además tiene gran potencial para el desarrollo de actividades turísticas, educativas y científicas. Su creación fue lograda a partir del trabajo conjunto entre la Dirección General de Ordenamiento Territorial, Áreas Protegidas y Biodiversidad de Entre Ríos, el municipio y la comunidad de Colonia Elía y las organizaciones WCS Argentina, Banco de Bosques y AMBÁ de Uruguay, con financiamiento de la Fundación Butler Conservation Inc.
Preservación
Banco de Bosques es un ONG creada hace 15 años, cuyo objetivo es reunir el compromiso de donantes particulares, que regularmente hacen sus aportes, con la compra de terrenos estratégicos, en manos privadas, para preservar el ecosistema del lugar y prevenir la deforestación u otros usos. El objetivo es salvar los últimos bosques nativos. Desde sus comienzos, lograron preservar grandes extensiones en Jujuy, en Santa Cruz y en Entre Ríos, entre otras provincias. Emiliano Ezcurra, su director ejecutivo, explica que Banco de Bosques nació con la ambiciosa idea de defender a los bosques nativos de la Argentina y restaurar ecosistemas dañados para conservar la biodiversidad, sus recursos naturales y las comunidades locales allí radicadas, que año tras año sufren los embates devoradores de la deforestación.
En los cargos de la donación de las tres islas se establece que el Estado entrerriano deberá proteger a estas tres islas por ley, a otras dos islas privadas con la misma norma, luego de que los privados hayan prestado conformidad, cosa que hicieron, y a unas 10 islas fiscales circundantes con estas donadas. De esa manera, son 15 islas que dejan de ser reserva de uso múltiple, que era la categoría que tenían, y pasan ahora a la categoría perpetua, irreversible, y legalmente vinculante de parque natural provincial.
La iniciativa de la excursión en kayak para escuelas fue una idea del millonario y filántropo norteamericano Gilbert Butler, que cuando conoció las islas del río Uruguay, decidió apostar a ese proyecto de preservación, aportando el financiamiento para la compra de tierras, a ser donadas a la provincia con la condición de que sea un área protegida y la construcción de infraestructura. Así se hizo, tanto del lado argentino como del uruguayo, donde también se compraron otras tres islas y tiene la vista puesta en otras tantas de la zona, para completar la cadena de 15 islas.
Las tres islas argentinas que forman parte de esta reserva se llaman Dolores, San Genaro y Campichuelo. Para llegar a ellas hay que cruzar en una embarcación, desde la costa. Hasta allí se arriba por un camino de ripio, que sale de Colonia Elía. Tras recorrer unos cinco kilómetros, se está en la reserva. Toda esa zona tuvo su apogeo hace unos 80 años, cuando la explotación de canto rodado estaba en crecimiento, cuenta Ezcurra. De la costa que está frente a la isla Campichuelo, salían camiones cargados con piedras, que se usaban en la construcción, o para fabricar baldosas y caminos. Sin embargo, cuando esa actividad entró en baja, las canteras quedaron abandonadas. Como la arena de la costa tiene un grano de un tamaño determinado, en la zona se instalaron actualmente varias areneras que llevan sus camiones a Vaca Muerta, para usarla para el fracking.
La llegada de Banco de Bosques revolucionó la zona. Porque no solo se construyeron refugios en las islas para que quienes llegan allí, como parte de los programas de ecoturismo, puedan acampar, sino que también se formó y se capacitó a jóvenes de esta localidad para que trabajen en el área. De hecho, hoy cuentan con un equipo de guías e instructores de kayak, que fueron formados de cero. También ya cuentan con siete guardaparques, que trabajan en la preservación de las islas.
El programa
El programa de kayak para escuelas es uno de los que se llevan a cabo. Los chicos que decidan visitar el parque y participar de la excusión solo deben pagar o conseguir la forma de trasladarse hasta la costa de Colonia Elía. Después, toda la actividad, que dura unas cuatro horas es gratuita. Los alumnos reciben la instrucción en la costa, después viajan en lancha hasta las islas, donde realizan una remada de media hora, después recorren las islas y almuerzan en uno de los refugios, con la comida que ellos mismo llevaron, y después emprenden el regreso al continente en kayak. Una experiencia que no olvidarán fácilmente.
