Íntimos, irritantes, prácticos: los mensajes de voz nos invaden, ¿hay una duración máxima para no molestar?
Los audios dan a los usuarios la libertad de pronunciar monólogos largos y sinuosos, para disgusto de algunos destinatarios
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NUEVA YORK.– Se convirtió en una escena habitual. Tu teléfono suena, pero en lugar de un mensaje de texto, es un aviso de que alguien grabó un audio solo para ti, de cualquier extensión imaginable y de tema desconocido hasta que pulses “play”. Puede ser un chisme jugoso, una anécdota repleta de giros y sorpresas, o un relato totalmente rutinario de alguien que simplemente no tenía las manos libres para escribirlo.
Es un mensaje de voz, una de las formas más controvertidas de comunicación moderna.
Más íntimos que un mensaje de texto y menos urgentes que una llamada, los audios no tienen un límite máximo de tiempo, a diferencia de otros servicios de mensajería de voz, que acaban cortando la comunicación al remitente. Eso significa que los remitentes pueden pulsar grabar y embarcarse en un viaje verbal desinhibido, que deja a los destinatarios a su merced.
“Si tengo que escuchar más de un minuto, me distraigo y dejo de entenderlo –dijo Iris Meines, una funcionaria de 29 años del consulado holandés en Nueva York–. Si dura menos de un minuto, me digo: ‘Está bien, puedo hacerlo’. Seis o siete es simplemente terrible. Ni siquiera sé si podría escuchar siete minutos a un amigo que habla por teléfono sin parar”.
Meines dijo que suele tomar notas mientras reproduce el audio, para no olvidar los puntos a los que debe responder. (Apple añadió una función de transcripción de mensajes de audio con una actualización de su sistema operativo en otoño).
“Mis amigos saben que no me gustan. Les pregunto: ¿por qué me hacen esto?”, agregó Meines. Le resulta especialmente irritante oír a la gente que mastica mientras graba.
Para ella, los mensajes de voz son ligeramente molestos: prefiere hablar por teléfono o enviar mensajes de texto si no puede ver a sus amigos cara a cara, aclaró. Pero para otros, la cuestión parece rayar, si no en un problema moral, al menos en una cuestión de etiqueta. En The Atlantic, Jacob Sweet afirmó recientemente que los mensajes de audio eran “indulgentes” y podían “fomentar el egoísmo”. Un titular de The Spectator describía su ubicuidad como una “tiranía”.
Elaine Swann, experta en etiqueta que imparte clases tanto a adultos como a niños, dijo que las notas de voz no deben utilizarse para enviar largos monólogos, sino solo en casos en los que “el tono es necesario, pero no una conversación”: para enviar una disculpa, por ejemplo.
“Autocontrolate –recomendó–. No te entrometas en la vida de alguien con un mensaje de audio interminable”. Los mensajes más detallados, según Swann, deben guardarse para una llamada telefónica, cuando ambas partes pueden participar activamente.
Para quienes son reacios al teléfono, puede ser más fácil decirlo que hacerlo. Mientras que los millennials se hicieron famosos por evitar dejar mensajes en el buzón de voz, la generación Z tiene fama de evitar completamente las llamadas telefónicas. En un estudio realizado en mayo del año pasado, unos investigadores australianos descubrieron que el 87% de los encuestados de entre 18 y 26 años preferían gestionar los diálogos desagradables por texto en lugar de por teléfono, y el 49% afirmaba que las llamadas telefónicas los ponían ansiosos. Esto puede ayudar a explicar por qué las notas de voz –introducidas por Apple hace una década, pero cuya popularidad aumentó recién en los últimos años– parecen ser especialmente populares entre ese grupo etario.
