Invasoras: la amenaza de unas 654 especies exóticas
Provocan millonarias pérdidas económicas y ambientales
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En el bosque de Tierra del Fuego, las lengas están muriendo de pie: los embalses que fabrican unos 100.000 castores crean espejos de agua que terminan ahogándolas. En Yacyretá, una vez por mes hay que parar las turbinas de la central hidroeléctrica por los problemas que puede causar una plaga de mejillones dorados. En cuatro localidades bonaerenses preocupan las roturas millonarias de cableados que provocan una y otra vez las ardillas de vientre rojo, mientras que el caracol africano gigante amenaza la salud humana en Misiones y en Corrientes.
Todas entran en la categoría de especies exóticas e invasoras en el país. Ingresaron por aire, tierra o agua, tanto por accidente como intencionalmente, y amenazan con distinta fuerza la biodiversidad, las economías locales y hasta la salud de la población.
En la Argentina hay unas 654 especies identificadas hasta el momento, de acuerdo con los registros validados científicamente de cinco bases de datos interrelacionadas de un nuevo Sistema Nacional de Información sobre Especies Exóticas e Invasoras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable.
"Alteran la composición de las comunidades al actuar como predadores, herbívoros, competidores o patógenos de la flora y la fauna silvestre. Se las reconoce como la segunda amenaza global para la conservación de las especies vulnerables silvestres, y el factor más relevante dentro de los parques nacionales y otras áreas protegidas", explicó Sergio Zalba, consultor especializado de la Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras (Eneei) y miembro del Grupo de Estudios en Conservación y Manejo del Departamento de Biología, Bioquímica y Farmacia de la Universidad Nacional del Sur (UNS).
Son hongos, plantas, algas y vertebrados e invertebrados terrestres y acuáticos. En su identificación participaron 402 especialistas. El nuevo sistema nacional de información que nutre a la Eneei surge del que usa en la UNS desde hace 13 años.
"En todos los casos, las especies listadas amenazan de manera real o potencial la conservación de la diversidad biológica y el funcionamiento de los ecosistemas de nuestro país; muchas de ellas, además tienen impacto en las economías regionales, afectan tradiciones, paisajes o causan enfermedades", indicó Zalba.
El mosquito Aedes aegypti, que transmite los virus del dengue, Zika y la fiebre chikungunya y la fiebre amarilla, también entra en la categoría de especies exóticas e invasoras. "La actividad turística y comercial implican el movimiento de bacterias, virus y parásitos, como así también de sus vectores", mencionó Zalba.
El caracol africano gigante es otra. Ingresó en el país por Puerto Iguazú (Misiones) luego de diseminarse por Brasil, donde había fracasado un negocio para producir carne en criaderos. En el país, ya se detectaron ejemplares en Corrientes, donde también afectan la producción de hortalizas. Es un molusco terrestre, que también crece en los patios de las casas en áreas urbanas. Su tamaño supera la mano de un adulto y aconsejan manipularlo con guantes. En sus tejidos se alojan gusanos (nematodos) que pueden causar enfermedades en el ser humano.
"No todas las especies tienen el mismo tipo de impacto, ni la misma gravedad o idéntica prioridad de control", aclaró Zalba. Los problemas que ocasionan se miden en millones de dólares perdidos en el mundo. Aquí, uno de los objetivos de la Eneei será realizar esa estimación, que en Estados Unidos alcanza los US$ 120.000 millones por año y en Brasil, los US$ 45.000 millones.
Desafíos
Hay siete de las 654 especies introducidas en el país que por su impacto en el ambiente, la salud humana y la economía local se volvieron una prioridad para un manejo adecuado de sus poblaciones. Por ejemplo, gran parte de las malezas y las plagas que afectan la producción agrícola son especies exóticas que ingresaron al país de manera accidental. Hay arbustos que desplazan a la flora local y absorben tanta agua del suelo que refuerzan el riesgo de incendio.
Además del caracol gigante africano en Misiones y Corrientes, integran la lista de desafíos el castor americano en Tierra del Fuego; el alga didymo en ríos y arroyos de Chubut, Río Negro y Neuquén; la ardilla de vientre rojo en cuatro localidades bonaerenses, Santa Fe y Córdoba; la rana toro en todo el país; el ligustro en Jujuy; los tamariscos en la Laguna de Llancanelo, al sur de Mendoza, y especies marinas exóticas, como el mejillón dorado en la cuenca de río Paraná y Uruguay, o las ostras japonesas a lo largo de las costas del país.
Cada una de estas especies se seleccionó de acuerdo con la magnitud del impacto estimada en cada provincia De manera piloto, se aplica una estrategia de control, contención o erradicación, ya sea de la población o de su comportamiento. El castor es una de las especies que más preocupa por su impacto en la conservación de los bosques de Tierra del Fuego y la península Brunswick, en Chile, seguido de cerca de otras seis.
La iniciativa, que coordina el Ministerio de Ambiente y Desarrollo de la Nación, se ejecuta con financiamiento a cuatro años de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés).
“Estas especies se expanden y se reproducen rápido, y en un territorio nuevo no tienen predadores naturales. La distribución depende de las condiciones del ambiente, que, en un país tan diverso, es más sectorizada”, dijo Diego Moreno, secretario de Política Ambiental, Cambio Climático y Desarrollo Sustentable.
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