En promedio, se trata de grupos de entre 20 y 30 chicos, y en época de calor, llegan a participar dos escuelas por día. Los instructores realizan un trabajo personalizado para que todos los alumnos logren remar, en condiciones seguras. Cuando vuelven a la costa, deben caminar por un túnel de remos que hacen sus compañeros, que se considera el bautismo de kayak, y reciben un certificado de Banco de Bosques, que tiene la bandera argentina y la uruguaya, porque es igual al que reciben los chicos del otro lado del río.
Del otro lado del río, es decir, del otro lado de la divisoria de aguas, las tres islas uruguayas Pingüino, Chala y Basura fueron compradas por Butler y están en manos de la ONG AMBÁ, que realiza una actividad similar a la del Banco de Bosques. Allí, también los adolescentes de la zona están invitados a participar en excusiones de kayak para descubrir en primera persona la belleza y los beneficios de preservar y restaurar el ecosistema natural de un área rica en biodiversidad como esta.
El año pasado, de hecho, se hizo una remada conjunta, con chicos argentinos y uruguayos. En el encuentro, desplegaron una bandera con la leyenda: un río, un parque.
Justamente, porque la idea es formar en los próximos años el primer Parque Natural Binacional. En Uruguay, la zona ya fue preservada como parte del Parque Nacional Esteros de Farrapos, ya que el área de influencia de este corredor fue identificada como “de gran relevancia para la conservación de la biodiversidad” en los dos países y a nivel global, porque “alberga el 41% de las 2450 especies vegetales descritas en Uruguay”, informan desde AMBÁ. Allí se documentó la presencia del aguará guazú, considerado como el cánido de mayor tamaño de América del Sur, que está en peligro de extinción.
Del lado argentino, destacan la gran variedad de especies de aves que abundan en las islas y también que, por las noches, se puede llegar a ver al osito lavador, también conocido como aguará popé, una especia de mapache boreal.
Qué especies se pueden ver
Este corredor tiene gran valor en biodiversidad porque se pueden encontrar especies como el carpincho, el lobito de río, la tortuga morrocoyo o la tortuga tigre, el gavilán planeador, el frutero azul, la reinamora chica y la pava de monte, entre otras. Algunas de ellas están amenazadas y otras fueron declaradas Monumento Natural de la provincia de Entre Ríos. También se encuentran colonias mixtas de aves playeras migratorias como el rayador, el gaviotín de río, el atí, y el chorlito de collar.
Los ambientes del río Uruguay son de gran importancia para los peces, explica Ezcurra, en particular, los canales entre las islas y los cauces secundarios son ambientes utilizados por los adultos de algunas especies de mediano y gran porte, y constituyen valiosos corredores para las especies migratorias.
Desde el punto de vista de la vegetación se encuentran grandes comunidades de especies ribereñas como el ingá, el laurel, el viraró y el mataojo colorado. Otra especie emblemática asociada al río Uruguay, protegida a nivel provincial, y de gran importancia para las comunidades guaraníes que habitaron antiguamente, es la palmera pindó.
Otro de los programas que se realizan en las islas es el voluntariado para combatir las especies invasoras, es decir, aquellas que no son originarias de la zona, que llegaron por acción del ser humano y que se convirtieron en depredadores de las especies locales. En este caso, se trata de especies vegetales. La tarea de los voluntarios es realizar relevamientos en las islas, y en el caso de detectar árboles que no son nativos, realizar un encadenado en el tronco para que se seque. Esta actividad que se viene realizando en los últimos años, permitió que vuelvan especies nativas que estaban amenazadas o eran infrecuentes a causa de las invasoras.
Recorrer los senderos abiertos en las islas, después de remar una media hora por los canales del río Uruguay, es una experiencia única y transformadora. Los colores de los árboles nativos, las formas particulares de los troncos y la convivencia del follaje nativo y las especies de pájaros autóctono se integran con la paz de las islas y hace pensar en que uno se encuentra en un lugar mucho más lejano, no solo a tres horas de la Capital.
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