Investigación: ¿el Covid largo puede revelar las pistas para explicar la fatiga crónica y otras enfermedades enigmáticas?
En los Estados Unidos, hay estudios que buscan entender el mecanismo de esta afección y otros síndromes posteriores a una infección aguda.
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WASHINGTON (The Washington Post).– A principios de 2020, Alison Sbrana vio el salto del coronavirus de China al resto del mundo con una sensación de fin del mundo en ciernes. Desde hacía seis años, cuando le diagnosticaron mononucleosis, Sbrama sufría fatiga y niebla mental crónicas, y estaba convencida de que el nuevo virus causaría estragos similares en algunos de los infectados.
Su intuición demostró ser profética. Algunos enfermos leves de Covid-19 empezaron a quejarse de problemas que Sbrana conocía en carne propia, como el dolor muscular agudo y el agotamiento de no tenerse en pie. Y ahora que millones de personas en todo el mundo sufren de Covid largo, ella y una gran cantidad de pacientes tienen la cauta esperanza de que las nuevas investigaciones ayuden a desentrañar otras enfermedades que parecen manifestarse después de alguna infección, como la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica (SFC/EM).
“Me parece que las perspectivas son buenas”, dice Sbrana, que sufre esta última afección.
Los pacientes con Covid largo heredan muchos de los problemas que ella y otros enfermos padecen desde hace años, y uno de ellos es que la ciencia médica todavía no comprende el mecanismo que hace que se disparen esos síntomas. Por lo tanto, algunos médicos los terminan considerando básicamente psicosomáticos.
Pero quienes sufren Covid largo también han abierto una puerta, porque según algunos médicos, el coronavirus SARS-CoV-2 ofrece una oportunidad única de desentrañar un punto poco estudiado: ¿cómo se recuperan las personas de una infección, incluso de las más benignas? A principios de este año, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos anunciaron la inversión de 1150 millones de dólares para estudiar el Covid largo, y tanto investigadores como pacientes tienen la esperanza de que surjan respuestas.
“¿Cuántas personas tienen molestias a largo plazo o incluso síntomas incapacitantes después de sufrir otras enfermedades virales, como la gripe?” se pregunta el doctor Harlan M. Krumholz, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale. “No tenemos un buen relevamiento de esos aspectos.”
Los virus son patógenos merodeadores, siempre al acecho. Algunos, como el virus VVZ, primero aparecen como varicela, y décadas después de la infección original se reactivan y reaparecen como un herpes zóster, también conocido como culebrilla. Otros, como el HVS o herpes simple, se esconde durante años en las neuronas y hace eclosión sin previo aviso en cualquier momento.
El problema es grave, y un reciente estudio revela que hasta un tercio de los sobrevivientes de Covid reportaron síntomas –desde problemas respiratorios hasta dolores de cabeza y fatiga– de tres a seis meses después del diagnóstico inicial de la infección. Algunos de esos pacientes pasaron mucho tiempo internados en terapia intensiva y les quedaron cicatrices en los pulmones, o daño renal o cerebral. Otros, que tuvieron casos más leves, reportan síntomas persistentes propios del Covid, como la pérdida del gusto y el olfato. Y otro grupo se queja de una forma más común de fatiga prolongada que, como en el caso del SFC/EM, empeora después de hacer ejercicio.
Preguntas
La búsqueda de respuestas es cada vez más urgente a medida que la pandemia se acerca a un punto de inflexión. Ahora que las vacunas y los tratamientos han reducido la posibilidad de enfermar gravemente y morir, y que la gente está desesperada por volver a una vida normal, ¿la amenaza del Covid largo es un buen motivo a largo plazo para seguir evitando contagiarse el virus? Y otros se preguntan: si la enfermedad se vuelve endémica, ¿dejaría todos los años a millones de personas con síntomas a largo plazo, provocando una recurrente crisis sanitaria?
Por el contrario, si los investigadores estudian de cerca el proceso de recuperación de esta nueva afección, ¿podrán descubrir patrones o incluso encontrar tratamientos que también sirvan para secuelas largas de otro tipo de infecciones?
“Puede ser una gran oportunidad para nosotros”, dijo Krumholz, que junto a sus colegas está diseñando estudios rigurosos y masivos para analizar el tema.
Entre sus colegas investigadores se cuenta Akiko Iwasaki, inmunóloga de Yale e investigadora del Instituto Médico Howard Hughes. La especialista enumera cinco hipótesis que podrían explicar el fundamento biológico del Covid largo. La principal plantea que en el cuerpo existe un “reservorio viral” de virus persistentes o restos virales que causan inflamación crónica. Según Iwasaki, el coronavirus también puede activar o desatar ese proceso autoinmune.
Dicho enfoque “probablemente sea pertinente para todos los síndromes posvirales”, dice la experta, y también podrían explicar los síntomas persistentes después de infecciones con bacterias o parásitos. Potencialmente, ese síndrome autoinmune puede tratarse ya sea atacando el virus o suprimiendo el sistema inmunológico del cuerpo. Una señal alentadora es que algunos pacientes con Covid largo informan que sus síntomas mejoraron tras recibir la vacuna contra el coronavirus.
