Investiga la Justicia una "guerra" narco en un nodo logístico del tráfico de drogas
Se sospecha que el jefe de un clan maneja su banda desde la cárcel; otros grupos pujan por el control de las operaciones en Frontera, un pueblo en un punto estratégico en el límite con Córdoba
Héctor Gallardo está preso desde fines de 2013 en la cárcel de Bouwer, San Francisco, Córdoba. Fue condenado en diciembre pasado por el Tribunal Oral Federal Nº 1 de esa provincia a 14 años de prisión por "organización del transporte y comercialización de estupefacientes". Pero ahora la Justicia investiga si desde la prisión pretende seguir manejando los hilos de una de las organizaciones de logística narco más grandes del país, que provee de cocaína y marihuana a bandas de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos.
El Patrón, como le dicen, es el jefe de un clan que opera desde Frontera, un pequeño pueblo de 12.000 habitantes, en Santa Fe, separado de Córdoba solo por una calle. La localidad estuvo fuera del radar de las autoridades hasta hace tres años, cuando comenzaron a recrudecer crímenes ejecutados por sicarios.
¿Por qué Frontera es tan codiciado por los grupos narcos? Posee un atributo geográfico particular: está sobre la ruta 19, que va hacia Córdoba, y muy cerca de la 34, que viene del norte, el principal camino por donde baja la cocaína desde Bolivia. Y no muy lejos de la ruta 11, que conecta con el nordeste, con Corrientes y Misiones, dos puntos rojos del contrabando de marihuana, donde Gallardo operaba desde hace más de una década.
Las investigaciones judiciales apuntan a que el clan dominado por Gallardo sigue dominando ese nodo logístico narco, con centros de acopio y producción de cocaína en laboratorios en el barrio Acapulco, de Frontera, donde un sector de la banda estaba compuesto por un grupo de colombianos que también operaban en Posadas.
Se sospecha que esta banda sigue operando con la complicidad de la policía de Santa Fe. Ya fue cambiada dos veces la cúpula de la fuerza en ese lugar, pero los problemas de violencia se multiplicaron durante los últimos dos años, con una decena de crímenes ejecutados por sicarios que hacen sospechar a los investigadores que ese territorio está en disputa permanente desde que Gallardo perdió parte de su poder, a pesar de que con su familia se resiste a dejar el mando del cartel.
Un doble asesinato conmovió la zona el año pasado. Franco Figueroa, árbitro de la liga cordobesa de fútbol, está acusado de ser uno de los sicarios del Patrón. Este hombre de 24 años que arbitraba los fines de semana en la liga regional tenía una doble vida: mataba a cambio de dinero. En julio pasado fue detenido en un megaoperativo de la Gendarmería ordenado por el jefe de la Procuración de Narcocriminalidad (Procunar), Diego Iglesias, y el fiscal federal de Rafaela, Federico Grim. Fue procesado por una doble ejecución: la de dos hombres que pretendían irrumpir en los dominios del clan Gallardo.
Figueroa asesinó esa vez a dos narcos oriundos de Santo Tomé, miembros de "la banda de los santafesinos" que querían asentarse en la zona para mover la droga.
La semana pasada, la Cámara Federal de Rosario ordenó que la Justicia provincial se abstenga de seguir interviniendo en las investigaciones de otro homicidio y de una extorsión adjudicadas al clan. Pretenden que los casos sigan en el fuero federal por su vinculación con el tráfico de drogas en Frontera.
Los expedientes que se tramitan ante los fueros locales de Rafaela y de San Francisco "tienen como objeto procesal la investigación de hechos delictivos cuyo móvil responde al control del comercio de estupefacientes por parte de Gallardo".
Se trata del asesinato de Luis Peralta. Se estima que guarda estrecha relación con la organización narcocriminal "no solo porque están involucrados en su ejecución los más destacados miembros del clan Gallardo, sino también porque su acaecimiento resulta ser la consecuencia directa de las actividades de narcotráfico que llevan adelante en la zona".
Peralta, de 40 años, fue ultimado a tiros el 12 de abril de 2017 en aquel pequeño pueblo. Unos días antes había sido baleado un allegado suyo. Para la Justicia, los atacantes fueron un hermano de Gallardo, apodado Rana, que vive justo enfrente de donde fue asesinado Peralta; su sobrino, Orlando G, alias Tuli, y un tal Chino, identificado como Ezequiel C. Los dos últimos fueron detenidos en junio pasado por la Policía de Investigaciones de Santa Fe.
Complicidad policial
Hace dos semanas ocurrió otro hecho que encendió las alarmas y fortaleció la hipótesis de que Frontera sigue activo para el tráfico de drogas gracias a la supuesta complicidad de los narcos con las fuerzas de seguridad provinciales.
Dos policías de la Agencia de Seguridad Vial resultaron heridos -uno recibió un disparo en el abdomen y el otro, un balazo en el cuello- en un supuesto enfrentamiento ocurrido cuando se disponían a controlar la documentación de los tres ocupantes de un Toyota Corolla en el cruce de las rutas 19 y 13, en la localidad de Clucellas, cerca de Frontera.
Los agresores se llevaron la camioneta policial -también un arma reglamentaria, dos chalecos y una escopeta- para luego incendiarla en un basural, a 30 kilómetros de donde estaba el puesto de control.
Con el paso de las horas comenzaron a correr versiones que daban cuenta de que los ocupantes del vehículo llevaban droga y que su destino era la ciudad de Frontera. Luego se confirmó que los dos uniformados que habían sido detenidos por la Gendarmería tenían en su poder 41 envoltorios de cocaína.
Los atacantes tomaron una de las pistolas calibre 9 milímetros de los policías y se llevaron la camioneta policial Volkswagen Amarok. Como se enteraron a través de la radio con la frecuencia del 911 que otros efectivos los seguían decidieron incendiar la camioneta en un basural de barrio Acapulco, en Frontera. Cuando los investigadores llegaron al lugar determinaron que habían desaparecido también dos chalecos antibalas y una escopeta calibre 12.70.
Una de las versiones que circuló en Frontera fue que el auto estaba acondicionado para llevar droga y en las últimas horas había sido visto en cercanía de ese pueblo. Se deslizó que uno de los atacantes tiene parientes en Rosario, los cuales poseerían contactos con los integrantes de la banda de Los Monos.
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