Insomnio sin interrupción: el caso extremo de Benedicto XVI y los límites y riesgos de los somníferos
Sobre todo a largo plazo, los trastornos del sueño generan cambios en la rutina diaria, afectan el desempeño profesional y la calidad de vida
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Hace algunas semanas, un semanario alemán dio a conocer la noticia de que “el motivo central” de la renuncia del papa Benedicto XVI en 2013 fue “el insomnio sin interrupción” que lo acompañaba desde hacía ocho años. De acuerdo a lo difundido, el papa emérito consumía “remedios potentes” que le permitieron mantener la carga de trabajo, pero con el tiempo los somníferos alcanzaron sus límites y hasta le causaron una peligrosa caída en el baño.
Las preguntas no tardaron en surgir. ¿Son los somníferos un tratamiento adecuado contra el insomnio? ¿Cuáles son los riesgos de su consumo?
Especialistas en medicina del sueño consultados por LA NACION aseguraron que los fármacos para tratar el insomnio no son la primera indicación y que su consumo debería acotarse a un breve período de tiempo.
En primer lugar, Sofía Luján neuróloga de la Unidad de Medicina del Sueño de Fleni, definió al insomnio como la dificultad para conciliar o mantener el sueño con consecuencias en el funcionamiento diurno.
“Su manejo requiere un enfoque integral y un abordaje gradual, comenzando con educación respecto al sueño y al insomnio para identificar los factores que contribuyen y las situaciones o enfermedades que pueden interferir con el sueño óptimo”, dijo.
Sin embargo, agregó, muchos pacientes requieren un tratamiento dirigido al sueño mismo, como los enfoques conductuales y farmacológicos, pero estos solo deben implementarse una vez que se reconocieron todos los factores contribuyentes y se intentó abordarlos.
“Las guías de práctica clínica más reconocidas sostienen que el tratamiento de primera elección para el insomnio a largo plazo es la terapia cognitivo conductual (TCC) orientada a esta patología. La opción de farmacoterapia está considerado solo para los casos en los que no hubiera disponibilidad de TCC o se hubiera probado sin respuesta favorable”, dijo Pablo López, coordinador del grupo de tratamiento del insomnio de INECO (Instituto de Neurología Cognitiva).
De acuerdo a López, el uso de este tipo de fármacos aumenta la probabilidad de sufrir ciertos efectos adversos como somnolencia, dependencia, tolerancia, (es decir, que se requiera ir subiendo la medicación a medida que pasa el tiempo para tener el mismo efecto), dolores de cabeza, náuseas, problemas de atención y/o de memoria.
Por su parte, Arturo Garay, jefe de medicina del sueño del CEMIC (Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas “Norberto Quirno”), explicó que toda la farmacología aplicada al insomnio está indicada de forma transitoria y no por lapsos de tiempo prolongados.
“Lo que pasa en la práctica es que aproximadamente entre un 15% y un 30% de los pacientes con insomnio los consumen por muchos años, pero no es lo indicado”, dijo.
Y agregó: “No ocurre en todas las personas que realizan tratamientos crónicos de este tipo, pero desde el punto de vista estadístico, los pacientes que consumen somníferos en dosis importantes y durante muchos años tienen riesgo de incrementar el riesgo general para enfermedades de todo tipo”.
Higiene del sueño
De acuerdo a Luján, quien también es miembro del grupo de trabajo de medicina del sueño de la Sociedad Neurológica Argentina, todo tratamiento del insomnio debe ser abordado junto a las medidas de “higiene de sueño”.
¿Cuáles son?
- Mantener horarios regulares para dormir y levantarse, tanto en días laborables como no laborables
- Mantener condiciones ambientales adecuadas en la habitación para dormir: oscuridad, aislamiento de ruidos y temperatura entre 18 y 23 grados
- Realizar ejercicio físico de forma regular, idealmente por la mañana y al aire libre
- Cenar liviano y al menos dos horas antes de dormir
- Evitar el consumo de tabaco y alcohol, en especial durante las últimas horas antes de dormir
- Evitar consumo de sustancias estimulantes como café, te, bebidas colas y energizantes durante las últimas horas antes de dormir
- Disminuir gradualmente la luz ambiental y el uso de dispositivos emisores de luz como celular, tablet, computadora y televisión
- Realizar una rutina relajante la última hora antes de dormir
- No mirar la hora
- Utilizar la cama solo para dormir; esperar el sueño fuera de la cama y durante los despertares salir de la misma
- No automedicarse
“Todo es cuesta arriba”
Ante la pregunta de si el insomnio puede interferir a tal punto en la vida de una persona como para renunciar a un cargo importante, como el caso del papa Benedicto XVI, López fue categórico: “Absolutamente. El insomnio es una condición muy invalidante, sobre todo a largo plazo. Genera cambios en la rutina diaria, afecta nuestro desempeño laboral y académico y se asocia a problemas anímicos”.
Entre dichas complicaciones, López mencionó un aumento en el estado de ánimo depresivo, ansiedad, irritabilidad, fatiga permanente, pérdida de concentración y aumento de los tiempos de reacción. “Todo se nos hace cuesta arriba cuando tenemos que lidiar con la dificultad de sueño todo el tiempo”, dijo.
Luján sostuvo que el insomnio crónico puede presentar riesgos más amplios para la salud y el bienestar, como el aumento de la probabilidad de accidentes, lesiones y enfermedades cardiovasculares y alterar el estado de ánimo, entre otros.
“Cuando el insomnio no es tratado con éxito, las personas entran en un ciclo difícil de romper en el que sus problemas para dormir empeoran la ansiedad por el sueño, alimentando el círculo”, dijo.
Por eso, según Garay, para los especialistas en medicina del sueño es importante considerar y tratar algo que se llama “fenómeno de condicionamiento negativo” porque es el responsable de que el insomnio también sea una patología diurna.
“Cuando las personas tienen insomnio y va aumentando su severidad, existen áreas en el cerebro que se activan y perpetuan la sensación de tragedia e importancia del problema. Eso se llama fenómeno de condicionamiento negativo y es cuando la persona ve la cama y automáticamente piensa que no va a poder dormir, con una preocupación durante el día que va en detrimento de su propia actuación. De allí la necesidad de tratar las creencias del paciente sobre el problema”, explicó.
Además del caso del papa Benedicto XVI, Garay recordó el de Michael Jackson. “Él necesitó consumir propofol [un agente anestésico] para poder dormir y eso hizo que el mismo medicamento le produjera un gran número de problemas con su desempeño diurno”, dijo.
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