Aunque a las generaciones mayores también les puede angustiar el teléfono. Alana Jordan, de 36 años, actriz y presentadora en Los Ángeles, dijo que los mensajes de audio son una forma de controlar esos nervios. Jordan vuelve a escuchar los mensajes antes de enviarlos y vuelve a grabarlos si quiere ajustar su tono. “Tener la posibilidad de editarte a ti misma alivia la ansiedad de que te vayan a malinterpretar”, admitió.
Algunos expertos sostienen que evitar esas incomodidades puede tener sus inconvenientes. Sherry Turkle, psicóloga del MIT, advirtió sobre un “escapismo de la vulnerabilidad” generalizado.
Los usuarios de notas de voz, dijo, “no tienen que reaccionar al roce con el estado afectivo de otra persona” si surge un desacuerdo, por ejemplo, o una pregunta inesperada.
“Los mensajes de audio básicamente no suponen ningún riesgo”, indicó Turkle, autora también de En defensa de la conversación: el poder de la conversación en la era digital. “La gente está perdiendo la capacidad de mantener conversaciones empáticas, que es como conectamos unos con otros. Necesitamos practicar eso. La gente está muy preocupada por mostrar demasiado de sí misma”, describió.
Pero muchos de sus defensores –a menudo tan vociferantes como sus detractores– expresan que los mensajes de audio no son impersonales o cerrados, sino que permiten un tipo especial de intimidad y vulnerabilidad.
Brittany Marshall, una estudiante de 27 años que se trasladó de Luisiana a Nueva Jersey para estudiar literatura afroamericana, señaló que no era muy aficionada a los mensajes de voz. “Tengo que dejar de hacer lo que estoy haciendo y escucharlos. Luego tengo que recordarlo todo para poder abordarlo en mi respuesta”, manifestó.
Pero agradece las notas de voz de una amiga íntima que vive lejos. La voz familiar la reconforta, dijo, y el estilo expresivo de su amiga –gracias a su formación teatral– la hace reír.
Gemalene Sunga, estudiante de inmunología en Houston, respondió que no le gusta que la bombardeen con una retahíla de notas de voz: sus amigos le envían “seis o siete seguidas, todas de dos minutos, como mínimo. Pero sí me gusta poder oír sus voces”, aclaró.
Sunga, de 31 años, añadió que, a largo plazo, también aprecia las notas de voz como recuerdos digitales. Aunque el sistema operativo de Apple borra por defecto los mensajes a los dos minutos, los destinatarios tienen la opción de guardarlos para siempre.
“No es por ser macabra, pero soy una persona tan nostálgica que pienso en estas cosas –dijo–. Las notas de voz no son tangibles, pero tienen un valor sentimental para mí”.
Tanto es así que, a pesar de su potencial para ser irritantes, Sunga envía mensajes de voz en un intento por que sus amigos le envíen notas de voz con más frecuencia. “Solo lo hago tranquilamente con algunos amigos en particular, y presto atención a en qué momento hacerlo. Quiero ser considerada”, afirmó.
Normas de cortesía
Como ocurre con cualquier nueva forma de tecnología de la comunicación, puede que a todo el mundo le lleve un tiempo ponerse de acuerdo sobre las normas de cortesía. “En el caso de las notas de voz, aún no existe una norma establecida, por lo que la gente tiene distintas interpretaciones”, sostuvo Melanie Green, directora del Departamento de Comunicación de la Universidad de Búfalo.
Hay estudios que demuestran que las palabras pronunciadas en voz alta se recuerdan mejor que las leídas en silencio, y que hablar con uno mismo puede ser terapéutico. En 2007, investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles descubrieron que nombrar los afectos –el proceso de poner lo que sientes en palabras– puede ayudar a las personas a gestionar sus respuestas a los sentimientos negativos a lo largo del tiempo.
Así, pues, los mensajes de audio incoherentes, aunque potencialmente pesados para el receptor, pueden ser una práctica saludable para el emisor.
“Me disgustan cuando tengo que escucharlos. Pero me encanta enviarlos”, reconoció Meiners.
Por Carly Lewis
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