“Tenemos un gran sueño”, dice Iwasaki al describir ese objetivo amplio de entender el mecanismo del Covid largo y otros síndromes posteriores a una infección aguda.
Y por eso han involucrado en sus investigaciones a una legión de sobrevivientes al Covid –muchos de los que comparten sus experiencias en foros de internet– y a otros que creen que sus secuelas provienen de otros patógenos, como el virus Epstein-Barr, causante de la mononucleosis, el virus del herpes simple, o la bacteria de la enfermedad de Lyme.
Sobrevivientes
“Son nuestros socios en partes iguales”, dijo Iwasaki sobre esos pacientes, incluido el grupo de sobrevivientes Survivor Corps, que tiene 180.000 miembros y trabajó con los investigadores de Yale para diseñar estudios y reclutar participantes.
Esos “grupos de base” de pacientes recuperados ya han demostrado el valor que tiene la colaboración entre ciudadanos y científicos, según Diana Zicklin Berrent, la fundadora de Survivor Corps, que afortunadamente ya dejó de tener síntomas. Después de leer un tuit de un médico de la Universidad de Columbia que sugería que la vacuna parecía aliviar los síntomas de algunas personas con Covid largo, Berrent hizo un seguimiento a través de Survivor Corps y descubrió que el 45% de los encuestados manifestaba alguna forma de mejoría después de la vacunación. Berrent compartió esos resultados con Iwasaki, quien lanzó un estudio conjunto desde la Universidad de Yale.
Hasta el momento esos estudios son de escala reducida, pero la posibilidad de que la estimulación del sistema inmunológico a través de la vacuna pueda aliviar los síntomas intriga a los investigadores y les da una pista potencial del mecanismo subyacente del síndrome.
“Sería interesante descubrir que quienes padecen SFC/EM, tras vacunarse, se sienten mejor”, dice Walter Koroshetz, director del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos de Estados Unidos. “Es la mejor oportunidad que tenemos de descubrir cómo funciona el SFC/EM, porque contamos con los recursos y un ejército de voluntarios”, dice Koroshetz, y agrega que el Covid les ha brindado a los científicos “un experimento natural”.
Hasta el momento, sin embargo, tanto las causas del Covid largo como del SFC/EM siguen sin quedar claras.
Riesgos
Michael Sneller, especialista en enfermedades infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y un estudioso del impacto a largo plazo del ébola y los tratamientos inmunitarios para el VIH, comenzó a trabajar con pacientes con Covid en abril de 2020. Él dice que la batería de pruebas a la que sometió a un grupo de 225 pacientes con Covid largo hasta ahora no ha arrojado evidencia sólida de infección viral persistente o sobreestimulación del sistema inmunológico.
El especialista sigue atento, pero advierte que cuando los médicos no pueden dar respuesta, existe un peligro real de que los pacientes busquen alivio en otra parte.
“Hay un floreciente mercado de curas milagrosas”, dice Sneller.
Y también hay falta de comprensión sobre los costos psicológicos y emocionales que ha tenido el Covid, y sobre el papel pueden jugar esos costos en la forma en que las personas perciben la fatiga crónica. El estrés y la ansiedad, respuestas comunes al aislamiento y la incertidumbre de la pandemia, exacerban casi cualquier síntoma. La psicoterapia, por su lado, tiene una eficacia demostrada en el tratamiento de numerosas enfermedades, desde el cáncer hasta los malestares físicas crónicas.
“No hay que perder de vista los aspectos de salud mental de esta pandemia”, dice Sneller. “Es evidente que sobre la salud mental existe un estigma que no debería existir.”
Salud mental
Joanna Hellmuth, neuróloga cognitiva del Centro de Memoria y Envejecimiento de la Universidad de California en San Francisco, dice estar observando deterioro cognitivo en personas que tuvieron Covid y que obtienen buenos resultados en las pruebas del estado de ánimo, o sea que no están deprimidas ni ansiosas. Hellmuth encuentra un paralelismo con trabajos anteriores que hizo sobre el VIH, donde identificó cambios “clínicamente indiferenciables de los cambios cognitivos asociados con el Covid”. Otra investigación sugiere que las personas que se recuperaron de los coronavirus del SARS y el MERS, en 2003 y 2013 respectivamente, también experimentaron cambios cognitivos.
“En base a datos científicos, trato de ser la voz de quienes se sienten ignorados o no escuchados por los médicos”, dice Hellmuth.
Para Krumholz, tratar el Covid largo como si fuera meramente una enfermedad psicogénica hará poco para contrarrestar la actual amenaza para la salud pública, y tampoco ayudará a los pacientes que sufren otros posibles síndromes posinfecciosos.
“Me siento íntimamente ligada a todos esos otros sobrevivientes”, dice Berrent, la fundadora de Survivor Corps. “Estamos en contacto con todos ellos porque es muy importante que dejar a nadie atrás, para que al menos la humanidad pueda sacar un beneficio neto de todo este sufrimiento.”
(Traducción de Jaime Arrambide)
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